Cap.12

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Ten despertó lentamente, una sensación de calor y de bienestar inundándolo por entero.

En una reacción instintiva, frotó el rostro contra el pecho, absorbiendo el olor delicioso de la piel de su marido. ¿Sería un sueño o estaban juntos? El pensamiento hizo desaparecer los vestigios de sueño, trayéndolo de vuelta a la realidad, pues sabía que debería estar solo.

¿Ya había amanecido? Un principio de pánico amenazó con dominarlo al recordar los acontecimientos de la noche anterior. Tal vez, a pesar de todos sus cuidados, le hubiese dado una dosis excesiva de somnífero. Lo suficientemente grande como para hacerlo pasar la noche entera en su cuarto. Ahora no podía fingir que nada había sucedido. Nada podría continuar siendo como antes...

Por primera vez, Ten se permitió pensar en lo acontecido y enfrentar la única conclusión posible. El hombre a su lado era perfecto y, a excepción del color de sus ojos, había visto cada detalle del cuerpo de Suh. No existía nada que lo obligase a vivir en las sombras, excepto un pacto con el diablo.

Un golpe en la puerta lo asustó.

-¿Mi lord? -Dong-hyuk llamó, entrando al cuarto. -¿Te sientes bien? Ya pasó la hora de levantarse.

Ten trago en seco.

-Sí, estoy bien, pero me gustaría quedarme en la cama un poco más. Puedes ir a ocuparte de tus otras tareas y déjame solo.

A pesar de la dispensa, el criado no dio señales de moverse del lugar.

-¿Estás seguro que estás bien?

-Ya te dije que sí. Estoy con mi marido. ¡Déjame a solas!

Nada habría hecho al criado alejarse con mayor rapidez que la mención del caballero rojo. Ten sonrió al oír la puerta del cuarto siendo cerrada con fuerza, sin embargo, su sonrisa desapareció de sus labios ante el sonido pastoso de la voz de su marido.

-¿Ya es de mañana?

-Si. Hoy es víspera de Navidad y estás en mi cama.

Aparentando más calma de la que sentía, Ten abrió las cortinas de la cama y se quedó de pie. Por un instante el coraje le faltó. ¿Lo encontraría transformado en una fiera horrenda al a la luz del día? Cualquiera que fuesen las consecuencias, sabía que necesitaba mirarlo. Con la respiración contenida, se volvió para mirar a su marido.

A pesar de sus más locos miedos, John no se había transformado en una criatura con cuernos al ser bañado por la luz de la mañana. Anoche había llegado a sospechar que la luz de vela aumentaba sus encantos masculinos, sin embargo, se había equivocado completamente. Min era maravilloso, de la cabeza a los pies.

Se trataba de un hombre bien proporcionado. Pecho ancho, estómago firme, caderas estrechas, apenas cubiertas por las sábanas. Acostado de espaldas, John tenía uno de sus brazos apoyados sobre sus ojos y sus cejas, que parecían contraídas, una señal evidente de angustia. Era como si él quisiese negar la presencia de su esposo. El mentón fuerte y los labios delgados lo atraían como un imán.

-Eres guapo-Ten murmuró lleno de cariño, admirando los contornos perfectos. Ansiaba tocarlo, como si sólo con el contacto directo pudiese absorber esa visión de belleza real. Pero Suh se dio vuelta de costado, dándole la espalda y se sentó, empujando las cortinas con rabia.

-¡Déjame solo! -él dijo entre los dientes, apoyando la cabeza en sus manos. ¡Ve a llamar a Doyoung y déjame solo, doncel estúpido!

Atontado por las palabras ásperas, Ten se puso una robe, sin embargo, en vez de llamar Doyoung, se aproximó a su marido, sintiendo un peso sofocante en el pecho, un peso que casi le impedía respirar y les traía lágrimas a los ojos.

Married to the Devil | JohntenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora