046: San Valentín

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A Alastor no le interesaría el día de San Valentín; de hecho, ninguna festividad le interesa. Las ve como fechas sin importancia. Sin embargo, no las odia y, si puede ir a una fiesta con conocidos que lo hayan invitado en uno de esos días, no se negaría. Eso incluye ese día, aunque con un ligero cambio, pues ahora tiene pareja y sabe que ese día celebra las parejas más que nada, y él no perdería la oportunidad de celebrar a su novia.

Sabía que sería difícil igualar o superar lo que tendría planeado Charlie, por lo que deberá esforzarse bastante.

Ese día se despertaría con la molesta sensación de una cama vacía; Charlie no estaba con él. Al levantarse, encontraría una nota con un garabato de ambos sobre su mesa de noche que cantaría una canción cursi. Después, Charlie irrumpiría en la habitación con una bandeja de comida, exclamando un "¡Feliz San Valentín!" y terminando de cantar la canción de la carta. Se lo daría a Alastor, que seguía en cama, dejando ver la jambalaya que hizo para él. Él se quedaría estupefacto, preguntando si la hizo siguiendo su receta, y Charlie asentiría feliz mientras lo ve degustarlo y la felicita por hacerlo perfecto, tratando de ocultar el rubor que saldría de sus mejillas al agradecerle el detalle.

Ni siquiera había pasado una hora y ella ya lo había sorprendido con algo lindo.

Lo próximo que haría sería invitarla a una cita que tanto les encanta, una caminata sencilla por el parque sin ser molestados, pero Charlie nuevamente lo sorprendería con un picnic, sabiendo que él querría salir. En medio de eso, le daría de regalo flores y una joya que se veía costosa, y ella lo recibiría encantada y emocionada mientras hace aparecer algunos de los muchos regalos que tendría preparados para él. Después, irían a bailar, y acabaría con Charlie tomando las riendas y guiandolo a través del baile.

Alastor, ya perdiendo la cabeza por ser superado por su novia con detalles y queriendo tener el control, terminaría todo con una cena elegante donde todo lo que se le pudiera ocurrir estaría cubierto: su comida favorita, vestimenta elegante, ambiente y música ideal. Y cuando creyera que había hecho algo merecedor (y superador), ahí estaría ella diciéndole que le escribió un poema. Mientras lo recita, se daría cuenta de que es imposible superar a Charlie. ¡Y por supuesto que lo era! Ella era el ser con el corazón más puro que había; nadie se le podía igualar, y él tenía la fortuna de ser a quien le dedicara esta clase de atención y cariño. Ella era perfecta después de todo.

Cuando acabara, Charlie notaría cómo la sonrisa de Alastor estaba torcida y tenía los ojos muy abiertos. Preocupada, preguntaría si estaba bien, hasta que notara que de sus ojos brotaban lágrimas. Era la primera vez que lo veía llorar, y era la primera vez que él lloraba en realidad. Pensando que hizo algo mal, se le acercaría, pero por primera vez en la noche él la sorprendería sujetándola de la cintura y haciéndola girar para que se sentara en sus piernas.

"— Estoy perfectamente bien, querida. La suerte que tengo de tenerte nunca dejará de sorprenderme." —respondió volviendo a tener la sonrisa dulce que siempre le daba a ella.

"— ¿De qué suerte hablas?"

"— La suerte de tenerte, por supuesto. Quería que hoy fuera perfecto, darte algo maravilloso, y hacer algo superador a lo que tú harías, pero no puedo ganarte, cariño."

Charlie lo miraría con los ojos brillantes y sonreiría mientras limpia sus lágrimas.

"— Alastor, no necesitas hacer nada de eso, porque ya lo haces cada día estando a mi lado. Tú eres el regalo perfecto para mí."

Y de nuevo venían las lágrimas, esta vez por parte de ambos, junto con un beso y una canción de pareja. Al final el San Valentín que ambos imaginaban fue mejor de lo que esperaban.

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