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REGRESA EL-QUE-NO-DEBE-SER-NOMBRADO
El viernes por la noche, Cornelius Fudge, ministro de Magia, corroboró que El-que-no-debe-ser-nombrado ha vuelto a este país y está otra vez en activo, según dijo en una breve declaración.
«Lamento mucho tener que confirmar que el mago que se hace llamar lord..., bueno, ya saben ustedes a quién me refiero, está vivo y anda de nuevo entre nosotros —anunció Fudge, que parecía muy cansado y nervioso en el momento de dirigirse a los periodistas—. También lamentamos informar de la sublevación en masa de los dementores de Azkaban, que han renunciado a seguir trabajando para el Ministerio. Creemos que ahora obedecen órdenes de lord..., de ése. Instamos a la población mágica a permanecer alerta. El Ministerio ya ha empezado a publicar guías de defensa personal y del hogar elemental, que serán distribuidas gratuitamente por todas las viviendas de magos durante el próximo mes.»
La comunidad mágica ha recibido con consternación y alarma la declaración del ministro, pues precisamente el miércoles pasado el Ministerio garantizaba que no había «ni pizca de verdad en los persistentes rumores de que Quien-ustedes-saben esté operando de nuevo entre nosotros».
Los detalles de los sucesos que han provocado el cambio de opinión del Ministerio todavía son confusos, aunque se cree que El-que-no-debe-ser-nombrado y una banda de selectos seguidores (conocidos como «mortífagos») consiguieron entrar en el Ministerio de Magia el jueves por la noche.
De momento, este periódico no ha podido entrevistar a Albus Dumbledore, recientemente rehabilitado en el cargo de director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, miembro restituido de la Confederación Internacional de Magos y, de nuevo, Jefe de Magos del Wizengamot. Durante el año pasado, Dumbledore había insistido en que Quien-ustedes-saben no estaba muerto, como todos creían y esperaban, sino que estaba reclutando seguidores para intentar tomar el poder una vez más. Mientras tanto, «El niño que sobrevivió»...
—Eh, Harry, aquí estás; ya sabía yo que hablarían de ti —comentó Hermione mirando a su amigo por encima del borde de la hoja de periódico.
Estaban en la enfermería. Harry y Catherine se habían sentado a los pies de la cama de Ron y ambos escuchaban a Hermione, que leía la primera plana de El Profeta Dominical. Ginny, a quien la señora Pomfrey había curado el tobillo en un periquete, estaba acurrucada en un extremo de la cama de Hermione; Victoria, cuya nariz también había recuperado su tamaño y forma normales, estaba sentada en una silla entre las dos camas; Luna, que había ido a visitar a sus amigos, tenía la última edición de El Quisquilloso en las manos y leía la revista del revés sin escuchar, aparentemente, ni una sola palabra de lo que decía Hermione; Colette, que tenía la mano enyesada, estaba durmiendo y Angelica y Margaery estaban a un lado de la cama de Electra.