08

318 31 4
                                    

De vuelta en el hotel, Enzo salió al balcón. Después de quitarme los tacones, encontré sus pantuflas peludas y me uní a él.

Estaba tenso, mirando el manto de luces que se encontraban en las calles de abajo.

Recordando anoche cuando él no estaba listo para tener sexo y solo quería hablar, decidí seguir la misma acción.— Bueno, la empresa se ve bien. — Decidí apoyarme en la pared del balcón frente a él.

— Comenzaron de la nada y lo construyeron honestamente. Todos sus artistas trabajan duro y con mucha integridad. Es algo que aman y de lo que están orgullosos y no quieren renunciar.— Proseguí, diciendo todos los hechos que había logrado saber de aquella cena.

Me lanzó una mirada sin humor.— Gracias por el resumen. Soy el villano que intenta quitarles sus sueños.

Empujé mis labios en una línea plana.— Parece que a menudo eres el villano de la historia.

— Supongo que para ellos lo soy.

Mirándolo durante un largo rato, finalmente hablé.— Pero creo que te agrada Blas.

Enzo se burló.— No importa si me agrada. Él no me dará dinero. El negocio sí lo hará.

— No, lo entiendo. Es como cuando suelo trabajar en... ya sabes. Apago todas las emociones. Por eso no doy besos en los labios. Cuando estoy con un hombre me convierto en un completo robot, no me importa mucho realmente.

Enzo me dio una sonrisa de dolor.

Ups. Le acaba de decir que hacerlo con él no significaba nada para mi.

— Por supuesto, no es así cuando estoy contigo.— Una sensación extraña me invadió. Lo que dije no fue un halago para él, sino la verdad. Me hizo sentir diferente anoche durante aquello.

— Por supuesto, no conmigo — Estaba claro que se sentía incómodo. Había una pizca de crueldad en sus ojos —. Tú y yo somos criaturas muy parecidas; jodemos a la gente por dinero.

Eso me hizo estremecer. Sabía lo que era, pero oírlo a él decirlo de aquella forma... me chocaba. Sin embargo, mientras lo miraba, podía ver que su tensión estaba creciendo. Lo que dijo no fue un golpe hacia mí, sino que parecía más bien ser un golpe directo para él mismo. No supo cómo dejar salir sus frustraciones y se desquitó conmigo.

— ¿Quieres hablar de esto? — Mantuve mis emociones frías, mostrándole que sus malos modales no me afectaban de ninguna manera.

— No.

Me encaminé hacia él desde el balcón.— Tengo una idea. ¿Qué tal si contratamos algo de servicio a la habitación, vemos películas antiguas y simplemente nos relajamos frente al televisor como verduras?

— ¿Cómo verduras?

— Sí. Acuéstate y relájate, como las verduras.

Sacudió la cabeza y se puso de pie. — Hazlo tú. Yo volveré más tarde.— Regresó a la habitación y cogió una tarjeta de acceso, pero no su abrigo ni su cartera.

— ¿Adónde vas?

— Sólo abajo, por un rato.— Y salió de la habitación.

Dándole espacio, decidí no perseguirlo. Me quité el vestido y lo colgué en la percha, luego me quité todo el maquillaje y las horquillas del cabello. Al no tener otra ropa, me quedé con la lencería que llevaba debajo del vestido y me volví a poner la bata grande y cómoda que había usado la primera vez que vine aquí. Decidí pedir una hamburguesa con patatas fritas al servicio de habitaciones y puse una película romántica antigua.

Pretty woman ; Enzo Vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora