Capítulo 10.

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Luna

No llevo ni media hora con éste imbécil y ya lo odio más, juro que lo mataré, voy a faltar a mi segundo día de clases por su culpa, sólo espero que no se descuide.

Sentí un asco cuando me dijo que se había tirado a la asiática que nos recibió, a parte de eso se ha tirado a muchas.

Me llevó al área del bar, caminamos por el jardín, me enseñó todo el hotel, la mayoría, es muy grande para recorrerlo en un día.

El vestido se me subía al caminar, que sexy me veía con él.

—El jueves es la inauguración, quiero que vengas conmigo. —Habló después de un largo rato.

—Estás loco. No iré contigo. —Respondí sin mirarlo. Íbamos caminando hacía su Ferrari para irnos.

—No es una pregunta, sino una orden.

—No puedes obligarme. —Dije segura.

—Claro que puedo, ovejita, el lobo siempre consigue lo que quiere.

Sentí como la piel se me erizó. Su voz me causó escalofríos, y la mirada que me lanza: es como un depredador, un lobo hambriento.

Sentí mi celular sonar, no quería contestar, estaba en shock por las palabras de Hermes, después de varios tonos decidí contestar.

—Zo, hola. —Saludé sonando calmada.

—¿Dónde diablos estás?. ¿Y eso disque que estás enferma?. ¿Cuándo carajos pasó?. ¿Por qué esa rubia teñida lo supo y yo no?. ¡Habla de una maldita vez, Luna!. —Habló demasiado rápido, sonó como si había contenido el aire por mucho tiempo.

—Cálmate Zo...

—¡No me digas que me calme!. —Estaba más que enojada, siempre le contaba todo a ella.

—Estoy bien, ésta mañana no me sentía bien, fui al médico pero sólo era que anoche comí algo que me cayó mal, nada grave.

Teniendo a mano la información de que Adria había dicho que me encontraba enferma pude idear una respuesta creíble.

Bien. —Cedió cansada, esto no quedaría así, conozco muy bien a Zoé White.

Colgó después de hablar algunos minutos, me quedé un rato mirando a Hermes, estaba centrado en su celular. Aún recuerdo la primera vez que vi a Zoé...

Al despertar me di cuenta de que estaba empapada de sudor, afuera el agua de la lluvia caía a cántaros, me levanté asustada mirando a todos lados por si la pesadilla se hacía realidad.

Salí de la casa sin hacer ruido, no quería despertar a mis amados padres, las frías gotas de la lluvia mojaron mi pijama de ovejita, escuché un ruido que me asustó, miré hacia atrás para encontrarme una rama caer al suelo, al mirar al frente choqué con algo, bueno, más bien con alguien, cayó sentada al suelo, yo sólo me tambalee.

—Lo... lo siento. —Dije extendiéndole la mano para ayudarla a levantar. Me miró mal.

—Fíjate por donde andas. —Me escupió furiosa. Se levantó sin mi ayuda.

—No te vi, enserio lo... lo... lo siento.

La voz me temblaba, miró a nuestro alrededor pero sólo éramos ella y yo. El agua continuaba cayendo, ahora más fuerte que antes. Miró mi vestimenta y se dio cuenta de que iba en pijama, me observó de arriba hacia abajo.

Obsesión Enfermiza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora