Hotter Than Hell.

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Nota: OS inspirado en mi fanfic Liar, es ajeno a la trama.

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- Así que... Agente Goodman - Dijo con sensualidad, rodeando la mesa hasta llegar al otro extremo, donde el hombre delgado es sostenido a ambos lados por sus hombres.

Les hace una señal para que volteén la silla y poderlo tener de frente, rodea la mesa con pasos lentos, no aparta la mirada de aquel hombrecillo, atrapa su iris miel y no piensa soltarlo hasta que el brillo desaparezca.

Cuando está frente a él se queda a unos cuantos centímetros de distancia, el tipo es lo suficientemente valiente como para no temblar en lo más mínimo, al contrario, eleva la barbilla y sus fosas nasales aletean. Una leve sonrisa estira las esquinas de sus labios, su mano derecha viaja hasta los rizos húmedos del chico, enreda sus dedos y masajea con suavidad el cuero cabelludo.

- уходи, я позабочусь об этом, (ukhodi, ya pozabochus' ob etom. Váyanse, yo me haré cargo).

Se dirigió a sus hombres, dándole una mirada rápida a Vlad. Se estaba comenzando a hartar que el sujeto cuestione sus decisiones.

Cuando no hubo nadie más que solo ellos, inclinó su cuerpo para que sus rostros quedaran a la misma altura, ahí pudo ver un destello de temor en la mirada miel, sus labios que un segundo antes estaban apretados en una fina línea, ahora se abren y comienza a respirar con dificultad.

- La Interpol debería pensar mejor a quien van a enviar como carnada - Dijo con un poco de desprecio, susurrado por la cercanía y la mano en el cabello contrario bajando hasta la nuca, donde el sudor empapa su palma - No esperaban enfrentarse ante un lobo, ¿Verdad, saitsik?.

Su otra mano fue a donde los primeros botones sueltos en la camisa del agente, hizo la fuerza suficiente para desabrocharla del tirón y dejar a su merced el torso desnudo. Aparta su mirada esmeralda del iris miel, observa a detalle esa piel blanquecina salpicada con las marcas de sus encuentros, su polla se remueve en sus interiores, suplicando libertad para poder enterrarse en ese cuerpo exquisito.

Regresa su mirada al rostro pálido, sabe que el chico es inteligente, no por nada al ser tan joven está en la Interpol, nadie consigue eso a menos de tener una gran inteligencia para las estrategias.

- Eres tan encantador, saitsik. Que solo el hecho de pensar en destrozarte me hace mal... - Habló con un poco de pena, sus manos deslizándose por los hombros para quitarle la camisa - Probablemente todavía me adoras con tus manos alrededor de tu cuello...

Terminó de decir aquello, con rapidez levantó al agente de la silla, tomándolo por los muslos para hacerlo caer con fuerza contra la mesa, la bestia en su interior luchando por salir de ahí y devorar ese cuerpo.

No perdió mucho tiempo, ancló sus dedos a la pretina de los pantalones para bajarlos en un movimiento limpio, notando como ese cuerpo se estremece antes de meterse entre sus piernas, desabrocha su cinturón y trabaja en su bragueta, dejando caer sus propios pantalones junto a sus interiores.

- No estoy aquí para hacerte arrodillar pero serán elogios los que recibiré...

Entró en él, sin juegos previos ni besos húmedos, una estocada fuerte y precisa, dando directo a la próstata que hizo al hombre retorcerse y chillar por el dolor y placer. Se deja caer sobre el cuerpo, enterrando su nariz en el cuello y aspirando ese aroma delicioso tan particular del agente.

El calor en su cuerpo le hace sentir a su piel fundirse con la tela de su camiseta de cuello alto. Se separa del cuerpo, mira con completa admiración al agente, sabe que su libertad y su vida depende de que le coloque unas esposas y lo condene a pasar el resto de su vida en la oscuridad, pero eso no le impide perderse en esa imagen, un divino ángel con las mejillas sonrojadas, sus rizos mojados enmarcando su rostro, los labios rojos e hinchados.

En su interior sabe que la Interpol escogió a la perfección esa carnada. Supieron desde el primer momento que Joaquín Goodman sería el responsable de su caída. Supieron que jamás podría negarse a poseer un cuerpo como ese, bien trabajado y en forma.

Se quita la camiseta de cuello alto, quedando a la par que el agente, quien por primera vez le mira y en sus ojos se ve una mezcla de nostalgia y lujuria, sabe que es lo más real que va a ver en su vida.

Sus manos se deslizaron por las piernas alrededor de su cadera, disfrutando de la suavidad de la piel bajo sus palmas, deteniéndose en la cintura para apretar la carne con fuerza, robandole un gemido al salir por completo y volver a penetrar con fuerza.

Sus embistes son desordenados, intenta desquitar con ello toda la rabia e impotencia al saber que un niño bonito fue el causante de su fin.

Realmente se siente como un lobo hambriento, sus labios se cierran en el lado izquierdo del cuello, clavando sus dientes y chupando con fuerza, los alaridos de placer por parte del agente llenan la sala y encienden aún más el fuego en su interior.

Se estremece al sentir las manos pequeñas en sus hombros, arañando su espalda a la par de sus movimientos, haciéndole saber que él también siente rabia por hacer algo tan simple como cumplir su trabajo.

El orgasmo le da anuncios de su llegada, la piel se le eriza y sus dientes de ciernen más contra el cuello. Una de sus manos va hasta el miembro del agente y comienza a deslizarla al mismo ritmo de sus embistes.

Las uñas en su espalda se entierran más de ser posible, las piernas abrazando sus caderas lo pegan más y el choque de sus pieles resuena por las cuatro paredes.

- ¿Puedes sentir el calor? - Preguntó cuando liberó la piel del cuello, alejando su rostro y mirando la mueca de placer - ¿Soy la respuesta a tus oraciones?, Te estoy dando el placer del cielo...

Pronto su mano quedó llena por la liberación del chico, persiguió su propio placer y se hundió por completo cuando el orgasmo azotó su cuerpo, llenando ese interior tan exquisito.

Se quedó así por un momento largo, dejando descansar su cabeza contra el pecho del agente, sintiendo el palpitar de ese corazón y la idea de dejarlo ir le dió un pinchazo en el suyo que le hizo remover.

- Emilio Sokolov, está arrestado por...

Le interrumpió de inmediato, cubriendo su boca con la palma de su mano, la brusquedad de sus movimientos le arrancó un jadeo al agente, la furia corriendo a toda velocidad por su cuerpo.

La rabia que sintió cuando se dió cuenta que Joaquín era el agente infiltrado que le estaba tocando las pelotas, volvió a llenar sus venas, las ganas de arrancarle la cabeza y hacérsela llegar a la Interpol por paquetería se volvió insoportable.

- Nada de eso, agente Goodman. No vas a caminar libre, chico. Aún no he terminado contigo...

La mezcla entre rabia y deseo hicieron una bomba en su sistema, sin salir de ese cuerpo, lo tomó por los muslos y lo sostuvo, haciendo chocar su espalda contra la pared con tal fuerza que pensó le rompería una costilla.

No iba a salir de esa casa arrestado y tampoco iba a dejar a ningún testigo.

Hay Un Lado Más Oscuro De Mí Que Te Hace Sentir Tan Entumecido Porque Estamos Calientes Como El Infierno.

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Inspirado en Hotter Than Hell de Dua Lipa.
1/3.

𝐺𝑜𝑜𝑑 𝐼𝑛 𝐵𝑒𝑑 | 𝐸𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎𝑐𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora