Capítulo 11: Separación

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Conan

La adrenalina recorría mis venas, mientras miles de pensamientos golpeaban mi mente, mi misión era clara: encontrar a X. Avancé por los pasillos estrechos, iluminados por lámparas oscilantes, mientras el barco se mecía bajo mis pies. Cada paso era una lucha contra las fuerzas del océano, cada puerta que abría revelaba nuevos nuevos rostros que no concordaban con el que necesitaba encontrar.

Tenía que encontrarlo.

Tenía que hacerlo.

Todo se detuvo un instante cuando alguien me agarró mi brazo con fuerza, sus dos manos se aferraban a mi. Mi corazón se detuvo un instante, al desviar mi mirada hacia esa persona, sentí una calma invadir todo mi cuerpo.

—Shi. —murmuré sintiendo la tranquilidad al ver sus hermosos ojos verdes. —Me asustaste. —no pude evitar sonreír

—Pareces demasiado alterado. —comentó con una sonrisa envolviendo una de sus manos por mi cuello, abrigándome en un abrazo; en la otra sostenía su laptop.

—Gracias, amor. —le dije en un susurró en su oreja que al instante se volvió roja, al mismo tiempo que envolvió mis brazos en su cintura.

—¿Qué buscas exactamente? —me preguntó, dejándome un beso en la mejilla.

—Estoy buscando al padre de Yuki, el hombre que desapareció en la prueba de la mañana. —le expliqué con la calma que tanto necesitaba sentir.

—Hmm, si no está en el comedor, ni por el pasillo que acabas de venir debería estar en la cubierta. —me explicó apartándose unos centímetros para verme a los ojos.

—Entonces, vayamos a la cubierta. —le dije mostrando una sonrisa mientras deslizaba un mechón de su cabello tras su oreja.

Ella asintió con una sonrisa, se tomaron las manos como es normal para ellos y siguieron el camino mirando a las personas por las que se cruzaban. —Por cierto, Heiji me envió una imagen de algo quemado.

—Si, me dijo que no se podía leer. —le respondí.

—Entonces, ¿para que la mando? —respondió en ese tono irónico del cual sabía que a mí me encantaba escuchar en medio de los casos, después de todo me hacía sentir que podíamos solucionarlo fácilmente. —Ya enserio, encontré algo y se lo mande al profesor.

Edogawa en respuesta asintió para después entrar en la cubierta, sin antes ponerse los chalecos salvavidas; revisando la cubierta lograron ver a Yuki y a su padre. Ambos se miraron unos segundos acordando silenciosamente lo que harían.

—Yuki-kun, Yuki-kun. —lo llamé desde detrás de un cañón, al tener su atención lo atraje hacia nosotros, deje que Ai le explicara mientras yo me acercaba a ese hombre.

—¿Amemiya-san? —lo llamé, sonreí al notar que mi hipótesis era correcta para después mantener una expresión neutra. —¡Amemiya-san!, ¡Amemiya-san! —después de llamarlo un par de veces se dio cuenta que lo llamaba a él.

—Tú eres... —me dijo, parece no recordar quien soy, supongo que es normal.

—Ne, ¿Yuki-kun se encuentra bien? —le pregunté interpretando mi papel de niño.

—Ahora que lo mencionas, ¿Dónde está Yuki? —preguntó al aire el hombre.

—Me dijo que iba al baño porque su *dermatitis atópica estalló.

*Trastorno que provoca enrojecimiento de la piel y picazón.

—Oh, su dermatitis. —soltó sin importancia.

Detective del Mar LejanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora