Cap.2

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-Leí el mensaje que el rey me envió -.La voz profunda y fuerte escondía un cierto tono burlón. ¿O sería irritación? Ten se sintió ofendido con la falta de consideración, en especial porque el barón había ido directo al asunto sin tomarse el trabajo de darle la bienvenida de manera educada. Al pensar en la larga noche pasada al aire libre, en las horas dentro del salón sucio y frío y en la oscuridad que le impedía divisar a su anfitrión, la rabia estalló.

-Me hace feliz saberlo, mi lord - el respondió altivo. - Esperamos tanto tiempo que comencé a creer que nadie en su castillo sabía leer-.

La respuesta cargada de un insulto velado hizo que el barón mirase en su dirección, y a pesar de no poder ver, sabía que un par de ojos hostil lo miraban desde las sombras. Había llegado a un punto tal de tensión emocional, que nada más el importaba.

-Si no tiene intención de someterse a la orden continuó secamente entonces por favor dígalo para que podamos partir. Tengo un largo viaje por delante y muchas noches más para dormir al aire libre antes de llegar a mi casa-.

Un silencio prolongado cayó sobre todos y Ten tuvo ganas de abofetear al desconocido, de obligarlo a levantarse y a prestarle las honras que correspondían a un doncel de la corte en vez de quedarse sentado en medio de las sombras, como un verdadero demonio.

-Mi lord... -Suh hizo una pausa, como si no consiguiera acordarse el nombre del doncel que le habían impuesto como novio.
Ten tuvo ganas de gritar de odio.

-Lord de Lee - él continuó más calmado. -Según esta carta, usted debía escoger un marido dentro de todos los caballeros del reino y me escogió a mí. ¿Puedo saber por qué?-.

Esforzándose para mantenerse sereno delante de una pregunta tan directa, Ten se mordió el labio inferior con fuerza. En su interior, había esperado que Suh lo rechazase y lo despidiese de Daejeon, tal vez con una objeción delicada, tal vez con una reprimenda grosera. Pero no había imaginado que sus motivos serían indagados con semejante osadía. Viéndolo vacilar, el barón se volvió hacia Jisung.

-Usted, señor, respóndame. ¿Será que este doncel es un brujo?, ya que nadie en la corte está dispuesto a aceptarlo como esposo?-.

Ten sintió su rostro arder mientras Jisung sofocaba la risa al responder.

-El es conocido por su temeridad, mi lord, pero muchos caballeros de la corte lo aceptarían de muy buen grado.

-Si, pues se trata de un doncel muy rico, ¿no es así?

La insinuación descortés del Caballero Rojo no le pasó desapercibida. ¿Cómo era que ese hombre tenía el coraje de sugerir que solamente su dinero era lo que la hacía atrayente a los ojos masculinos? Ten inspiró profundamente y contó hasta diez, cuando su voluntad era golpear al barón.

-En su opinión, señor, ¿lord de Lee es un doncel agradable?

El se ruborizó hasta la raíz de sus cabellos mientras Jisung lo miraba intensamente. Era la primera señal de interés que el emisario del rey demostraba sobre su persona.

-Si, mi lord. Es un doncel no muy alto, de constitución delicada, los cabellos son tan rubios que parecen entrelazados con la plata más fina. Y los ojos... los ojos son plateados también. Profundos, brillantes como piedras preciosas. La belleza de mi lord es conocida en todo el reino-, Jisung concluyó con elocuencia.

-¿El temperamento del doncel corresponde a la misma descripción?-.
El emisario del rey tuvo la delicadeza de no responder. Ten estaba poseído de odio. Nunca se había sentido tan humillado como en ese instante, en que dos hombres discutían sus cualidades y defectos como si el no fuese más que un objeto a la venta. - Y entonces usted me eligió, mi lord-. Suh afirmó en un tono amenazador que lo hizo estremecer a pesar de la rabia. Tal vez los caballeros de la corte son un tanto imberbes para su gusto y así pensó que el Caballero Rojo estaría mejor preparado para la tarea de domarlo.

Married to the Devil | JohntenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora