No acostumbraban a irse muy lejos todavía ya que querían asentarse muy bien en el trabajo, pero a Rafael se le hizo buena idea invitar a David a un paseo en barco y de paso seguir dándole lucha a los malos recuerdos en este.
Darle un nuevo significado por su amado era un bálsamo para las heridas emotivas y sus cicatrices carnales.
Entonces, como si fuera para un picnic, preparó una canasta parecida a la de su primera cita, con algunos embutidos esta vez. Guardaron unas mudas de ropa y abordaron.
El paseo en barco solo sería un viaje por las cosas del Uruguay y duraría un día y una noche hasta regresar. La idea del crucero era disfrutar la jornada en agua abierta y divertir a los adinerados que gustaban de ser bien atendidos o también a gente que, ahorrando un poco, podía darse ese pequeño lujo.
Por eso, esta sorpresa de cumpleaños treinta y dos se le hizo de lo más bonita a David, que solo no saltó a los brazos de Rafael para besuquearlo porque ya estaban en sociedad.
Como todavía era extraño que un afro tuviera el capital para adquirir un lujo de clase media o alta, tuvo que arreglárselas diciendo que era pedido de su patrón y así poder reservar un camarote con dos camas para pasar la noche.
David se sentía muy incómodo ante esas excusas, pero como no quería arruinar la cita terminó bajando la cabeza.
—¿De verdad estás bien con eso? Tenés que acostumbrarte a decir que somos socios al menos —habló suave David hacia Rafael en tanto eran guiados hasta su camarote a dejar sus pertenencias.
—Que disfruten este paseo —dijo el marinero encargado de guiar a los navegantes.
La pareja agradeció al unísono y, una vez solos, Rafael suspiró rascándose la nuca.
—No se trata solo de eso... Você sabe. Es más fácil elegir un lugar así si creen que alguien me mandó que hacerlo por mí mismo y un socio...
—Pero, Rafael...
—¡Es que...! Es que dos socios no compartirían el camarote, ¿verdad? Dos socios podrían pedir un camarote personal para cada uno. En cambio, si yo trabajara para você, aparenta que tengo que estar cerca tuyo para atenderte... Y prefiero aparentar eso que dormir en un lugar separado en nuestra cita y en tu cumpleaños —La sonrisa que Rafael le dio a David fue apenada.
Las miradas del mundo exterior eran difíciles de evadir, más cuando el amor de estos dos irradiaba felicidad al estar juntos. Por eso, también, es que salían poco a lugares con mucha gente. Sabían claramente que solo en su intimidad podían sentirse libres, pero era el camino que tomaron ante la sociedad: fingir lo que no eran.
Ninguno de los dos eran tipos revolucionarios, apenas satisfechos con elegirse entre miles de personas. Siempre comprendieron que esa parte no sería fácil. Era pesado fingir ser solo socios, amigos, o empleado y patrón, pero ellos no cambiaban por nada esa decisión con tal de seguir uno al lado del otro.
Así que David simplemente asintió y se acercó a abrazarlo, en tanto Rafael le daba la bienvenida de la misma necesitada manera.
—Está bien. Solo decíme cuando todo te haga sentir triste, porque quiero protegerte del mundo —murmuró David en el oído ajeno.
Rafael sintió escalofríos dulces y el corazón hinchado.
—Eu sé que sim, você é todo un ángel. Si me dicen algo que me deje triste, te voy a contar... —Rafael le dejó un sonoro beso en la mejilla y luego le encaró más animado—. Bueno, basta de ponernos melancólicos. ¿Vamos a almorzar?
David sonrió estando de acuerdo.
ESTÁS LEYENDO
Una de mil: Extras • [BL]
RomanceEste libro será dedicado a extras de "Una de mil", la historia de amor entre Rafael y David. Por una cuestión de propiedad, aquí entrarán escritos con escenas explícitas que pueden ser canónicos en la línea temporal de la historia, como también alg...