Capítulo 12.

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Desconocido #2

Ya había preparado mi maleta para viajar en la noche. Estaba ansioso por irme, volver a verlos a los tres, especialmente a ella, la extraño demasiado, hace años que no se de ella, no desde él lo mató.

Después de que me haya ido de Italia, me he dedicado en cuerpo y alma en encontrar la manera de vengarme, de hacer sufrir al causante de mi dolor y el de ella. Ahora se dónde se esconde el lobo hambriento, debe tener muchas presas para devorarlas.

Cogí mi celular cunado un mensaje de Manuel apareció en el pantalla.

Manuel: Señor, le tengo una estrategia mejor para que él sepa de su presencia.

Le mandé uno preguntándole que tenía en mente. Me explicó paso a paso el plan. Dónde se reuniría, con quién estaría, y esas cosas.

Salí de mi habitación y bajé a la cocina. Mi esposa estaba preparando el almuerzo, me acerqué a ella por atrás, abracé su cintura y besé su cuello.

—No creas que vas a enfriarte conmigo. —Me dijo, dándose la vuelta.

—Son negocios, amor. —Le besé los labios y una sonrisa apareció en ellos.

—Siempre tienes negocios. —Hizo un puchero triste. —¿Y qué pasa conmigo y con nuestra hija?. Nunca tienes tiempo para nosotras, al parecer los negocios son más importantes.

—No vuelvas a decir eso. —Agarré su rostro con ambas manos. —Tú y nuestra hija son mi vida entera, todo mi mundo.

—No lo parece. —Dijo, quitando mis manos de su rostro. —Que te vaya bien. —Se dió la vuelta y continuó preparando el almuerzo.

Salí de la casa con el celular en la mano. Me subí al auto y llamé a Sarah.

¿Qué quieres?. —Preguntó al otro lado de la llamada. Yo encendí el auto y arranqué.

—¿Así me saludas?. —Sonreí.

Hace tiempo que no me llamabas.

—Lo se, solo quería decirte que viajaré ésta noche.

¿En qué parte eso me importa?.

—Estás más insoportable que antes. —Dije entre dientes.

Escúchame... —Dijo mi nombre como si le molestara pronunciarlos. —, tú nunca me agradaste, y menos después de lo que pasó. Estoy tratando de rehacer mi vida, me alejé de ustedes porque ya no soporto convivir con los culpables de su muerte.

Sin poder evitarlo, una lágrima rodó por mi mejilla, dejando un camino húmedo.

—Nadie, exepto él, tiene la culpa. —Expliqué, empezando a enojarme un poco.

Ya no me interesa quien es el culpable, no quiero saber de ustedes. —Colgó, dejándome cabreado.

—¡Tú tienes la culpa, solo tú!. —Dije, lanzando el celular al asiento trasero.

Y, sin poder evitarlo, mi mente viajó a esa noche, donde nuestras vidas cambiaron para siempre.

No sabes hijo, esa chica es hermosa. —Ya era la quinta vez que me hablaba de la misma chica. —Si la vieras estarías igual de loco que yo. Ah, verdad... —Se rascó la cabeza como si intentara recordar algo. —...a ti no te gustan las mujeres. —Rodee los ojos.

—Si, no me gustan, y ya estoy cansado de que me hables de ella, me da rabia que engañes a mamá con una niña. —Me levanté del sofá, listo para irme a cualquier lado que no sea éste.

—Óyeme bien...

Un grito interrumpió a mi padre. Los dos nos miramos. Subimos corriendo hacia la habitación de donde provenía el grito. Era Samantha, sosteniendo el cuerpo pálido de mi madre.

—¿Qué...?. —Intenté preguntar, pero se me formó un nudo en la garganta.

—Está muerta, mamá está muerta.

Mi padre a mi lado no dijo nada, solo miraba pasmado la escena frente a él. Me acerqué a Samantha, sostuve el rostro frío de mi madre, había llorado.

—¡Mamá!. —Entró gritando a la habitación de mis padres. Se arrodilló junto a mí. —¡No me dejes sola, mamá!.

—Fue él. —Todos lo miramos, él apuntaba a mi padre. —Él la mató.

—¡¿De qué estás hablando...?!. —Era la primera vez que lo llamaba por su nombre, siempre le decía bastardo.

—Tú la mataste.

—Deja de decir estupideces. —Samantha lo miró, aterrada. —Papá nunca haría eso.

—¡Fue él!.

Todos empezamos a gritar. No era posible que mi padre le hiciera esto a mi madre, me negaba a creerlo.

—¡Ya basta!. —Se hizo un silencio en la habitación, cuando la miramos, ella cargaba un arma, le quitó el seguro y la llevó a su cabeza. —¡Ya estoy cansada de todo esto!. ¿Por qué no podemos ser una familia normal?.

—Baja el arma. —Papá intentó acercarse, pero ella lo apuntó. —¡Aléjate!. Tú eres un desgraciado, no mereces vivir.

Nena, no hagas esto, por favor. —Él era al único que ella escuchaba, era todo su mundo.

—No quiero seguir sufriendo.

—Y no lo harás, dame el arma, nos iremos de aquí los tres, sabes que ella te ama mucho.

—Me duele dejarla, pero es que ya no tengo fuerzas para seguir.

Samantha lloraba en el suelo, abrazando el cuerpo de nuestra madre, me acerqué a ella y la abracé.

—No la dejes, entonces, los dos te ayudaremos a seguir adelante, ella te necesita, yo te necesito.

Ella seguía apuntando a mi padre, él solo la miraba, sin decir o hacer nada que pudiera acabar con su vida.

—Tú, —Lo miró. —Eres un hijo de puta, tú mereces estar muerto, no mi madre, ella no te hizo nada.

—Te equivocas, ella me engañó. —Dijo entre dientes. —Durante años tuvo un amante, y a causa de eso nació un niño.

Nadie podría creer lo que acababa de decir. Mi madre no era capaz de hacer eso.

—¡Estás mintiendo!. —Mi padre se sobresaltó cuando ella se acercó más a él. —Mi madre te amaba. Quisiera matarte, pero no soportaría vivir contigo en el infierno. —Llevó el arma hasta su cabeza nuevamente. Mi padre se relajó al ya no tener un arma apuntandolo.

—No hagas eso. —Él intentó acercarse, pero ella se alejó.

—Cuida de ella, y dile que la amo.

—¡Sa...!. —Su nombre quedó atrapado en su garganta cuando escuchó el disparo. —¡NO!.

Se acercó a su cuerpo en el suelo.

—Despierta, no me dejes, por favor. —Intentó animarla dándole pequeños golpecito en la mejilla. —Abre los ojos, ¡no!.

Esa fue una noche inolvidable para todos. Ninguno volvió a ser el mismo.

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Volvemos a la acción. ¿Ven que no me he olvidado de ustedes?.

Les voy a confesar algo, yo si lloré escribiendo ésta parte, no se que se sentirá ver morir a alguien que amas delante de ti, pero se que es doloroso.

Nos vemos en el próximo capítulo.

Besos desconocidos.

Obsesión Enfermiza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora