Mentirosos

111 7 0
                                    

Un escalofrío recorrió su espina dorsal, el frío de la congelada noche lo hizo recobrar un poco la consciencia.

Abrió los ojos y notó que sólo la luz de la luna iluminaba aquel lugar, tocó su cuerpo y se dió cuenta que estaba desnudo.

Buscó con la mirada a su lado y el alfa peliblanco estaba tirado junto a él, tomó su ropa y se vistió a como pudo, todo le daba vueltas, estaba mareado por efecto del alcohol que había ingerido unas horas antes.

Con gran dificultad logró salir del hotel evitando la seguridad y llegó hasta dónde estaba su auto, no estaba en condiciones de manejar pero sentía la necesidad de escapar de ese lugar, encendió el auto y arrancó.

Sin saber exactamente como llegó se aparcó dentro del complejo de apartamentos, fue al ascensor y subió hasta su piso.

A rastras logró entrar, dejó sus zapatos tirados en el recibidor de la entrada y fue directo al baño, se agachó en la taza del inodoro y vomitó, varios minutos vomitó, tratando de sacar de su sistema todo el alcohol que había ingerido esa noche.

Cuando las arcadas se detuvieron bajó la tapadera y vacío el tanque, fue al espejo y miró su reflejo, estaba hecho un asco.

Se lavó el rostro y se fue a la cama, el sueño le pesaba en los párpados y su cerebro no tenía mucha lucidez, por la mañana se arrepentiría.

.....

Cyno se despertó cuando el rocío de la noche cayó sobre su rostro, se giró para darse cuenta que Tignari ya no estaba ahí, con la poca sobriedad que le quedaba se fue de la terraza y bajó hasta el piso donde estaba la habitación que había rentado en ese hotel, a espaldas de su esposo.

El encuentro con el zorro no era algo inesperado, había planeado ese momento desde que recibió la invitación de Nahida.

Se tiró sobre la mullida cama, por la mañana pensaría en una excusa, lo que quedaba de esa noche sólo disfrutaría el aroma del omega impregnado en su piel.

....

Se removió en su cama, su cabeza dolía, las punzadas en sus sienes lo hacían sentir que iban a explotar en cualquier momento.

Se dirigió al baño, se quitó toda la ropa de encima y se metió a la ducha, dejó que el agua tibia recorriera su piel limpiando su pecado del que apenas era consciente de haber cometido.

Después de un largo rato salió en bata, fue al cuarto de lavado y dejó el traje en la lavadora, necesitaba quitar el aroma a café del alfa, borrar todo rastro de su encuentro.

El timbre de su teléfono le hizo buscarlo, no recordaba con exactitud dónde había quedado, el sonido lo llevó a la entrada de su apartamento al parecer se había caído mientras se quitaba los zapatos.

Miró la pantalla durante unos segundos antes, tomó aire y finalmente contestó.

Hola. —  su garganta estaba desgastada por el malestar de la resaca.

— Hey Nari, llevo rato enviándote mensajes y me preocupé, anoche no supe si llegaste a casa después de la fiesta, madre dijo que no te había visto, y las chicas no se toparon contigo. — refiriéndose a Laila y Nilou que también habían sido invitadas.

— Lo siento amor, creo que tomé demasiado, tengo una resaca horrible. —masajeando sus sienes que sentía explotarían en cualquier segundo.

— ¿Cómo llegaste a casa? —  la voz detrás de la bocina sonaba preocupada.

Creo que vine conduciendo, no recuerdo mucho, sé que fue una imprudencia pero lo siento.

— Claro que es una imprudencia, pudiste haberte accidentado o provocar un accidente.

El alfa correctoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora