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Sinceramente, Jennie no quiere despertarse. Se encuentra envuelta en ese cálido abrazo al que intenta no acostumbrarse y que la relaja tanto que no puede evitar que se le dibuje una sonrisa en los labios.

Inhalando el aroma que sólo puede ser de las dos mujeres que más ama. Sus dos mejores amigas casadas. Las dos mujeres que quieren salir con ella. Las dos mujeres con las que ella también quiere salir.

Ha pasado un mes. Un mes durmiendo en su casa una o dos veces por semana, y nunca se atreve a salir de la cama por las mañanas.

Una gran parte de ella desearía quedarse aquí para siempre, pero la otra parte tiene miedo.

Tiene tanto miedo de hacer algo que lo arruine todo. No está segura de qué exactamente, pero la idea está constantemente en su mente. El miedo a comprometerse con esta relación.

Quizá sea porque es lo más real que ha tenido nunca, lo que empeoraría las cosas si se acabara.

Otra parte de ella aún se pregunta qué querría el matrimonio de ella. Es... siente que no merece su amor, su cuidado. La forma en que la tratan.

Pero aparta esa sensación porque es algo tan increíble lo que le está pasando que no puede dejar que su miedo anule su verdadera felicidad.

Un cuerpo detrás de ella se mueve. Lisa está durmiendo en el centro esta vez, con Jennie y Rosé a cada lado y Jennie sonríe cuando puede sentir la presión de la frente de Lisa contra su espalda.

Vestida únicamente con bragas, la respiración de la castaña se entrecorta cuando siente la mano exploradora de Lisa haciéndole suaves cosquillas sobre su estómago y sus tetas. Juega con sus pezones y al instante una sensación recorre el cuerpo de Jennie y la deja con ganas de más.

Gime suavemente, presionando más el culo hacia atrás, y sonríe cuando oye la respiración irregular de Lisa. Toma la mano de la pelinegra con la suya y la guía hacia sus muslos para darle a Lisa la indirecta.

Y ella lo entiende. La mano de Lisa recorre sus muslos, su culo. Con delicadeza, para hacerle cosquillas. Un poco más fuerte, para estimular algo más. Se acerca peligrosamente al centro de Jennie, tanto por delante como por detrás, y los simples toques son más que efectivos.

Luego, los labios de Lisa se suman a todo. Besos de Lisa en su hombro, en su cuello. Besos alrededor del lóbulo de su oreja y una respiración agitada que le pone la piel de gallina y le produce escalofríos.

Dios. Su cuerpo reacciona con tanta intensidad a las caricias más sencillas y Jennie gime más fuerte cuando la lengua de Lisa acaricia ese lugar de su hombro que tanto le gusta. Esa mano sigue explorando, provocando y conteniéndose.

Jennie, tendida de lado, se tumba boca abajo. Por una vez, no siente la necesidad de tomar el control.

Simplemente deja que Lisa marque el ritmo. Permite que se burle de ella porque, sinceramente... Le encanta. Le encanta la forma en que su cuerpo se estremece en el momento en que la mano de Lisa le aprieta el culo y sus dedos se introducen entre sus muslos sin llegar a tocarla demasiado.

Gimiendo, Jennie empuja hacia atrás, pero Lisa no cede y se queja cuando gira la cabeza hacia Lisa.

─Buenos días, preciosa, ─ murmura Lisa con una dulce sonrisa, antes de impulsarse hacia delante para juntar sus bocas en un beso descuidado, pero ardiente. Y entonces, Lisa se retira con otra sonrisa.

─Oh. ─ Puede que haya olvidado que es fin de semana y que tienen tiempo para hacer lo que quieran.

─Te amo. ─ Los ojos marrones de Lisa son preciosos por la mañana, cuando el sol se cuela entre las cortinas. Son tan claros, tan bonitos.

Always | JENLICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora