En memoria de Adriana

Memoria 22

Advertencia ⚠️

El siguiente capítulo no es apto para sensibles o para todo público,es corto porque a pesar que han pasado más de cuatro años fue un trauma fuerte,intente no ser tan explícita pero toca temas delicados,el abuso dentro de la religión y la forma en que están normalizado por ser "santos". Está inspirado en hechos reales y respaldado de datos históricos. Es una utopía de lo que me pasó,y sentía la necesidad de escribirlo. Espero les guste y se mantengan al cuidado de esas personas.
Los quiere,Jenn.
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Las personas de mascarillas y vestidos de seda pululaban en aquella antigua edificación,llena de espejos en las paredes;giré sobre mis pies viendo el panorama que me rodeaba hasta quedar frente un espejo,mis piernas temblaron y la respiración me falló.

No tenía reflejo,las personas no parecían notarme,cada quien en su mundo.¿Quien no me notaría?,a lo lejos miré a Dakota junto a Chelsea en una mesa alargada.
Gracias a Atenea. Corrí hacia ellos.

-Gracias a ...-ninguno me miró,mi mano traspaso el hombro de Dakota y me aparte respirando agitada.

¿Que estaba pasando?¿porque no me veían?¿porque se sentía como ser un fantasma?,retrocedí al tiempo que un mesero tenía problemas con su charola y dejaba caer la bebidas al suelo,ese chispoteo de líquido me trasladó a las profundidades del mar,peleando con las olas,intentando no ahogarme.

El pánico se apoderó de mí en cuanto miré el cielo negro,en cuanto escuché el crujir del mar,en cuanto miré esas aletas brillantes rodearme.

Me desperté de golpe gritando,para darme cuenta de una terrible realidad.

-despertaste- esa voz. Busqué desesperadamente en la habitación rústica hasta encontrarme con ese sujeto,sentado en una silla de madera. Llevaba el rostro cubierto con una capucha pero sus ojos negros me miraban con atención.

-mi rosa sangrienta- apenas dijo eso,recordé la noche anterior cuando caí sobre mi piano;el sujeto al que Chelsea había apodado "el amo de las rosas"

-es interesante la arquitectura de este castillo al que llamas casa,podrías gritar durante horas y horas y nadie te escucharía,es más,ni siquiera tú sabías de estas catacumbas de tortura- ¿tortura?.¿mi casa?. Comencé a moverme con fuerza donde estaba atada,hasta caerme con todo y silla. El sujeto,el cual parecía ser algo mayor de edad por su voz,complexión y movimientos cuidadosos;se acercó y me levantó para verle de frente.

-¿qué decía la carta,Maia?- sostuvo la silla sobre mis hombros viéndome directamente a los ojos.

-¿qué decía la carta?- repitió con euforia. Apreté los ojos conteniendo el llanto.

-no,no la leí- me sentía ahogada,con una terrible sensación en el estómago.

-si quieres matarme solo tienes que hacerlo ya,hazlo- supliqué.

-¿matarte?¿en qué clase de creyente me convertiría eso? Solo haré una expiación para purificar tu alma,y el primer paso es la honestidad- me moví en mi silla con fuerza.

-¿honestidad?¿creyente?,eres un ser miserable eso y más eres- senti como sujetaba mi cuello con fuerza,ahorcandome,que provocó que las lágrimas salieran por presión.

-no te atrevas a insultar al servidor del altisimo- me soltó para proporcionarme una fuerte bofetada.

-las mujeres deben permanecer calladas,eso dice el libro sagrado- mencionó acomodando su camisa.

-como olvidarlo,su fanatismo es responsable de miles de muertes inocentes a través de la historia- escupí con odio.

-limpiábamos la tierra del pecado