3.

56 9 1
                                    

Ambos estaban como en otro mundo, hablaban sin pensar bien lo que decían, ni siquiera podían entender que decían algunas veces, pero, se estaban divirtiendo como nunca.

Claro, ¿Quién no? Estaban muy ebrios.

Ambos estaban acostados sobre el tejado, mirando el cielo que empezaba a pintarse de naranja.

—Eres muuuy lindo, ¿Sabes?—dice el pelinegro con una sonrisa.

El contrario lo mira confundido.

—¿Dijiste...? ¿Dijiste algo?—Nick cada vez más siente como sus ojos se van cerrando poco a poco.

—Que eres, tú... Tú eres muy lindo...

—¿Lindo?—pregunta Nick abriendo los ojos para verlo.

—Ujum. Lindo.

—Tu si lo eres.

—No, no, no, tu lo eres.

—¿Ah sí, por qué?— se acomoda y lo mira esperando su respuesta.

—¿Por qué...? A ver, emmm, porque cuando tocas las guitarra... Cuando la tocas te ves muy bien, entre otras muuuchas cosas, y... ¿Yo, por qué crees que soy lindo eh?—dice algo burlón.

El contrario lo mira y sus mejillas se tornan rojas.

¿Qué tenía que decirle Nick ahora?

—Bueno... ummm.

Charlie se acerca decidido al príncipe, que todavía estaba acostado sobre el tejado.

Cuando los dos estás frente a frente, casi podían escuchar su respiración y el corazón de Charlie, que sin exagerar se podía decir que se le iba a salir en ese mismo instante.

—¿Qué haces?—se ríe despacito y no despega su mirada de esos ojos azules.

Muy pesadamente acerca su mano izquierda y la posa sobre la mejilla del contrario, acercándose. Pasa saliva y corta por fin la poca distancia que había formado un beso.

Ahora, en ese momento ambos, sin pensarlo habían dado su primer beso.

¿Eso estaba bien?

Ninguno de los dos lo sabía. Tal vez está mal, pero ninguno hacía nada todavía para evitarlo.

—¿Pe... Pero qué...?— dice Nick  tomando conciencia de la situación alejando a Charlie con sus manos.

Era un lío de emociones en ese momento.

—Yo... Yo...

—¿Por qué me besaste?

Pero algo era seguro, los dos estaban tan confundidos y sorprendidos.

—Lo siento, no quise, fue, fue un impulso.

Al parecer hasta el efecto del alcohol había pasado.



















Charlie Spring

Ya no sabía que decir, que hacer, solo sentía que quería morirme en ese mismo instante o que la tierra me tragara y nunca más volver a verle a la cara de la vergüenza.

¡Dios, qué mierda hice!

—¡¿Por qué?!—me dice. No logro distinguir si está enojado o que siente ahora. Tal vez la primera.

Se pone de pie y yo sigo ahí, sentado como un idiota.

Y si que lo soy.

Soy un maldito idiota. Lo soy.

En Otra VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora