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La cirugía la distrae. Está totalmente concentrada en todo lo relacionado con la medicina, capaz de apartar de su mente a las dos mujeres que han estado ocupándola con demasiada frecuencia y durante demasiado tiempo.

Puede que haya intentado evitarlas, pero no pudo. Nunca puede mantenerse alejada de ellas y, por alguna razón, Lisa ha aparecido una o dos veces con café en la mano, simplemente para dejárselo.

En una ocasión, Jennie estaba en el quirófano y Jimin se lo guardó para que se lo bebiera más tarde. Se había enfriado por completo, pero no pudo dejar de sonreír ante la idea de que Lisa le trajera el café. Jimin la miró como si le hubiera salido un ojo de más.

Y Rosé. Cuando Jennie hacía guardia hasta las doce de la noche, Rosé se presentaba a las ocho de la mañana del día siguiente con una bolsita que contenía muffins para Jennie, sus favoritos.

La rubia lucía como si acabara de levantarse de la cama, pero se había limitado a decir que no quería que Jennie se olvidara de comer. Jimin se burló de la castaña durante todo el día y a ella no le importó en absoluto.

La hace feliz. Poder ver a esas dos mujeres con tanta frecuencia y las molestias que se toman para verla a ella es ridículo.

Y por eso, ella ha estado intentando hacer lo mismo aunque su horario es absolutamente horrible a veces.

Una vez, cuando tuvo un descanso, se presentó dudosa en el edificio en el que trabaja Lisa y se dio cuenta de que ni siquiera sabía a qué planta tenía que ir.

Tuvo que preguntar a los de seguridad y se quedó parada con la bata puesta, sin saber si era apropiado presentarse así.

No quería avergonzar a Lisa, pero en cuanto la pelinegra la vio, Lisa inmediatamente le mostró la oficina e incluso le presentó a su jefa.

Una mujer de aspecto aterrador que sonrió en cuanto vio la bata de Jennie y le agradeció su servicio como si se hubiera alistado en el ejército.

En otra ocasión, pasó por el apartamento de Lisa y Rosé porque sabía que la rubia estaría allí, probablemente trabajando en uno de sus libros.

Entró y encontró a Rosé durmiendo en el estudio, con la cabeza sobre el teclado, y unas treinta páginas llenas de la letra 'A'.

Sin estar segura de sí sería inteligente despertar a la mujer, lo hizo de todos modos y Rosé se había mostrado lo suficientemente emocionada como para prepararle un delicioso almuerzo.

Y esas pequeñas cosas son a las que Jennie se ha vuelto adicta. Lo único que desea es ver esas sonrisas invaluables en sus rostros cada vez que ella aparece inesperadamente.

Es en lo único que piensa en cuanto sale del quirófano y lleva su diario médico a la estación de enfermeras.

O bueno, el puesto de enfermeras que ella y Jimin secuestraron en cuanto empezaron a trabajar aquí.

Jimin está sentado allí, con una sonrisa de mierda en la cara y ella levanta su mano porque no quiere oírlo.

─ Mi turno está a punto de terminar. Necesito escribir. ─ Dice y Jimin resopla, antes de girar sobre su silla y volver a mirarla.

Ella intenta concentrarse en la operación que acaba de terminar, pero no puede concentrarse ahora.

Por supuesto, sus pensamientos se desvían hacia las dos mujeres de su vida.

Es solo que no quiere interpretar todo lo que hacen, todo lo que dicen.

No quiere reconocer que están más unidas físicamente de lo que Jennie jamás ha visto en otras amigas supuestamente platónicas.

Always | JENLICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora