2. Cambios

149 7 0
                                    

Tres años después

Mientras se abrocha la chaqueta para protegerse del frío aire de la tarde, Alba Reche sale al porche de la granja.

Aunque el aire era bastante frío, Alba podía intuir por la luz del día que las temperaturas pronto subirían y que el verano estaba a la vuelta de la esquina. Envolviendo sus manos alrededor de la taza de té caliente que sostenía para resguardarse lo que podía del frío, se sienta en el sofá del porche perdida en sus recuerdos.

Alba siempre echaba de menos a Natalia, pero de alguna manera siempre la extrañaba más cuando llegaba el verano. Durante esos calurosos meses, el dolor se transformaba en un sufrimiento inaguantable dónde todo le recordaba a su amor perdido.

En lugar de fijarse en los caballos cuando los sacaba a pastar o en el hermoso riachuelo que se encontraba junto a la granja, Alba veía a Natalia corriendo entre los caballos persiguiéndola o tomando el sol a la orilla del río. Las sonrisas que le regalaba con sus dientecitos o las miradas provocadoras que le echaba cada dos por tres. Pero, sobre todo, recordaba aquellos cálidos abrazos que le daba levantándola del suelo, los apasionados besos o su dulce voz mientras le cantaba al oído.

Ella sonríe al recordar que Natalia no siempre se había alegrado de verla.

Recordaba el primer verano en el que Damion la trajo a la granja cuando ella tenía 14 años. Natalia seguía el ejemplo de su hermano llamándola pequeña mocosa y echándose a correr para esconderse de ella cuando querían estar solos hablando de sus cosas. Alba, por otro lado, había quedado prendada de Natalia desde el primer momento en que la vio. Siempre había pensado que su hermano era el chico más guapo del pueblo y el chico ideal, pero Natalia era la combinación perfecta de todas sus fantasías adolescentes. Sin embargo, Natalia parecía que ni siquiera notaba la existencia de Alba.

Tampoco es que Natalia fuese alguna vez mala o grosera. Sus buenos modales siempre la convirtieron en la invitada perfecta. Cada vez que iba a la granja traía regalos para todos: dulces o cualquier material de pintura para Alba, flores para su madre y un buen vino para su padre. Además, Natalia siempre insistía en ayudar con las tareas de casa, aunque la familia no se lo permitiese.

- No tienes por qué hacer esto - protestó Alba, pero Natalia entró en la cocina, empezó a secar los platos con un trapo y a guardarlos en su sitio - Eres una invitada, no hace falta que hagas esto.

La mano de Natalia rozó la de Alba cuando esta le pasó un plato para secarlo y el corazón adolescente de Alba se aceleró descontrolado debido al inesperado contacto. Ella se giró rápidamente para intentar ocultar sus sonrojadas mejillas.

Natalia hablaba constantemente mientras trabajaban en la granja. Su curiosidad por la vida en la granja era superior a ella.

Hacia muchas preguntas sobre la granja, pero nunca le preguntaba nada sobre ella. Alba aceptó rápidamente que Natalia no la veía como una mujer interesante. Cuando no estaba picándola o ayudándola con las tareas, parecía que era un fantasma inexistente.

No la culpaba por no haberse fijado en ella desde un principio, al fin y al cabo, era una niña que no se preocupaba por su apariencia y que tampoco iniciaba muchas conversaciones porque siempre se quedaba embobada admirándola y se moría de vergüenza cada vez que tenía que dirigirle la palabra.

Hasta el verano antes de que cumpliese 17 años.

Alba se había teñido el pelo rubio cortándoselo a la altura de los hombros y había aprendido a maquillarse consiguiendo unos ojos de gata que hacían aún más llamativos sus hermosos ojos color ámbar. Cambió la ropa cómoda y ancha que llevaba siempre en la granja por ropa más ajustada que realzaba sus curvas.

Alba llevaba 2 años sin ver a su hermano y a Natalia y esperaba impacientemente la llegada de estos. Normalmente, siempre esperaba en el porche de la casa, pero esta vez esperó dentro de casa hasta que escuchó como llegaban y salió a recibirlos en el comedor una vez entraron.

Cuando Damion vio a su ya no tan pequeña hermana se quedó boquiabierto y con los ojos como platos ante tan gran cambio - ¿Quién eres y que has hecho con mi pequeña mocosa?

En cuanto la vio, Natalia dejó la bolsa que llevaba al suelo ante tal sorpresa, se cruzó de brazos apoyada contra la pared y miró con expresión seria a Alba de arriba abajo.

- Parece que tu hermana pequeña ha crecido, amigo.

Alba estaba muy satisfecha de que Natalia por fin se fijase en ella, pero no dijo absolutamente nada temiendo estropear el momento.

- Madre mía - dijo Damion todavía sorprendido - Si llego a saber que te convertirías en esta pedazo de mujer, nunca hubiese traído a casa a esta casanova - dijo mientras señalaba a Natalia.

- ¿Casanova? - preguntó Rafi, la madre de los Reche, mientras entraba en el comedor con bebidas para todos. Por un momento el pánico inundó a Alba al pensar que Natalia podía tener pareja, pero esperó pacientemente a que Damion respondiera la pregunta de su madre.

- Sí, las mujeres están locas por ella - explicó Damion con una sonrisa - Dondequiera que vayamos las mujeres siempre van detrás de ella. Me he tenido que sacrificar muchas veces y sacarle a las mujeres de encima.

- ¿Sacrificarte? - preguntó Natalia con una sonrisa pícara.

- Nunca has parecido interesada en la atención de las chicas. Siempre intento ahorrarte la molestia.

- Yo creo que algo acaba de despertar mi interés... - dijo mientras miraba atentamente a Alba y esta se sonrojaba.

- Seguro que esta noche llamarás la atención de muchas chicas en el baile - dijo Alba mientras fantaseaba con ser la acompañante de Natalia.

- ¿Qué baile? - preguntó Damion.

- No me puedo creer que hayas olvidado el baile anual de las fiestas del pueblo - dijo Alba sorprendida.

- Es verdad. La música es un poco antigua, pero la comida siempre es buena. ¿Quieres ir? - le preguntó a Natalia.

- Si no queréis ir porque estáis muy cansados lo entiendo... - dijo Alba mientras contenía la respiración esperando la respuesta. Estaba deseando bailar con Natalia sintiendo sus brazos a su alrededor y poder hablar con ella a solas sin Damion por el medio.

- Por mí vamos. No sé qué piensas tu Damion, pero yo no dejaría ir a tu hermana sola con todo el mundo babeando detrás de ella... Necesita a dos guardaespaldas que mantengan a raya a cualquiera que quiera acercarse a ella.

- Tienes razón - dijo Damion.

Alba estaba quieta como una estatua intentando no mostrar su emoción. La última cosa que quería era espantar a Natalia debido a sus ansias por compartir la noche con ella.

- ¿Tienes una cita? - preguntó Natalia pillándole por sorpresa.

Alba volvió a sentir pánico multiplicado por mil. Le preocupaba mucho que Natalia pensase que era una don nadie si decía que no tenía una cita.

Pero Damion salió a su rescate - Nadie tiene una cita para el baile. Todo el pueblo acude para pasar una buena noche sin importar quién te acompañe.

SOY YO - albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora