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Nick Nelson

Cada vez era más conciente de que ya quedaban solo unos cuantos días para mí cumpleaños número dieciocho... y era conciente de que tenía que casarme, casarme con alguien que no voy a querer nunca, que tenia que casarme con alguien que no iba a ser Charlie... mi Charlie... y mi padre cada que tiene oportunidad me lo recuerda.

—Bueno, ¿Ya tienes a alguien?—me dice mi padre mientras come.

Sí.

—No. No todavía.

—Pues ya la tienes que encontrar—dice con algo de despreocupación.

Le quería decir que la encontré, pero no podía. Por más que quería no podía.

—No tengo prisa.

Dije ya con algo de disgusto.

—Sí la tienes, en unas semanas cumples años y ya tienes que tener a la chica.

Él sigue comiendo tan tranquilo. Detesto eso. Mucho.

—Yo te dije que no me quiero casar, no. quiero. hacerlo.

—Pues, es una pena, no es lo que tú digas, sino, lo que yo diga, ¿Entendiste?

—¿Y si no quiero hacer lo que digas?

—Tienes hasta el día de tu cumpleaños, si no tienes a una princesa con la cual casarte, YO la escogeré, quieras o no, no me importa.

Me levanto tan molesto de la mesa y salgo directo hacia mi habitación.

[...]

—¿Nick?

—¿Qué quieres?—digo con cansancio y disgusto.

—Hablar.

—No quiero.

—Vamos, ¿Sí?, en verdad necesito hablar contigo.

Me resigno, me levanto y le voy a abrir la puerta.

—Bien, dime lo que quieras decirme y vete.

—Esta bien, seré breve, lo prometo.

Nos dirigimos a mi cama y nos sentamos al borde de la misma.

—Mira, Nick, eres mi hermano y te quiero, mucho y solo quiero tu bienestar.

—Ajá.

—Y por eso te tengo que decir que mires la realidad de todo lo que te ha estado pasando.

Lo miro sin entender del todo.

—A lo que me refiero es a tu amorío con Charlie.

—¿Qué pasa con eso?

—Me refiero a que no puede ser, no va a poder ser y nunca lo va a poder ser y lo sabes.

Cierro los ojos y una lágrima sale y resbala sobre mi mejilla.

—¡Y lo sé! ¿Crees que no pienso en eso todas las malditas noches? Lo hago, lo hago siempre y...—mi voz se termina rompiendo y las lágrimas inundan mis ojos—Y... y yo no puedo hacer nada para evitar lo que está apunto de pasar...

—Lo siento mucho, Nick, en verdad lo siento, quiero que seas feliz, pero tienes que despertar, tienes que mirar la realidad de todo esto, ¿Entiendes?

Asiento y me abraza.

—No lo quiero dejar...

—Lo sé, créeme que lo sé...

Me separo, me limpio las lagrimas y le digo:

—¿Me cubres?

Sabe a lo que me refiero, quiero ir a verlo.

En Otra VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora