ENTRE AMORES Y CAFÉ

HERIDAS

Siempre creí que podíamos conocer a la perfección los estragos que una persona provocó en tí, sin embargo, hoy descubrí que ni haciendo un control de daños podemos saberlo exactamente. No es hasta que la vida te golpea con otra experiencia, ahí es cuando se revive el trauma y queda al descubierto la herida que aún no sanó.

En mi caso resultó casi poético ver sangrar esa cicatriz, como si mientras se abriera trajera consigo una sensación de rechazo que me inundó el ser.

Fue doloroso verme nuevamente como esa chiquilla con el corazón roto, llena de vergüenza por lo que siente y con aquel sentimiento de ser insuficiente para alguien.

Me molesta en exceso descubrir secuelas de lo nuestro aun pasado tanto tiempo. Aborrezco la idea de lidiar con pensamientos en los que me pregunto donde malentendí las cosas, estoy harta de culpar a mi mente por ver señales donde no las había y por generarme ilusiones de un amor que no existía.

Y al verme deshecha como aquella vez me prometí que aun con la herida abierta haría que valiera la pena la cicatriz, esta vez no dejaría que sucediera lo que contigo pasó, hoy no arriesgaré el corazón.

Dejaré de cuestionarme que me faltó para que me amaras lo suficiente y decidieras quedarte, no intentaré explicarme si estabas confundiendo amor con cariño de amigos o si eran tantas mis ganas de que me amaras que vi cosas donde no existía nada. 

Aprovecharé la herida expuesta para curarme desde adentro, en mi kit de primeros auxilios estará una buena dosis de amor propio que me permita no olvidar que valgo lo suficiente para ser elegida solo que tú en ese momento no tenías las condiciones para verlo, me untaré toda la consideración y empatía que volcaba en ti para entender y respetar mis sentimientos, tomaré una cápsula de paciencia para llevar sin apuros el proceso de sanar, pero sobre todo recordaré que la herida no la causaste tú por maldad, tan solo las herramientas con las que contabas te hicieron ser el catalizador de aquello que aún no reparaba.