Prólogo

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La historia de una reina abeja es verdaderamente desgarradora. Tras la trágica pérdida de su madre, la joven abeja ha experimentado un sinfín de desafíos. A pesar de su dolor, logró obtener una beca para asistir a una prestigiosa academia, donde lamentablemente fue maltratada y menospreciada debido a su condición de pobreza y fragilidad.

“Es incomprensible”, susurró la joven mientras era acosada por un grupo de compañeras. “Maldita basura”, murmuraron todas en un arrebato de odio hacia la joven abeja.

Siempre he sabido que soy diferente. Hace muchos años, estuve al borde de la muerte, pero fui rescatada por la picadura de una abeja. Parece absurdo, lo sé, pero permítanme detallar un poco más. Aquel día estaba jugando con una pelota cuando, de forma accidental, la lancé a la carretera. En ese preciso instante, una abeja me picó en el cuello, y en ese mismo momento, un automóvil pasó a gran velocidad, colisionando con la pelota e impidiendo así que me sucediera algo terrible.

"¿Me salvaste?" Miré a la abeja revolotear, pero algo dentro de mí comenzó a palpitar fuertemente. "¿Abejas?"

El tiempo ha pasado rápidamente y ahora ya no soy una niña, sino una joven de 16 años.


Mientras deambulaba por las calles en la oscura noche, inhalé profundamente y contemplé la densa neblina que me envolvía

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Mientras deambulaba por las calles en la oscura noche, inhalé profundamente y contemplé la densa neblina que me envolvía. Sostenía una bolsa de comida en mis manos cuando fui derribada por un joven que llevaba una bufanda, provocando que cayera aparatosamente.

- ¡Ay! - exclamé, sintiendo el ardor en mis rodillas tras el impacto.

El chico se apresuró hacia mí y preguntó preocupado por mi estado, mostrando una expresión de sincera inquietud en su rostro. Con delicadeza, tomó mi mano y me ayudó a incorporarme. Al contemplar su semblante, algo en él me atrajo, quizás su cordialidad o su modo de tratarme con amabilidad, a pesar de mi aparente vulnerabilidad y modestia.

- Lamento mucho lo sucedido, señorita - se disculpó el joven, suavemente el roce de su bufanda acarició mi rodilla antes de levantarse con rapidez y huir del lugar.

- ...- Caí de rodillas, con el corazón retumbando en mi pecho. Algo se encendió en mi interior, aunque no lograba entender el motivo. - No me dijo su nombre - musité para mí misma.

De regreso a casa, al ingresar, fui recibida por un pequeño robot en forma de abeja.

- Bea 3000, enciende las luces por favor - solicité, algo cansada por el tumultuoso encuentro.

- Sí, por supuesto, señorita - respondió el robot, encendiendo las luces.

Luego de rechazar la cena, subí directamente a mi habitación para escribir acerca de mis apreciadas amigas, las abejas.

- Día dos mil doscientos treinta y tres. Hoy encontré a una abeja maltratada y la cuidaré a partir de hoy y conocí a un gran chico jejeje.

Bea x Edgar la historia de una abeja solitaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora