Cuando te conocí.

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Desde el primer día la miré y tuve algún tipo de interés por ella. Entró en esa puerta, tenía buen cuerpo y se notaba atractiva, pero no me miró de inmediato y si lo hizo, no fue con algún interés.

- Hola - se presentó una vez saludando a todos.

- Hola - Contesté devolviéndole el saludo y estrechando la mano que al momento tomó.

Su mano era cálida y suave, me encantó conocerla.

   Se sentó a la mesa y como amiga de mi hermano, dirigía toda su palabra en él. Mis padres le hacían preguntas para conocerla como "¿Dónde vives?" "¿Cuál es tu nombre completo?" "¿Cuántos años tienes?" En fin, me hicieron un favor porque así pude saber quién era: Se llama Victoria Ferrer, tiene 16 años de edad y vive a tan sólo unas cuadras de mi casa. Mi hermano y ella se conocieron en la escuela ya que estudiaban en el mismo salón y se hicieron muy amigos; mi hermano nos había contado de ella en ocasiones pero,  ahora que la conozco, no había dicho lo hermosa que era.

- ¿Y cómo te va en la escuela? - pregunta mi madre sacándole plática.

- Me va muy bien, la verdad todo me parece sencillo...

La observé y hablaba con tanta confianza. Platicaba, se reía y tenía modales, era como perfecta. Su sonrisa era bella, muy bella; admiraba su personalidad y algo en ella llamaba muy bien mi atención. Dirigía su mirada de vez en cuando en mí, y cuando lo hacía, sentía mariposas y destellos en mi estómago, algo que no sentía en mucho tiempo.

- ¿Y tú qué tal? Rafael creo una vez contó tener un hermano - dijo bromeando, a lo que mi hermano respondió sólo riendo.

- Soy Rubén - contesté después de un silencio incómodo; me ponía nervioso.

- No es casi de hablar mucho - señaló Rafael después de escuchar mi respuesta seca.

- Entiendo, yo soy así con las personas que acabo de conocer aunque muestre lo contrario, ya nos hiremos conociendo.

Sonreía y me estaba sonrojando, era vergonzoso en realidad. Cuerpo estúpido.

Hablaba y escuchaba su voz, que era suave, y nadie se había percatado realmente del tiempo.

- Oh vaya, tengo que irme, es tarde y mis padres estarán preocupados - se levantó deprisa y agarró sus cosas.

- Te acompaño - dijo mi hermano levantándose de su asiento.

Se dirigió rápidamente hacia nosotros para despedirse: primero a mi madre la cuál abrazó y besó en el cachete, y después se dirigió a mí.

- Adiós - tomó mi mano y aunque iba deprisa, lo hizo con suavidad -, fue un gusto.

Me besó en la mejilla y se fue. Yo me quedé parado, aún pensando en lo ocurrido y me gustó. Dejó su perfume en medio de nuestro ambiente (olía riquísimo) y me encantó.

Después de aquella tarde no dejé de pensar en ella, en su rostro, su sonrisa. No sabía realmente lo que pasaba conmigo pero tampoco me detuve porque me gustaba y esa noche dormí con un buen pensamiento y una sonrisa en mi rostro.

Siempre fuiste tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora