Capítulo cuatro: Nuevo contacto

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Ahí estaba. El chico que me tuvo loco todas las vacaciones antes de comenzar las clases. Alejándose lentamente mientras yo simplemente lo veía con dolor, parado en medio del pasillo con gente caminando en diferentes direcciones. ¿En qué estaba pensando? ¿Que cuando lo viera me iba a pedir que fuéramos novios? ¿Qué era lo que me tenía tan loco por él? Me siento tan estúpido. Miles de preguntas llenaron mi mente, no sé por qué me sentía tan confundido, como si hubiera regresado en el tiempo a cuando me enteré de que era gay.

El sonido de mi teléfono hace vuelva a la tierra. Adam me llamaba.

―¡Hey! ―trato de sonar alegre, ocultando todo el dolor que sentía en ese momento―, ¿qué pasó?

―Te estoy esperando en Starbucks ―me avisa Adam detrás del teléfono―. Estoy a punto de terminar la fila, la cual era bastante larga, al parecer todo el mundo olvidó tomar café... Umm... ¿qué quieres que te pida?

―Ya voy para allá ―comienzo a caminar a dirección contraria hacia donde fue Hesh. No lo hice a propósito, automáticamente mi cuerpo se dirigió hacia acá― Ummm... Pídeme un latte mediano y ponle cuatro bolsas de azúcar, me da igual la que escojas.

―¿Cuatro bolsas? ―pregunta Adam sorprendido―. No es por nada pero, la diabetes es real.

―No me digas, Adam ―digo sarcásticamente.

―Yo sólo digo. No quiero que te enfermes.

―Aaaawww, tan lindo tú preocupándote por mí ―una sonrisa juguetona aparece en mi rostro mientras Adam se queda sin palabras. Me imagino claramente la cara ruborizada de él.

―Si si si, lo que tú digas ―responde Adam con un poco de seriedad―. Apúrate que ya me toca en la fila.

Quito el celular de mi oreja y le cuelgo. La sonrisa aún sigue en mi rostro mientras bajo las escaleras del edificio hasta llegar a planta baja. Adam me hizo sentir mejor en muy poco tiempo. Por un segundo olvidé todo lo que ocurrió hace cinco minutos sin problema; todo gracias a él. ¿Debería decirle que Hesh tiene novio? Nah, de seguro se dio cuenta cuando lo vimos el sábado.

Cuando salgo del edificio, el sol cubre mi cara y hace que entrecierre los ojos. El clima está bastante cálido, lo cual me encanta. Menos mal que el Starbucks no está tan lejos del edificio, espero que se convierta en una costumbre ir luego de nuestra primera clase.

Cuando entro al Starbucks, llega ese olor que tanto amo: el de café; pero no un café fuerte, sino uno dulce y agradable. Giro mi cabeza hacia la izquierda, «Okey, ahí no está» luego hacia mi derecha, ahí estaba Adam sentado en una mesa cerca de la ventana con su teléfono y dos bebidas.

—Hey —digo al sentarme en frente de él.

—Te tardaste demasiado, ya tu café debe estar frío —responde con todo burlón.

—No seas exagerado, claro que no —me río y tomo un sorbo del vaso de café—. Aún sigue caliente.

Adam suelta una sonrisa con sus labios cerrados y vuelve a concentrarse en su teléfono. Lo que amo de Starbucks es que, puede estar lleno de gente y aún así hay tranquilidad. Es como si estuviéramos en una biblioteca.

Luego de tomar otro sorbo, noto que Adam se ha quedado callado, con la fija mirada en su celular, lo cual no es normal. A pesar de que lo conocí hace poco, sé como es su actitud, él siempre suele hablar mucho, lo cual no me molesta porque a mi me cuesta sacar buenos temas de conversación.

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⏰ Última actualización: May 28, 2018 ⏰

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