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Eran las cuatro de la tarde, Karl despedía a los pequeños que se iban con sus padres. Le gustaba ver las caritas de alegría cuando sus padres llegaban.

Cuando se fueron todos, el ojiazul suspiro, ahora le tocaba ordenar un poco el salón antes de irse. La pequeña Selene estaba en el suelo pintando con unos crayones, balbuceaba algunas cosas, pero no se le entendía nada.

Su tranquilidad fue interrumpida por su celular, era un mensaje de Sapnap, sonrió con un ligero sonrojo en las mejillas y lo abrió.


"Karl, cierra la puerta de tu salón y no dejes que nadie entre!"


Eso sinceramente no se lo espero.

Escucho unos pasos venir del pasillo y se asustó un poco pensando en quien seria, tenía que ser alguien malo para que Sapnap le mandara un mensaje de esa manera.

Dos personas se pararon en el umbral de la puerta, uno tenía el cabello castaño y la otra tenía el cabello rubio platinado, Karl sintió como su garganta se secó al pasar saliva.

— ¿Este es el salón 3-C, en donde se encuentra Selene Armstrong? — preguntó amablemente el señor de cabello oscuro. La pequeña Selene que estaba dibujando en el suelo, volteó su cabeza en dirección de la persona que dijo su nombre.

— ¿Baba?— Selene vio a los adultos, les parecían familiares, pero no del todo, lo mejor era ponerse en un lugar seguro. Se levanto y camino hasta las piernas del omega para esconderse allí.

— Mírala Oliver, es tan tierna y ya camina — habló la rubia con cariño, Selene solo sacó un poco la cabeza de un lado mirándolos, y Karl sonrió algo tenso.

— Disculpen, ¿me podrían decir quiénes son? — el ojiazul preguntó haciéndose una idea de quienes eran, se agacho un poco para tomar a la pequeña en sus brazos. Selene solo se agarró de su delantal y miraba curiosa.

— Ah, que maleducados somos. Mi nombre es Sofia, y él es Oliver Armstrong — Karl sintió como su cuerpo se entumecía, estaba al frente de los papás de su alfa, ahora no sabía ni como actuar, no quería dar una mala impresión.

— E-es un gusto conocerlos, soy Karl Jacobs — ahora estaba completamente nervioso, incluso su voz había temblado un poco, miró a la pequeña Selene quien solo se chupaba su dedito pulgar.

— Así que eres Karl — la mayor se acercó hasta quedar frente al rubio, quien solo tragó saliva nuevamente — Me alegra que mi mocoso haya encontrado a alguien tan bonito como tú.

Karl sintió como su sonrojo cubría su rostro hasta las orejas, sonrió de manera tensa mientras que la mayor le miraba relajada.

Unos pasos apresurados se oyeron venir desde el pasillo. Sapnap apareció, respiraba un poco agitado y estaba algo sudado, miró a los mayores, pero, sobre todo, miró mal a la rubia.

— Madre, ¿Qué fue lo que te dije? — regaño mientras se acercaba a ellos, la rubia solo bufo arrugando el entrecejo igual que su hijo.

—¡Tú a mí no me mandas mocoso, ni siquiera vas a visitarnos ni nada! Y cuando vengo, ¿de qué me entero? Tienes omega y hasta de una demanda te liberaste — Karl solo los miraba discutir, no se insultaban, en parte, eran moderados y quizás era porque estaba la pequeña al frente de ellos.

Karl miró la sonrisa nerviosa que tenía el hombre de cabellos castaños, no era tanto nerviosa, más bien algo agotada, como si estuviera acostumbrado.

¿Mamá? [Karlnap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora