2.

63 7 0
                                    

Nick Nelson|Tres días después

¿Tan importante era para mí padre que me case?

Él decía que lo haría apenas cumpliera dieciocho, pero mi madre se niega al igual como lo hizo con David.

El matrimonio de David se suponía que iba a ser con la primera chica que a mí padre le pareciera la mejor opción, pero eso no paso, porque mi padre hizo una excepción con su hijito.

¿Pero a mí?

No, ni siquiera me toma en cuenta.

Mi madre se trató de oponer, pero no pudo hacer nada, ahora yo tendría que estar con alguien que apenas conozca dos o tres días por el resto de mi patética vida.

Y yo no quiero eso.

—Príncipe—la voz de alguien se hace presente al otro lado de la puerta.

—¿Sí?—digo levantandome de mi cama.

—El rey quiere hablar con usted, lo espera en máximo cinco minutos.

—Esta bien, gracias. Dile que ya voy.


[...]

Estoy frente a la puerta, cuál la abra pueda que sea para que me den la puteada de mi vida por algo sin sentido o por otra cosa.

Espero y no sea eso.

Toco la puerta.

—Pasa.

Dice mi padre del otro lado de la gran puerta.

—Llegas un minuto tarde, tienes que aprender a ser puntual, Nicholas.

¡Solo fue un minuto!

¡Un estúpido minuto!

—¿Para qué me necesitas, padre?

—Bueno, por pedido de tu madre, he decidido que te vas a cas...—le interrumpo.

—¿Pero? Debe a ver un "pero", ¿Verdad?

—Lo hay y no quiero que me interrumpas y siéntate—indica con su mano y hago caso.

—Está bien.

—Tu madre me ha pedido que te vas casar cuando encuentres a alguien a quien quieras de verdad, y toda es a cursilería, espero que desde ahora lo hagas bie...

—¿Y por qué no cómo a David?—le vuelvo a interrumpir y siento como se va enojando.

Es estúpidamente injusto que si tome en cuenta lo que mi hermano quiere y a mí no.

—Lo de él es diferen...

Siento que me enojo y él también por interrumpirle.

—¡¿Diferente?! ¿Por qué?

No sé ni para que mierda pregunto si la respuesta es algo obvia.

Si mi padre muere, David por ser el mayor, es el heredero al trono, a él sí lo deja opinar, a él lo deja hacer todo a su ritmo y a mí NO.

—¿Por qué no puedo casarme cuando YO quiera y con quién quiera como lo hiciste con David?

—Mira, no seas un insolente con tu padre, porque sí no lo haces, yo mismo veré con quién te vas a comprometer, ¡¿Entendido!?—alza la voz.

Siento un nudo en la garganta.

—¡No me quiero casar y no me puedes obligar!—me levanto rápido.

Se acerca violentamente hacia mi.

En Otra VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora