Fuera de mi camino

4.- ¿Y cómo era él?

Nadie pudo dormir bien aquella noche. Paul no pudo catar ni una pizca de sueño. Se revolvía en la cama como si de repente fuese el lugar más incómodo en el que tumbarse, incapaz de despejar su propia mente. La imagen del mensaje en la pantalla del móvil de Bea estaba clavada en sus retinas, y no sabía muy bien ni qué pensar al respecto.

Habían decidido quedarse callados, al menos por ahora. De alguna forma, tenían miedo; eran demasiadas coincidencias. A simple vista, lo de Cris parecía ser un hecho aislado, y lo mismo podría haberse aplicado al caso de Suzete si a nadie le hubiese llegado aquel extraño aviso. Las palabras de Naiara todavía daban vueltas en su cabeza. Nunca había visto a la morena tan impactada y a la vez tan segura de lo que estaba diciendo.

De todas formas, había algo que seguía sin tener sentido, al menos para Paul. Si de verdad estuviesen en peligro, ¿Por qué la persona detrás de esto decidiría avisarles?

Fuese quien fuese esa persona, buscaba algo más de ellos que la muerte. Les quería fuera de su camino. Paul había tratado de buscarle algún doble sentido a esa frase, pero en el fondo creía que no lo tenía. Era tan simple como directo: a alguien le estorbaba su presencia.

Darle tantas vueltas a las cosas lo estaba estresando demasiado. Cogió el móvil sin pensar en nada más que en mandarle un mensaje a Cris, pero su cuerpo se congeló por completo al hacer click sobre su chat. En estos momentos comprendía muy bien el significado de la palabra impotencia. Se quedó unos minutos releyendo los últimos mensajes que el canario le había mandado. Habían estado hablando de producir una colaboración juntos, mandándose bases, melodías y letras para tratar de dar con un punto medio entre lo que cada uno visualizaba en su cabeza para la canción. Se paró en un mensaje en específico, uno que no se había parado a analizar en su momento.

El CristianBeibi 😎: Oye Paul, perdona la hora de este mensaje, pero quería darte las gracias por estar ahí siempre que te necesito. No estoy pasando un buen momento últimamente y no sabes cuánto agradezco poder contar con un amigo tan real como tú a mi lado. Te quiero hermano ❤️

Aún recuerda la primera vez que lo leyó, fue en un hotel de Valencia a las cuatro de la mañana estando todavía medio dormido. En aquel momento no supo apreciarlo lo suficiente. Siente que tendría que estar arrepentido, pero no puede evitar esbozar una sonrisa mientras comienza a leer el mensaje otra vez. Cada palabra de aquel simple texto hace que los ojos se le inunden más de lágrimas. Desearía poder contestarle de nuevo, poder decirle al canario lo mucho que también significa para él, pero no puede. Ahora solo puede hablar de él en pasado.

Odia la vida y odia a la suerte por haberle regalado a alguien como Cris para luego quitárselo de esa manera. También se odia a sí mismo por no haberlo sabido valorar lo suficiente, pero no quiere estropear el momento cabreándose por algo que ya no tiene solución. Hace click en las opciones del chat para pulsar un botón que nunca se esperaba tener que utilizar con él y comienza a escribir a una velocidad a la que no suele ser capaz de pensar y redactar a la vez.

Sus pensamientos salen de forma automática de su cabeza y se materializan en palabras que todavía le asusta decir en alto, pero no puede parar. No quiere parar, porque si alguien se merecía saber lo que Paul estaba sintiendo en aquel momento era Cris.

Pulsa enviar, esperando ver aparecer el doble tick, pero su mensaje no llega. Es normal, pues el contacto está bloqueado, pero a la vez tiene la mínima esperanza de que ocurra.

Vuelve a navegar por su chat con Cris, queriendo dejar marcado en favoritos aquel mensaje que había leído hace unos minutos. La fecha de aquel día le llama la atención: aquella conversación había sido dos días antes de la muerte del canario. El chico había decidido escribirle ese mensaje de madrugada sin ningún tipo se contexto, y eso no era algo propio de él. Paul no pudo evitar pensar en si aquel mal momento que Cris comentaba en el mensaje sería lo que habría terminado matándolo. Pensar en eso hizo que un escalofrío recorriese su cuerpo, pero era un detalle que no iba a dejar pasar por alto.