HINATA Y NARUTO

297 49 12
                                    

—Te vas a hacer daño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Te vas a hacer daño.

Naruto ha comprobado que la puerta del garaje está bloqueada, posiblemente debido al corte de suministro que ha afectado al mecanismo. Ese es uno de los objetivos de su mandato: cambiar la puerta por otra de calidad superior que no les deje con los calzones abajo, cada dos por tres. 

Ese, y la mejora de los techos y el suelo agrietado en algunas plazas. A lo que, por descontado, los vecinos tocapelotas se han opuesto.

La advertencia de Hinata, viendo la maniobra, le llega tarde. Al querer abrirla de modo manual, nota un tirón en la zona lumbar, se le escapa un improperio y se queda doblado, demudado de dolor, incapaz de ponerse derecho.

—Mira que lo veía venir... —Ella chasca la lengua y va en su ayuda—. ¿Te crees Superman para querer mover ese pedazo de puerta tú solito?

—Con tal de no oírte protestar hubiera intentado mover el edifico entero.

—Eso. Ahora di que la culpa de que casi te hayas roto la espalda es mía. ¿Quieres que llame a urgencias?

—¡Por favor! Tienes tendencia al dramatismo por lo que veo. Es solo un tirón muscular, nada más. Lo malo es que debemos olvidarnos de utilizar el coche hasta el lunes, como pronto. En estas fechas, y siendo fin de semana, dudo mucho que vengan a reparar la puerta.

Hinata mira la esfera de su reloj de pulsera y tuerce el gesto. No llega a la cena ni con bula papal, lo único que puede hace es avisar a su padre del incidente y pedirle que la disculpe con los clientes; él es muy capaz de cerrar el trato sin su ayuda, tiene profesionalidad y encanto más que suficientes.

Sin una palabra, se mete en el coche y lo aparca en su plaza. Sin salir, busca el móvil, marca el contacto de su padre y espera a que atienda la llamada.

Naruto, moviéndose despacio porque el dolor de la espalda lo mata, la oye hablar desde lejos. Tampoco le queda otro remedio a él que disculparse con sus tíos. Sábado y en plena época vacacional: no va a encontrar un taxi que lo acerque al lugar de la cita ni en sueños; lo mejor es olvidarse del asunto y que sus tíos decidan por sí mismos.

Haciendo de tripas corazón, moviéndose con mucha lentitud, consigue aparcar de nuevo y llama. No ha terminado de explicar qué le ha ocurrido cuando Hinata se acerca a la ventanilla, se acoda en ella y pregunta:—¿Cómo estás, gran hombre?

A él lo descentra que ella esté tan cerca; al otro lado de la línea guardan silencio durante un par de segundos.

—¿Estás acompañado, Naruto?

—Estoy en el garaje, tío.

—Pero acompañado, oye no soy sordo.

—Es una vecina que también quería salir.

—Ya. Escucha, hijo. —Nota que baja el tono de voz haciéndolo confidencial—. No voy a decirle a tu tía que nos has dado plantón por una chica, pero lo comprendo. Ya me contarás con más detalle, espero que sea bonita.

¿Nos Enrollamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora