Rutina matinal

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N/a: Tomé una pequeña base del canon, pero el resto es cosa mía.

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Entró a la cocina encontrándose a la mujer mayor enfrente de los fogones, removiendo una olla con lentitud, giró en su lugar con un tazón de plata relleno de arroz, colocándolo en una charola de madera fina.

Mao observó las mejillas de la mujer que estaban coloradas y sus movimientos lentos.

—¿Suiren, se encuentra bien?

Mao había visto a Suiren la noche anterior cansada y con unos leves síntomas de gripa, nada serio pero si no se cuidaba adecuadamente podría convertirse en algo más serio. Por eso Mao le había dado unos remedios para calmar esos síntomas e indicaciones para que se recuperara. Sin embargo y para mala suerte de Suiren, ella era la única dama al servicio de Jinshi.

Todas las otras mujeres que habían con la esperanza de aligerar su carga había hecho cosas que era mejor no recordar. Por lo que su trabajo era sustancialmente complicado y más en las mañanas donde debía ayudar a Jinshi a alistarse. Algo que Maomao desaprobaba, él estaba lo suficiente sano y capaz para poder secarse el cabello o peinarlo, para vestirse o comer por sí solo.

El hecho de que estuviera tan acostumbrado a no hacer nada solo le hacía pensar nuevamente en qué título tendría ese noble. No quería pensar en cosas innecesarias, no era algo que la involucrara, la ignorancia era mejor.

—Estoy un poco mejor, solo es el cansancio, pero no puedo darme el lujo de descansar.

Maomao sabía a qué se refería, sin ella todo se detenía. Sabía que debía ignorar todo ese asunto, porque eso significaba que las cosas serían más fáciles para ella. Sin embargo, no podía ignorar a un enfermo y menos a la estricta Suiren cuando era evidente que necesitaba descansar.

Se acercó cuando la mujer colocó él último tazón de comida y sujetó la charola.

—No se preocupe, me encargaré, pero vaya a descansar y consuma el remedio que le he dado.

Suiren observó detenidamente a la boticaria, preguntándose si sería adecuado o no, ese era su trabajo a fin de cuentas, pero se sentía lo suficiente mal para considerarlo. Sabía que si no descansaba, no podría recuperarse. Solo necesitaba un día, si dormía lo suficiente mañana estaría mejor. Maomao había estado varias semanas ahí, el conocerla y ver su método de trabajo y la dinámica que tenía con Jinshi la hicieron confiar en ella, con los ojos cerrados. Por lo que sonrió y asintió.

—Te lo encargo, si tienes alguna duda o necesitas ayuda, puedes llamarme.

La mujer se retiró hasta su habitación, dejándole la responsabilidad a Maomao.

La boticaria respiró preparándose mentalmente, no estaba segura de que hubiera sido buena idea aceptar, pero no había nada más que hacer, solo hacer su trabajo. Caminó con la charola entre las manos y se detuvo enfrente de una gran puerta con grabados elegantes. Tocó dos veces, esperando, cuando no tuvo respuesta se adentró a la habitación viendo al eunuco en la cama, sin moverse. Dejó la comida en la mesa donde Suiren siempre le servía la comida y se acercó hacía la cama, era realmente fastidioso el tener que hacer todo este ritual que había visto.

—Señor, es hora de despertar.

Jinshi se removió en la cama y giró en su lugar, dando la vuelta hacia donde ella estaba. Sus largas pestañas se entreabrieron un instante y volvieron a cerrarse.

—Suiren, déjame un momento más.

—No soy Suiren, soy Maomao.

El eunuco la tomó de la muñeca y tiró de ella, acercándola lo suficiente para observar su rostro de cerca. Maomao intentó resistir pero él era fuerte. Jinshi sonrió como si tenerla ahí fuera aquello que había esperado todo el día con emoción.

Elixir de luna llenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora