Capitulo 12

113 13 0
                                    

P or primera vez, estoy cerrando la tienda sin ninguna razón. Mi falta de sueño es evidente por las bolsas oscuras debajo de mis ojos. Pablo tocó mi frente, siempre en modo de doctor, antes de salir para el trabajo y sugirió que me tomara un día para mí. He optado por darle a Cande otro día de descanso también. Nadie necesita flores hoy de todos modos y si lo hacen, van a entender por qué cierro y volverán mañana.

Cris está mordisqueando su cereal, con los ojos pegados a sus último Sports Illustrated. Ayer los vi a él y a Peter con reserva, pero aún les permití llegar a conocerse el uno al otro. Hoy he decidido que fue suficiente. No puedo permitir que mi hijo salga lastimado cuando Peter salga de la ciudad de nuevo. Él no está pensando en quedarse, más allá si él me lo dijo o no. Solo lo sé. Lo siento en mi corazón. Él tiene una vida lejos de Beaumont, unaque no incluye a Cris y probablemente nunca lo hará.

Me sirvo una taza de café y me siento al otro lado de Cris. No mira hacia arriba, completamente cautivado en cualquier artículo que está leyendo. Garantizado que es acerca del fútbol.

Traté de disuadirlo, sugiriéndole que jugara al fútbol soccer, pero él no quería oír hablar de ello. Él ha sido natural y eso me asusta. Veo mucho de Peter en él y no quiero hacerlo.

—¿Sabías que Peter Lanzani estuvo en la portada de Sports Illustrated, cuando estaba en la escuela preparatoria?

Escupí el café, el líquido caliente goteando por mi barbilla. ¿Cómo sabe eso? Pablo y yo, así como Nico y Eugenia, nunca hemos discutido de Peter con Cris. Ni siquiera puedo recordar un momento en el que el nombre de Peter haya surgido. Siempre hemos bordeado en torno a ese nombre. En secreto reprendo a los maestros en la escuela que siempre alaban a Peter por todo lo que ha hecho por Beaumont y el fútbol.

—¿Adivina qué?

Peter envuelve sus brazos a mí alrededor por detrás, acariciando mi cuello.

—¿Qué? —le pregunto mientras pongo mis libros en el estante en mi casillero. Le echo un vistazo a nuestra foto de la graduación de Junior, Peter en su esmoquin negro y yo en mi vestido rojo a la rodilla.

—Alguien va a estar en la portada de Sports Illustrated.

Me doy vuelta y envuelvo mis brazos alrededor de él. Yo sé que él quería esto desde el año pasado, cuando estuvo a punto de romper el récord estatal por pases de área y está cerca de nuevo este año.

—Estoy tan orgullosa de ti.

—No podría haberlo hecho sin mi chica —dice antes de besarme de lleno en los labios, un gran no-no en el pasillo.

—Deberíamos ir a celebrar.

—¿Qué estás pensando? —pregunta sugestivamente.

Me encojo de hombros, empujando mis dedos en su cabeza recién afeitada. Sus ojos se cierran mientras masajeo su cuero cabelludo. Le encanta cuando hago esto.

—¿Están tus padres en casa? —pregunta y cuando sacudo la cabeza negando, pone una de mis manos en las de él y nos conduce fuera de la escuela.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto apenas capaz de pronunciar las palabras sin atragantarme.

—Vi la tapa en el museo en nuestro viaje de campo.

—¿Es ahí donde conociste Peter el otro día? —Me pica la curiosidad. Cuando Peter se presentó en la tienda no tenía ni idea de cómo se enteró de Cris.

Cris asiente.

—Yo estaba molesto por algo que tenían por Nico y él estaba en el baño. Hablamos y le dije que él era el hombre besándote en el video. ¿Era tu novio?

¿Debo contestar o desviar la conversación? O solo debo salir y decirle que él es su padre y que nos abandonó totalmente cuando estaba embarazada, aunque nunca se lo dije. Sí, eso no funcionaría.

—No quiero que hables más con Peter Lanzani.

—¿Por qué no? —dice Cris sin expresión.

—Porque... porque yo lo digo, por eso. —Me levanto y vuelvo a la cocina y vuelco mi café. Ya no sabe muy bien y no está haciendo su trabajo. Solo quiero meterme en la cama y olvidar que esta conversación nunca empezó.

Cris golpea su revista sobre la mesa, derramando el resto de su cereal. Él se sienta allí, haciendo caso omiso, sin moverse un centímetro para limpiar su desorden.

—¿Vas a limpiar eso? —pregunto antes de tirarle un paño de cocina. El enojo brilla en sus ojos. Sé que lo he disgustado, pero él es demasiado joven para comprender la magnitud de esta situación. Peter lo va a lastimar.

—No —dice él, sin hacer contacto visual.

—¿Perdón?

Él empuja su silla y recoge su revista. Se vuelve y me mira con una expresión que nunca he visto a mi niño precioso. Su cara es de color rojo, su respiración es dificultosa.

—Me agrada Peter —grita.

Estoy sorprendida por su arrebato. Si así es como él va a ser después de dos encuentros no hay manera de que pueda dejar a Peter entrar en su vida.

—Peter no vive aquí, Cris, y una vez que se haya ido no lo volverás a ver. Déjalo así.

—¿Por qué lo odias?

No lo odio, ése es el problema y me gustaría haberlo odiado, pero él es un trastorno y ya está arruinando las cosas en mi casa y yo no quiero eso. No puedo permitir eso.

—Yo no lo odio —murmuro. Aprieto mis manos en mis sienes para con suerte evitar el dolor de cabeza inminente.

—Solías besarlo, y mucho. He visto los DVD's. ¿Cómo puedes besar a alguien tanto y no gustarte? —Cris se para frente a mí, con los brazos agarrando su revista. Sus ojos están enfocados en mí y todo lo que veo es Peter.

—Eso fue hace mucho tiempo, Cris. La gente cambia. He cambiado y también lo ha hecho Peter. Ya no somos amigos y no quiero que hables con él. Yo soy el adulto aquí y hago las reglas. Peter Lanzani está fuera de límites.

—No estás siendo justa. Me gusta y es bueno en el fútbol como yo. Él puede ayudarme a ser mejor y él dijo ¡que iba a venir a mi juego hoy!

Se me parte el corazón al ver sus lágrimas, pero prefiero tener un día de lágrimas que los meses de lágrimas que va a llorar cuando Peter lo deje. Le extiendo la mano a Cris, pero él se aleja y sale corriendo a su habitación. Voy a tener que encontrar una manera de aguantar a Peter y decirle que no puede ir al partido. Lo que él necesita es ignorar a Cris por el bien de todos. Será más fácil de esa manera.

Al menos eso es lo que me digo a mí misma.

Cuando suena el timbre de la puerta me apresuro a dejar entrar a Eugenia. Ella me da una mirada y sacude la cabeza, tirando de mí en sus brazos.

—¿Qué voy a hacer? —le pregunto a Eugenia. La guío a la cocina, nos sentamos. Ella está frente a mí, tomando mi mano cuando yo debería estar sosteniendo la de ella. Debería ser su roca en estos momentos. Acaba de perder a su marido y aquí estoy quejándome con ella.

—No estoy segura de que pueda responder eso por ti —dice ella, con los ojos llenos de compasión. Realmente tengo que dejar de pensar en mí misma y empezar a pensar en ella.

—Lo siento. No debería estar vertiendo esto en ti. Tienes suficiente a lo que hacer frente. —Quito mi mano y comienzo a limpiar nuestro desorden. La invité a desayunar, no a solucionar problemas.

—Soy tu amiga, Mar. Puedes verter cualquier cosa en mí.

Sacudo la cabeza y la dejo sentada en la mesa. Ella viene y se para junto a mí mientras el fregadero se llena con jabonosa agua caliente.

—Lo recuerdo todo con tanta claridad. Es como si todos mis recuerdos son este libro brillante y colorido convertido en una pesadilla. Soñé con él anoche y no he hecho eso desde que Cris tenía dos años. Dejé de leer las revistas y de buscar los videos musicales, porque necesitaba un corte limpioy ahora él está aquí por los próximos días y no hay nada que pueda hacer para evitar que esta noche vaya al juego de Cris.

—¿Has pensado en sentarte con él y hablar acerca de Cris? — pregunta y comienzo a lavar los platos. Empapo mis manos en el agua y disfruto de la sensación de la quemadura del agua caliente.

—No creo que pueda. —Suspiro e inclino mi cabeza contra la suya—. Pablo quiere que Peter firme unos documentos de adopción o algo así, perono sé. Pablo y yo no hemos discutido sobre esto y me temo que es unareacción visceral por lo de Peter apareciendo en la ciudad.

Eugenia toma mis manos entre las suyas y las saca del agua. Estamos goteando agua y burbujas de jabón en la parte delantera de nuestra ropa y en el suelo. Ella las mantiene apretadas, con los ojos llenos de lágrimas.

—Perdí a mi marido la semana pasada y no fui capaz de decirle adiós. Se te ha dado una segunda oportunidad y si tomas esa oportunidad solo acerca de Cris o para encontrar un cierre por ti misma, se lo debes a los tres encontrar un término medio. Si Cris alguna vez averigua que Peter es su padre y que no le dijiste mientras él tiene esta única oportunidad de conocerlo, nunca te lo perdonará, Mar, y nunca te lo perdonarás a ti misma.

—Peter lo va a lastimar —le digo a través de las lágrimas.

—Peter puede sorprenderte si le das una oportunidad.

Terminamos de pasar el resto de la tarde en su casa evitando el tema de Peter. Eugenia decidió que quería hacer frente a la habitación masculina enel sótano y estamos marcando las cosas que ella piensa que a los amigos deNico les gustarán. Cuando veo el nombre de Peter en la lista tengo queluchar contra las lágrimas (es como si ella lo hubiese perdonado por todo sipensarlo dos veces) porque Peter está consiguiendo el trofeo de Nico al Jugador Más Valioso que él se ganó en la universidad.

Siempre serás para mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora