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Karl se removió en las suaves mantas de la cama, sentía su cuerpo pesado, pero bien. Una extraña mezcla de dolor y confort.

— ¿Mamá? — sintió como una pequeña mano le jaló la sábana, se la quitó del rostro para ver a la intrusa — ¡Mamá!

Selene gateó más cerca del omega para después dejarse caer sobre él, fue rodeada por dos brazos grandes y protectores, amaba mucho esa sensación.

— Buenos días, mi pequeña — Karl acarició la espalda de la cachorra y esta ronroneó.

Usando toda su fuerza de voluntad y aguantando el dolor en sus caderas, se sentó en la cama con la pequeña en brazos, Selene tanteó el pecho del mayor y Karl sonrió alzando la camisa que tenía puesta. Jadeó un poco cuando ella chupó uno de sus pezones, estaban algo doloridos.

Recordaba todo lo que había pasado en la noche anterior, una parte suya no podía creer lo que había hecho y se moría de vergüenza. Su parte más instintiva estaba regocijada y ronroneaba a gusto, estaba feliz, podía sentir el calor en su cuello, un poco de ardor, no tenía que ser un genio para saber qué era el causante de ese calor.

Karl sonrió mientras abrazaba a su pequeña, ahora tenía un alfa y una cachorra, estaba muy feliz con eso. Ya quería contárselo a su madre, el rubio abrió los ojos, sorprendido, no había hablado con su madre desde hace meses.

— No puede ser... — la última vez que habló con ella fue poco antes de que Sapnap y Selene aparecieran en su vida.

Ella no le molestaba mucho sabiendo que se la pasaba trabajando en la guardería, siempre esperaba a que él fuera el primero en llamar o enviarle un mensaje.

— Pensará que la estoy ignorando — se lamentó, había estado tan ocupado estando al pendiente de Selene y las demás cosas que habían pasado, que había olvidado por completo a su madre.

Lo peor del caso era, ¿cómo le explicaría que estaba amamantando a una cachorra y tenía una marca de alfa?, le daría un infarto a la pobre.

—¿En qué tanto piensas?, puedo sentir tu angustia — Karl alzó la vista encontrándose con su alfa, tenía una bandeja en la mano, había comida en ella y un frasco de pastillas, supuso que era para el dolor en su cuerpo.

Tragó saliva sintiendo su boca seca, además le dolía un poco la garganta, se sonrojó al suponer por qué tenía ese mal.

Miró como el alfa se acercó y puso la comida sobre la mesita de noche.

— ¿Y bien? — preguntó el castaño mirándolo con una ceja alzada, negó suavemente ante su respuesta y aceptó la pastilla con el agua que le ofrecía.

— Estaba pensando en mi mamá — Karl se sonrojó con vergüenza en su sistema por mencionarla hasta ahorita — Ella ha de estar muy preocupada por mí, creo que hasta debe pensar que me ha ocurrido algo malo.

Sapnap sonrió algo burlón, y Karl lo miró mal por eso. Suspiró mirando a su pequeña, Selene le miraba con sus grandes y hermosos ojos verdes, brillantes como la joya más hermosa del mundo.

— Entonces, vamos a visitarla un día de estos, solo hay que sacar el tiempo — el ojiazul se sorprendió por eso, sabía que el alfa hablaba en serio, pero aun así tenía algo de miedo que no le fuera caer bien su mamá o al revés, que a su mamá no le cayera bien su alfa.

— ¿Estás seguro? — Karl preguntó, y abrió la boca para recibir la tostada que le ofrecía el alfa, era gracioso la idea de ser alimentado y alimentar al mismo tiempo.

¿Mamá? [Karlnap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora