Prólogo

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Tres meses antes

Vamos, tienes que entrar de una vez Me decía a mí mismo.

Ahí estaba yo: parado en frente del gran establecimiento llamado Blue Lebel, la primera academia para: gays y lesbianas. Era un instituto muy hermoso, el edificio era de un azul verdoso y se veía muy amplio desde afuera. Todo estaba vacío. Apuesto a que todos están en clase.

Tienes que entrar Finn. Aspiro una gran bocanada de aire y luego la expulso. Empiezo a caminar hacia el interior de la academia.

Los pasillos eran largos, el suelo era de diversos colores y las paredes eran blancas con rayas azules. Todo estaba muy ordenado y perfectamente colocado en su lugar.

Camino entre varios pasillos hasta llegar a la recepción. Ahí estaba una mujer que debería tener como unos treinta años escribiendo en una computadora.

―Ahmmmmm... ―Tartamudeo para que la mujer note mi presencia, ella desvía la vista de su ordenador y me observa a mí―... ¡Hola!, vengo para inscribirme.

―¡Buenos días! ―Me saluda con una linda sonrisa―, vale, sólo deme unos minutos y lo atiendo.

―No hay problema ―Le respondo.

Estudiar aquí debe ser un sueño. Pienso mientras observo el entorno. Al fin hacen un instituto para homosexuales, en la secundaria me trataban mal por mi orientación, estaba harto de todo. El último día que pasé ahí fue uno de los más felices de mi vida.

―¡Todo listo! ―Escucho la voz de la recepcionista y me volteo para encararla―. ¿Cuál es su nombre?.

―Finnick Matthews ―Digo. Ella se limita a escribirlo en su computadora.

―Muy bien señor Matthews. ¿En dónde vive?.

―En West Palm.

―Okey. ¿Cuántos años tiene?.

―Dieciocho.

Luego me hizo unas preguntas más, no de tanta importancia y me pidió mis notas de la secundaria. No son las notas perfectas, dignas de llamarlas de un cerebrito, pero no son malas.

El sonido del timbre llenó el aire silencioso, y al cabo de tres minutos, los pasillos estaban llenos de chicos y chicas -más o menos de mi misma edad-.

De inmediato la multitud se empezó a juntar entre grupos y mini grupitos. Por ser una academia para homosexuales, honestamente, pensaba que las personas iban a ser raras o algo así. Pero los juzgue mal. Todos aparentaban ser normales de cierto modo.

La mayoría de los chicos eran muy guapos, sin dejar de lado a las chichas.

Luego volví mi vista hacia Lucía, la recepcionista, estaba tan nervioso que ni siquiera me fijé en la placa que contiene su nombre. Por el rabillo del ojo sentí que me observaban, giré mi cabeza, y así era.

Un chico un poco más alto que yo, súper guapo -creo que el más guapo de la escuela-, tenía cabello rubio y corto, unos ojos azules que cualquiera se puede perder en ellos y una mirada que me derritió apenas la vi. Él pasó en frente de mí y me dedicó una hermosa sonrisa. No dejé de mirarlo y baje la mirada hacia su trasero que, en sus bermudas color rojo, se veía bastante abultado.

Me quedé petrificado al estar en presencia de tal individuo tan perfecto.

―¿Señor Matthews? ―Me llama Lucía sacándome del trance en el que estaba.

―¿Ah? ―Me coloco de frente para verla.

―Su inscripción está lista, dentro de unos tres meses comenzará el siguiente semestre ―Ella sonríe y yo se la devuelvo.

―¡Muchas gracias!.

Me alejo rápidamente de la recepción y me dirijo a la salida. Al pasar entre los pasillos, algunos chicos -y algunas chicas- se me quedan viendo y otros siguen en lo suyo.

Mi objetivo era la salida, pero ahora, algo me obligó a seguir al hermoso chico que me mostró sus hermosos dientes tan perfectos como él. Me desvío de mi camino y recorro otros pasillos que no había recorrido antes.

Observo varias caras tratando de no ser tan obvio en mi búsqueda, pero ninguno es el chico que pasó en frente de mí.

Luego, al pasar por otro pasillo, lo encuentro. Lo malo es que está hablando con otros dos chicos. Apenas lo veo él también lo hace. El contacto visual hizo que me escondiera en el pasillo anterior por unos segundos.

Luego vuelvo a pasar por el pasillo y esta vez está sólo y revisando su casillero. Es perfecto. De perfil, de frente, de espaldas; de cualquier manera en la que lo veas es un placer para la vista.

Pero de espaldas mi favorito.

El chico cierra el casillero y lleva consigo unos libros, luego empieza a caminar en dirección contraria del fondo del pasillo. Se dirige hacia mí pienso algo alterado. Ya estaba a pocos centímetros del lugar en dónde estoy. Así que corro hacia otro pasillo y actúo como persona normal.

Noto que observa el pasillo en el que estoy por un segundo y luego se da la vuelta y camina en dirección contraria a mí. Que bueno que no vino.

No espero otro minuto más y empiezo a seguirlo, ¿por qué?. No tengo ni la más mínima idea. Es que no puedo dejar de mirarlo.

Lo persigo a una distancia no tan sospechosa como por tres pasillos más y hasta ahora no se da cuenta que lo sigo. Sin embargo, mi secreto no tardo mucho en salir a la luz.

Me quedo pasmado al ver que el chico se dirige hacia mí, esta vez no sé cómo actuar y me quedo paralizado observándolo, mientras él camina con una leve sonrisa en su rostro.

―¿Se te perdió algo? ―Pregunta con una voz grave pero melodiosa y colocándose muy cerca de mi cara. Mi corazón está acelerado, siento como si se me fuera a salir de mi pecho.

―¿A m...mi...? No... Solo venía por la inscripción y... ―Tartamudeo. El timbre volvió a sonar y la mayoría de los pasillos se vaciaron en poco tiempo. Quedando el chico y yo―... ¿No deberías ir a clase?.

―El profesor siempre llega tarde ―Su sonrisa pícara no ha desaparecido desde que me observó―. Con que vienes por la inscripción ¿no?.

―Así es ―Respondo, esta vez con un poco más de autoridad.

―Bien ―El ángel se acerca cada vez más y al cabo de unos segundos su rostro queda bastante cerca del mío. Siento mi corazón palpitar a una velocidad muy alta, como si quisiera salirse de mi pecho. El azul oscuro de sus ojos se encontraron con el azul claro de los míos. ¡Es tan perfecto! Viviría para siempre si este momento duraría por toda la vida. Siento un fuerte impulso de besarle, justo en el segundo en que lo iba a hacer se aleja de mi rápidamente.

  ―¿Sabes? ―dice con voz suave y angelical― Amo tus ojos ―sus blancos dientes perfectos se dejan ver mientras sonríe. Tardé un poco hasta que capté su halago y sonreí.

  ―Y yo los tuyos ―sigo con el momento. 

  ―Esperemos que se vuelvan a encontrar el próximo semestre ―él guiña un ojo y luego se aleja dejándome con las ganas de más. No dejo de verlo hasta que desaparece entre las paredes.

Justo cuando se va mi corazón simplemente late mucho mas rápido, lo cual pensaba que era imposible. Me quedo estático. Mi cerebro aún sigue en shock por la belleza del muchacho y la perfección del momento. Pero todo acabó cuando me dí cuenta de que no le pedí su número de teléfono, ni siquiera su nombre me mencionó. 

El próximo semestre pensé con ansias.








Hooola gente!, este es el prólogo de mi obra (NOOOOOO... ¿ENSERIO?), espero que les haya gustado :) Recuerden votar y comentar cualquier cosa que se les venga a la mente e.e, se los agradecería mucho. Bueno, no hay más nada que decir.

¡Hasta luego!.

Gay AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora