Capitulo 4. Hogar

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9 meses después.

Rick abrió la puerta de una patada y comenzó a dispararle a los caminantes. T-dog entró detrás de él, luego papá, luego yo y detrás mío, Carl. Registramos toda la casa de abajo hacia arriba, la limpiamos de los caminantes y buscamos cosas que nos sirvieran, aunque no había casi nada.

Luego de la granja, pasamos todo el otoño y el invierno dando vueltas sin parar. Muriendo de hambre, de frío y tomando agua de río, si es que estábamos cerca de uno. El vientre de Lori creció, y por lo que Hershel decía, era un bebé sano.

Entramos todas las cosas y nos asentamos (al menos un poco) en la casa. Sabíamos que no era seguro, o al menos no podíamos dar por sentado eso, así que estábamos preparados para salir corriendo en cualquier momento.

—¿Podemos salir a cazar más tarde? —le pregunté a papá.

—Debes comer algo primero. —me miró y sacudió la lechuza que estaba desplumando.

—Pobrecita. —dije antes de sentarme junto a él—Podría comerme cuatro.

Todos miramos a Carl cuando lo vimos llegar con dos latas de comida para perros, casi apurado por abrirlas y comer algo. Nadie dijo nada, pero cuando Rick lo vió, le quitó la lata abierta y la arrojó a un costado de la habitación.

Nuestra situación era deplorable, todos lo sabíamos. Nos estábamos muriendo de hambre, un grupo de 11 personas y con una embarazada en fecha, si no hacíamos algo pronto terminaríamos todos muertos.

T-dog nos hizo una seña de que había caminantes cerca, lo que significaba que debíamos salir de allí. Tomamos las cosas lo más rápido que pudimos y escapamos por la parte de atrás de la casa, donde había otra puerta.

Yo me subí en la moto con papá, mientras que los demás subieron a los autos y arrancamos de nuevo lo más rápido que pudimos. Parar en la ruta se había vuelto costumbre, casi rutina diría yo, así que eso hicimos un rato después.

—15, estás de guardia. —le dijo Rick a Carl y el más pequeño asintió.

Mientras los adultos se acercaban al mapa extendido en el capó del auto, yo me acerqué a Carl.

—¿Quieres algo de compañía? —le pregunté.

El me miró y sonrió. Nos quedamos en silencio, mirando el camino y el bosque. No era un silencio incómodo, en cambio, últimamente el silencio se había vuelto costumbre entre Carl y yo como signo de paz, cuando de niños, el silencio entre nosotros era signo de catástrofe.

Supongo que ya no éramos niños.

—Mocosa. —escuché la voz de papá y me di la vuelta—Voy a cazar algo, ¿quieres venir?

—Claro que quiero. —respondí—Esa lechuza no fue suficiente.

—Tienes razón.

—Cuídala. —le dijo Carl a Daryl.

—¿Dudas de mí, niño? —papá me miró—Ve a buscar tu arco.

Asentí y corrí hacia la camioneta verde, abrí el baúl y saqué mi arco y el cilindro donde guardaba mis flechas. Lo encontré hace 6 meses en una cabaña abandonada en el bosque, y aprendí a usarlo bastante rápido. Al cerrar el baúl, me di la vuelta y me encontré con Lori sentada en la camioneta, con la mirada perdida, preocupada, así que me acerqué a ella.

—¿Cómo te sientes? —le pregunté.

—Estoy bien. —me respondió al mirarme—Estamos bien. —se llevó una mano al vientre.

Sabía que no lo estaba. Además del hambre que estábamos pasando, sabía que le preocupaba no encontrar un lugar seguro.

—Vamos a encontrar un lugar. Lo sabes, ¿verdad?

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫 || 𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora