Prólogo

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Sus manos temblorosas se mantenían ocultas en el hábito que miraba de vez en cuando tratando de que este se mantuviera en su lugar y luciera de una forma optima, por supuesto presentable. Buscaba arrugas inexistentes estirando la tela o al menos evitar que estas aparecieran.

Tragó saliva motivado por el nerviosismo presente producto de la singular y para nada nueva situación frente a el. Aunque el hecho de que existiesen intereses la agravaban terminando por sumergirle en la sofocante intranquilidad.

No se consideraba un novato en lo absoluto, lo contrario a ello era que conocía el texto sagrado de una forma detallada. No se equivocaría jamas en un versículo, dado ese echo descartaba cualquier motivo que le orillara a mantenerse agitado. La situación que se presentaba era la presente misa que se celebraría en la gran catedral de la Almudena de Madrid, había casado personas antes.

Los que estaban frente a el eran extraños a los cuales les perdería el rastro o con suerte les vería cuando bautizaran a sus hijos. Realmente deseaba que no ocurriera, que lo hiciera otro sacerdote y a el se le permitiera volver a su país.

La union de dos personas solía ser el acto mas admirable para el y para la sociedad en general, dos seres completamente diferentes decidían unirse para volverse uno mismo frente a los ojos de Dios, una pareja aceptaba servirse el uno al otro,  ignoraban sus diferencias aprendiendo a vivir con ellas aceptándolas y amándolas en el proceso. 

No encontraba una inconformidad respecto a la ceremonia que estaba próximo a oficializar.

Su desdicha y fortuna simultáneamente era la presencia de los superiores, ahora que estuvo compartiendo espacio con ellos se sintió de cierta forma egoísta e incluso avergonzado pues había buscado un permiso para que le transfirieran de vuelta a su natal Alemania. No hubo respuesta en los últimos ocho meses y algo le decía que no vendría en los siguientes, solo recibía halagos donde estos agradecían genuinamente el color que había adquirido la catedral,  no satisfecho con ello pensaba aprovechar la visita de estos y expresar su inconformidad una vez más.

La melodía se detuvo indicando que el coro regresó al silencio, a los pocos segundos una pieza musical resonó con delicadeza en el lugar, el sonido del chelo envolvió a cada uno indicando que la novia estaba por entrar.

El camino al altar fue emocional, desde su lugar observó a cada uno de los presentes. Algunos abordaron al llanto y otros que incapaz de contener la felicidad de la unión sonreían entregando sus mejores deseos a la union con su silencio.

La ceremonia ocurrió como tradicionalmente, entregaron sus votos y culminaron su amor con un beso, el alemán desde su lugar desvió la mirada no incomodado ante la muestra de afecto pero quizá les mantenía mejor no tener los ojos de un sacerdote encima. 

A su vez en la tercera fila un castaño confundido mantenía la mirada sobre el pulcro cura en el altar. Giraba el anillo que portaba en el indice regulando así los movimientos involuntarios que solía tener con normalidad, no porque estuviera mal de la cabeza. Un defecto de este era el actuar antes de pensar en las consecuencias.

Su mejor amigo le miro a través del rabillo del ojo en distintas ocasiones y su mirada se mantuvo sobre el cura, al inicio creyó que su impresión era la misma para todos. Era un rubio joven y buen parecido, tenia demasiado porte ademas que sonreía. No recordaba la ultima vez que pensara en la sonrisa de un sacerdote, intuyó que era el mismo problema para el portugués.

— Es guapo, ¿verdad? — Marcelo el mejor amigo del castaño portugués murmuró lo mas bajo posible, el tema al que daba inicio seria algo cuestionable ante los demás. — Nos ayudaría a liar un montón de chicas, ¿no? —

La pregunta le tomó por sorpresa al mayor de los dos y negó mientras esbozaba una pequeña sonrisa sin apartar la mirada del joven cura.

— Voy a invitarlo a salir. — Soltó con simpleza mientras no se molestaba en disimular su persistente mirada sobre el alemán.

Mientras tanto el brasileño rió bajito con obviedad como si captara la broma, pero terminó por inquietarle la mirada de su amigo que seguía atenta al altar, no era un secreto para nadie que Cristiano saliera con hombres. No recordaba el nombre del último, fue hace demasiado tiempo además de que nunca fue algo serio. Esta vez se preocupó no por su entusiasmo, le causaba conflicto su actitud pues no se trataba de una chica cualquiera en un club o de algún joven que se le insinuara al reconocerle. Estaba embobado mirando los ojos del capellán de la Catedral.

No puede alguien imaginar la perspicaz forma de pensar de un hombre al que no se le ha negado absolutamente nada.

Tiene la capacidad de idear como será al tenerlo entre sus manos, no existe para la el la opción de un no, ni siquiera un quizá. 

PECADO. [Cristiano Ronaldo x Toni Kroos.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora