Capítulo 14.

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En algún lugar del mundo. (03:17 AM)

Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo he buscado. Ni siquiera recuerdo que me dijo el último detective que contraté. Me di cuenta que la única manera de encontrarlo será buscándolo yo mismo, por mis propios medios.

—No lo repetiré de nuevo. —Ya estaba cansado de hacerle la misma pregunta y no obtener respuesta. —Si no me dices dónde está, le preguntaré a tu esposa, o a tu hijo, muy lindo él, lo he visto muchas veces jugando fútbol, y tu hija, con su talento de bailarina será muy buena mercancía en uno de mis bares.

—¡No te atrevas a tocar a mi familia!.

Lo tenía sentado frente a mí. Anoche cuando lo traje, lo dejé encerrado en la habitación. No quería torturarlo ni nada por el estilo, solo quería que me dijera algo de su paradero.

—No quiero hacerles nada, pero tú no me ayudas.

—Ya te lo dije, no sé dónde está.

—¿Y ella?.

—Está muerta, murió en el parto. —Sentí un dolor en el pecho.

Me levanté, haciendo ruido con la silla.

—¡Eso es mentira!. ¡Me estás mintiendo!. —Lo señalé con un dedo.

—Es la verdad, ella no soportó que la hayas abandonado. Duró unos meses con depresión, estaba débil, y cuando llegó el día del nacimiento de tu hijo, murió apenas escuchó los llantos del bebé.

Empecé a dar vueltas por toda la habitación. Era mi culpa, yo la abandoné por ambición, por querer toda la maldita fortuna de mi padre, y ahora no la tengo ni a ella, ni a él.

—Vete. Ya no me sirves para nada. —Abrí la puerta de la habitación para dejarlo salir.

Se levantó de la silla. Me miró unos segundos y luego se fue. Cerré la puerta de un portazo. Me pasé las manos por el rostro, frustrado.

Italia, Roma. (12:40 AM)

No sé que se siente morir, pero no creo que sea peor que vivir. Durante años he vivido escondido, asustado por pensar que me van a encontrar. Él se buscó su propia muerte, y ahora yo cargo con su desgracia.

—Buenos días, señor Morelli. —Me saluda mi empleada. —El señor Moret desea hablar con usted.

Voy a mi despacho y cojo el teléfono entre mis manos.

—Henry. —Escucho un suspiro del otro lado de la llamada.

Necesito tu ayuda. —Su voz se escucha agitada.

—¿Estás bien?. Te escucho extraño.

Si. Solo quiero que me ayudes a encontrar a alguien.

—Si está a mi alcance.

Claro que lo está. —Hace silencio, y luego habla. —Quiero que me ayudes a encontrar a... —Me quedo pasmado al escuchar ese nombre. Miro a la nada, sin saber que hacer. —¿Qué dices?.

Si. —No se muy bien porqué dije eso, pero por alguna razón que desconozco, quiero volver a verlos, que sepan que una parte de él aún vive. Ya les he perdido un poco el miedo.

Cuelgo y salgo de mi despacho. Voy a mi habitación, me encuentro con Hellen desnuda saliendo del baño. Me acerco a ella.

—Te ves tan hermosa. —Ella me mira, asustada. —¿Aún me sigues tendiendo miedo?.

—Si, pero siento más asco. —Me pasa por el lado, la detengo agarrándola por la muñeca.

—Hace tiempo que no te hago mía. —Siento cómo su cuerpo se tensa ante mis palabras.

La obligo a dar la vuelta y quedar frente a mí. Sus ojos están cristalinos, apunto de llorar. Me acerco a sus labios y la beso. Agarro su cintura y la pego hacia mí.

Le llevo hacia la cama, sin dejar de besarla. Abro sus piernas para posicionarme entre ellas.

—Puedes hacerme tuya las veces que quieras, pero siempre pensaré en él, en que me hizo mujer.

Le doy una cachetada que la hace girar el rostro. Me molesta que lo siga amando, que aún siga pensando en él.

—Eres mía, entiéndelo. —Le susurro al oído. —Eres mía, y solo mía, maldita perra.

En el bosque, a las afueras de la ciudad de los angeles. (07:10 PM)

Llevo media hora observando las fotos en la pared. Los posibles lugares de donde estará. Aún no se cómo desapareció, pero lo voy a averiguar.

—¿Aún sigues con eso?. —Pregunta mi hermano, entrando a mi habitación.

—Y no descansaré hasta encontrarla. —Me mira triste.

—Kang, no quiero decirte esto...

—Entonces no lo digas. —Lo interrumpo, empezando a enojarme.

—Ella puede estar muerta.

—¡No lo está!. —Le grito, golpeando la pared. —Se que está viva, lo sé. —Se me forma un nudo en la garganta. No decimos nada por unos largos segundos.

Estoy apunto de decir algo, pero mi hermano me interrumpe, y habla.

—Mañana iré a ver a mi novia. Habrá una inauguración de un resort, si vienes te distraeras un poco.

Se que mi hermano solo trata de ayudarme, hace lo mejor que puede, y yo estoy más que agradecido con él.

—Está bien, un cambio de ambiente me hará bien. —Le dedico una sonrisa triste.

—Ponte guapo, aunque será muy difícil de lograr. —Se rie a carcajada, ocasionando que me una a él.

—Eres un idiota, aún no se porque tienes novia. —Le reproché, sin dejar de reír.

—Porque soy el hombre que toda mujer quisiera tener. —Me mira, con el ego en las nubes.

—Eso ni tú te lo crees.

—Soy irresistible delante de los ojos de las mujeres.

Nos reímos durante casi media hora. La verdad es que tenía mucho tiempo que no me reía así, desde que esa desapareció, toda mi felicidad se fue con ella.

Durante tres años me he dedicado en cuerpo y alma a buscarla, pero ni rastros de ella, es como si se la hubiera tragado la tierra. Nadie explica su desaparición. Hace un año que la policía dejó de buscarla, sus padres ya perdieron la esperanza, creen que si la encuentran, ya será demasiado tarde, pero yo me convenzo de que la encontraré sana y salva.

Se que está viva en cualquier parte del mundo que esté. Ella espera por mí, que yo vaya a rescatarla. Se que tiene mucho miedo, pero yo no descansaré hasta tenerla entre mis brazos.

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Éste capítulo es un poco complicado de entender, pero más adelante conocerán a los personajes que se muestran aquí.

Cualquier duda que tengan, no duden en preguntarme, exepto dar spoiler, tramposos.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

Besos desconocidos.

Obsesión Enfermiza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora