Capítulo III

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"Azul como el cielo de verano"

-Yuuji....

Una voz melodiosa a sus oídos lo hizo removerse , era un canturreo suave y a la vez delicado.

Acaso era un ángel?

Pensaba, sintiendo un cosquilleo

-Yuuji...

Abrió lentamente sus ojos , topandose con aquella cabellera chocolate que ya conocía.

-Yuuji...despierta...

Una sonrisa boba se instalo en su rostro.

Una pequeña paz lo invadió,  era como oír a los ángeles cantar para el.

-Yuuji, despierta!

Lamentablemente aquella paz duró poco.

De un momento a otro su rostro se deformo en una mueca al escuchar la voz de su hermano gemelo de fondo.

—Yuuji , tonto idiota!! , despierta por un carajo!!

Un estruendoso golpe se escuchó en la habitación y con ello los quejidos malhumorados de Yuuji , el menor de los itadori.

Enrollado entre las sábanas se encontraba tendido sobre el suelo.

—Sukuna...—Gruñó reincorporandose del suelo para sentarse en el colchón — que quieres? , porque me tiraste de la cama?

—Ah eso —Una sonrisa burlona se asomó por sus labios , algo similar al sarcasmo en una risa— quizá por que TÚ,  tonto idiota no te levantaste , tu tonta alarma ya nos levantó a todos menos a ti! —Exclamó molesto señalando el celular en su mano izquierda— incluso Chooso oni-chan ya se levantó y se fue a trabajar!

Protestó aún con enfado.

Sus orbes cafés se abrieron con sorpresa y ¿terror?

Se le había echo tarde. Demasiado tarde.

Y Fushiguro iba a matarlo.

—No puede ser Sukuna , porque no me levantaste antes? —Cuestionó saltando de su cama y pasando de largo a Sukuna.

Sukuna lo observo con incredulidad buscando entre el armario.

¿Qué se creía ese mocoso cara de moco?

No era su alarma para estar levantandolo.

—Había tenido que sobornar a Fushiguro para que me acompañara al nuevo arcade de entretenimiento que recien abrieron cerca de Shinjuku  —Anunció buscando entre sus ropas algo decente para llevar— , me matará si llegó más tarde.

Sukuna lo miro sin interés alguno, sin embargo escuchar hablar sobre el compañero antisocial y pinta de emo que se cargaba su hermanito, despertó algo de interés.

Debía admitir un "poquito" que admiraba al azabache, después de todo en la secundaria defendió a su bobo hermano de unos bullyng que lo acosaban y molestaban por ser idiota.

—Para que veas que soy tan bondadoso aceptaré acompañarte y no decirle a Chooso que te has fugado sin permiso —Anunció el mayor auto invitandose.

Arqueó una ceja desconsertado el Itadori quien llevaba una sudadera amarilla.
—Ya le e pedido permiso a Chooso, no necesitas ocultarlo ni acompañarme.

—Si si como digas.

•••


—Porque lo trajiste? —Se atrevió Fushiguro a preguntar luego de un silencio para nada cómodo.

Una sonrisa nerviosa se asomó a travez del menor.

—El solito se apunto con la excusa de acompañarme, y ya que Chooso se encontraba trabajando no había de otra.

Un suspiro pesado salió del más alto , como resignandose a tener la compañía del hermano de su amigo.

No era que no le cayera bien , o bueno tal vez si, no le caía para nada bien el gemelo mayor , le parecía un poco –demasiado– arrogante, se creía demasiado el tipo , aunque en cierta forma se parecía un poco –Igual– a alguien muy cercano a él.

—Bien  —Apresuró Fushiguro,  adelantando el paso y siendo seguido por el par de hermanos.

—Por cierto Fushiguro, a donde vamos? , este no es el camino a Takadanobaba —Cuestionó, notando que estaban tomando otro camino que claramente no llegaba a dicho sitio.

Megumin se detuvo escasos segundos para mirarlo a través del rabillo del ojo.

—Esperaremos a alguien —Anunció volviendo a adelantarse el paso— ,insistió en acompañarnos.

Ambos gemelos se miraron con curiosidad –más el menor de estos- sin embargo, el oji rubíes le resto importancia.

Alzándose de hombros volvió su mirada al frente.

—Y...quien es? —Preguntó con confusión.

—Ya lo verás —Respondió con la voz monótona de siempre.

Después de ello el ambiente quedó nuevamente en silencio.

Silencio sepulcral, por supuesto.

Sukuna por su parte prefería el silencio a escuchar las bobadas de su hermano.
Fushiguro prefería lo mismo , sin embargo ni el mismo lograba soportar el silencio en alguien como Yuuji Itadori.

Y Yuuji iba tan ensimismado que poca atención prestaba al camino y alrededores.

Mínimo era para que hubiera tropezado 5 veces.

Era un milagro que siguiera de pie.

O era lo que pensaba Sukuna al verlo.

Estaba en el mundo de los idiotas.

—Oí, Megumin!!

Una voz a lo lejos se hizo presente en el ambiente , ambos pelirosas salieron de sus pensamientos al escuchar.

Yuuji alzó la mirada apreciando unos segundos aquellos orbes grandes.


Note:

Este no es todo el capítulo,  mañana publico la otra parte.





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