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Lucifer estaba nervioso.

Habían pasado algunos días desde la batalla en el hotel. Su reconstrucción no resulto un problema para el ni para los huéspedes de este. Con un poco de trabajo en equipo y magia, el hotel nuevamente esta en pie y más grandioso que nunca.

Todo lo demás siguió su curso natural, su pequeña Charlie volvió a su habitual meta de redimir la mayor cantidad de almas posibles. Ahora, mucho mas esperanzada luego de a ver frenado por primera ves un exterminio con éxito. Aunque también con dolor, ante la pérdida de un huésped y amigo. Aquel que había sacrificado su propia vida por el bienestar de los demás.

Como su padre, el mismo la había alentado nuevamente a levantarse y no rendirse con su sueño. No quería que su hija sufriera su mismo destino, ella no debía hundirse en el dolor y no lograr sobreponerse ante la adversidad. Su pequeña era mucho mas fuerte que eso, tenia aquella inocencia y virtud que el mismo no permitiría nadie apagara.

Lucifer tomo una decisión en ese momento. Si quería resguardar y apoyar a su hija como deseaba, debía estar a su lado siempre que lo necesitara. Así que, sin nada mas que decir, la decisión de vivir junto con ella en el nuevo hotel fue un hecho.

En el fondo de su corazón, se convencía a si mismo que esta decisión había sido tomada para recuperar el tiempo perdido con Charlie. Si su pequeña daria todo por su sueño, el estaría a su lado, hombro con hombro, apoyándola y defendiéndola de todo quien osara dañarla.

Pero entonces, mientras mas profundizaba su monólogo interno. Mas notaba que un sentimiento que estaba tratando de ignorar se hacía más presente en su pecho.

Lucifer tenía miedo.

Miedo de lo que vendría ahora, luego de que el pacto con el cielo se haya roto por ambas partes.

El los conocía mejor que nadie. Cada recuerdo de cuando pertenecía a ese lugar estaba fresco en su memoria. Cuando era un Serafín ingenuo que solo deseo otorgar libertad, casi acabando con la propia en el proceso.

El cielo no se quedaría en paz luego de que haya atacado al primero de los hombres. Tenía a su favor el hecho de que Adán rompió su compromiso primero. Cuando ambas partes aceptaron el trato Lucifer pidió exclusivamente que no se atrevieran a tocar a nadie de su familia.

Los supremos mandos del cielo dieron una respuesta afirmativa a los términos que exigió. Aunque esto mismo fue una parte importante por la cual su relación con Lilith declino al fracaso.

Cuando Adán lastimo a Charlie, automáticamente violo aquel pacto sagrado entre ambos reinos. Por lo que estaba en su derecho el exigir la muerte del maestro de los exterminadores si lo deseaba.

Aunque claro, por petición de su misma hija decidió ofrecerle misericordia al primer humano. Para que luego este mismo fuera atacado mortalmente por la pequeña mucama del hotel, acabando a si su vida.

Pensándolo debidamente, era claro que la muerte de Adán no fue su culpa. Pero era su palabra contra la del cielo. ¿Quién era el, para decir que estaba bien o mal a los autonombrados seres de luz?

Un ángel caído desterrado a su propia desgracia. No había forma en que su voz fuese escuchada, no lo había sido antes. No lo seria ahora.

—¿Papá? ¿Sucede algo? —La dulce voz de Charlie llamo la atención de Lucifer. Este la miro algo perdido luego de a ver estado sumergido en un espiral de tormentosos pensamientos.

—Oh mi pequeño patito —Exclamo con una sonrisa. Pudo notar como su hija sonreía de igual manera ante la mención de ese antiguo apodo —¿Necesitas algo? ¿ayuda con el Hotel?

𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐑𝐃𝐄𝐑𝐎. | RadioApple.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora