IX

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-Descansa Ai... dulces sueños...
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El sol de la mañana se filtraba suavemente por las cortinas, proyectando un resplandor dorado sobre la habitación. La luz iluminaba los mechones despeinados de Ai, quien aún permanecía acurrucada bajo las sábanas. En contraste, Goku ya estaba despierto, sentado al borde de la cama, estirando los brazos con un gran bostezo.

-Oye, dormilona, si no te levantas ahora, me comeré tu desayuno

Dijo con una sonrisa traviesa mientras se estiraba.

Ai entreabrió los ojos, su mirada aún somnolienta enfocándose en él.

-Eres malvado, Goku... dame cinco minutos más

Murmuró con voz adormilada antes de girarse y esconderse aún más en la cama.

-Dijiste eso hace diez minutos.

-No te creo, yo me despierto rápido.

Goku soltó una risa baja al verla enredarse más en las cobijas como si fueran una barrera infranqueable.

-Si no lo haces, te cargaré yo mismo hasta la cocina.

Ai no respondió, pero él pudo escuchar claramente cómo murmuraba un exagerado "Z Z Z", fingiendo estar profundamente dormida.

Goku suspiró con una sonrisa divertida. No era la primera vez que tenía que sacarla de la cama a la fuerza, algo nostalgico de hecho. Pues así se comportaba como cuando estaban en aquel orfanato. Así que, sin pensarlo mucho, deslizó las manos debajo de las cobijas y la levantó con facilidad. Ai soltó un pequeño grito de sorpresa y comenzó a patalear débilmente.

-¡Oye, ponme abajo!

-Ya te di suficiente tiempo

Se burló Goku mientras la cargaba en sus brazos con total naturalidad.

-¡Eso no es justo!

Protestó Ai, aunque no pudo evitar reír entre quejas mientras se aferraba a su cuello.

Finalmente, después de un desayuno sencillo y una breve charla matutina, ambos se dirigieron al estudio donde Ai debía ensayar para su concierto. Goku, por su parte, se separó de ella para encontrarse con Ichigo. Con suerte, no terminaría atrapado en una pila de papeleo, porque en estos momentos hasta su antiguo trabajo como conserje le parecía más atractivo.

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En el estudio de prácticas

Ai se movía con una energía contagiosa. Su presencia siempre había sido llamativa, pero hoy parecía aún más radiante. Sus ojos brillaban con intensidad mientras repasaba sus movimientos frente al espejo, y cada paso que daba tenía una ligereza casi mágica.

Desde la distancia, Kaguya la observó con una sonrisa curiosa antes de acercarse a ella con un tono juguetón.

-¿Pasó algo con tu galán o por qué tan contenta?

Ai, que justo estaba tomando agua, casi se atraganta con la pregunta.

-Es curioso que la mayoría de veces que hablamos, siempre me topes tomando agua

Dijo con una sonrisa, intentando desviar la conversación.

Kaguya soltó una risa.

-Es cierto, y vaya que es curioso. Pero también... ¿cómo podríamos hablar si estamos tan ocupadas practicando?

Se quejó con una expresión de falsa exasperación antes de tomar su propia botella de agua.

-Odio la temporada de conciertos... Mi cuerpo no soporta esto y siento que me muero.

FatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora