El estimulo y la respuesta

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Es una teoría bien fundamentada y argumentada que el ser humano es un animal de costumbre. Que si se le expone a ciertos estímulos durante un periodo prolongado de tiempo, adquirirá respuestas condicionadas.
Yoon Jeonghan era un ejemplo de ello. Su estimulo era Seungcheol y su respuesta condicionada; Bueno, eso se vería más adelante.
Ese día cumplían dos meses en North Collan y ya se había adaptado a su estadía no tan temporal en la cárcel. Sus días transcurrían en un antagonismo de sosiego y adrenalina; por una parte se centraba en su trabajo como ayudante en la unidad médica y por otro lado, en su dueño.
Seungcheol, su desequilibrado e insensato dueño.
Jeonghan ya había perdido la cuenta de las veces que estuvieron a punto de follar, pero siempre era él quien se acobardaba y por alguna razón, que científicamente no tenía explicación,Seungcheol se detenía. El convicto gruñía, pateaba cosas y maldecía, quebraba unos cuantos huesos debido a la frustración y amenazaba a Jeonghan con ofrecerlo a cada recluso de North Collan para que lo violaran; pero eso no ocurría.
Dios, no.
El médico incluso podía apostar que Seungcheol había impuesto alguna clase de barrera invisible a su alrededor y es que absolutamente nadie, además de su grupo de amistades, se acercaba a él. Hasta su amigo el toro mutante le quitó los ojos de encima después de cabrear a Seungcheol y que este le fracturara todos los dedos de ambas manos, le botara unos cuantos dientes y amenazara con castrarlo; Se lo merecía, había intentado acorralar a Jeonghan en el patio.
Shua era quien más disfrutaba de la situación, incluso se pavoneaba como una loca histérica diciendo que él y Jeonghan eran como las cortesanas de la realeza, protegidas por la corte imperial. ¿Demente? Sí,
Jeonghan ya se había resignado a eso.
Por su parte, él intentaba mantener un perfil bajo, no incitar problemas y mantenerse al margen de situaciones que podrían cabrear a su dueño; el problema era que Seungcheol se cabreaba por todo. Y por alguna razón los problemas perseguían a Jeonghan.
Como la vez que aceptó una cajetilla de cigarrillos de un convicto al que curó en la unidad médica. Sí, Jeonghan en ese entonces no sabía la cantidad de problemas que podría traerle algo tan simple como aceptar un regalo. Y ese era el problema, que en North Collan nadie regalaba nada. Por lo que los rumores esparcidos distaban bastante de la verdad y a los oídos de Seungcheol llegó algo bastante distinto; algo que Jeonghan jamás sería capaz de hacer, prostituirse. Y aun cuando su dueño supo la verdad, en castigo, lo echó de su celda esa noche. Jeonghan tuvo que esconderse de los gendarmes, quienes lo molerían a golpes si lo pillaban fuera, en los baños viejos, unas instalaciones putrefactas que ya nadie usaba y que lo dejaron con un dolor de estómago por una semana. Sí, ese día comprendió que su labor como médico debía limitarse a sus escuetas horas en la unidad médica.
O la vez en que Jeonghan le reprochó a Seungcheol por Francesco y su dueño se llevó al puto a la celda de ambos, donde se lo folló toda la noche en la cama de Jeonghan . El médico se negó tres días completos a dirigirle la palabra
al emperador y terminó con un labio roto cuando Seungcheol lo abofeteó, luego de que Jeonghan se negara a corresponderle un beso.
Así mismo, ocurrieron más situaciones que colocaron a Seungcheol como una bestia y que fustigaron a Jeonghan. Pero, maldita fuera la debilidad del médico, siempre terminaba perdonando, mentalmente, a su siniestro dueño. Y es que Seungcheol seguía haciendo cosas que le impedían a Jeonghan odiarlo del todo.
Como cuando mandó a cambiar el colchón de la cama de Jeonghan y le consiguió un juego de sábanas nuevas limpias y suavecitas.Jeonghan podría jurar que fue su manera de remendar lo que ocurrió con Francesco. ¿Que no era mucho? ¡Vamos! Era un colchón nuevo, sabanas nuevas. Incluso Shua había gritado cuando Jeonghan le contó. Es decir, un colchón real, uno en el cual Jeonghan había encontrado su pasatiempo favorito. Acurrucarse y fingir dormir mientras Seungcheol peleaba con el saco de boxeo.
O cuando Jeonghan se resfrió y Seungcheol lo cuidó durante tres días con la excusa de que no quería salir de la celda, por lo que se quedó ahí. Haciéndole compañía y asegurándose de que el desventurado corderito tomara sus medicamentos y comiera como correspondía. Incluso consiguió un hervidor de agua, eléctrico para hacerle sus tazas de té herbales; según Joshua fue una petición que le hizo a su mecenas y eso era decir mucho. Seungcheol odiaba pedirle cosas a su mecenas.

Corderito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora