Capítulo 1

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El cuerpo del h̶o̶m̶b̶r̶e̶ mono se retuerce con un crujido y apartas la vista justo a tiempo para no ver cómo estalla.

Es asqueroso.

Ahora el tatami está cubierto de sangre y otras cosas más sólidas que no quieres ni mirar. Se escuchan algunos aplausos, pero la mayoría de los presentes están igual que tú, incómodos. Algunos aterrados. Bueno, ¿sabían dónde se metían, no? Tú también lo sabías cuando tomaste la decisión de venir aquí, hace años. Todas las cartas estaban encima de la mesa, y él nunca te ha mentido.

Levantas la vista del suelo y te encuentras con sus ojos afilados. Levanta una sola ceja, y sueltas un suspiro.

Hace demasiados años que os conocéis como para necesitar palabras para entenderos. Conoces esa cara.

"Comportate." Te advierte. "No me desautorices aquí dentro."

Suguru sabe que te impresiona ver morir a los h̶u̶m̶a̶n̶o̶s̶ monos. Has intentado normalizarlo, pero nunca lo has conseguido. Vienen al templo a pedir ayuda, conoces sus vidas, y cuando dejan de ser útiles, ese sonido al crujir... Tienes que desviar la vista cada vez. A Suguru le gustaría que fueras más entusiasta en ese sentido, pero se conforma con que estés presente. No es que lo hayáis hablado nunca de forma abierta. Pero es que no hace falta, por eso lleváis una década siendo amigos íntimos.

La hermana del h̶o̶m̶b̶r̶e̶ mono estrujado ha empezado a chillar, y se está armando un buen alboroto. Necesitas un respiro.

Mientras los secuaces de Suguru empiezan a desalojar el recinto y a llamar al equipo de limpieza, te diriges hacia la puerta y sacas el paquete de tabaco de tu bolsillo trasero.

Escondes el cigarrillo en tu puño cerrado cuando alguien te atrapa por detrás.

- ¡Tía _____! - Exclama Nanako mientras te estruja entre sus brazos. Te recuerda al h̶o̶m̶b̶r̶e̶ mono. Ugh. - ¿Dónde vas?

- Te he dicho mil veces que no me llames tía, me haces parecer vieja. - La despeinas con una mano y no puedes evitar que una sonrisa aflore en tus labios.

- ¡Pero es que eres vieja! Tienes como cuatrocientos años. - Suelta una carcajada al ver tu cara de fastidio.

- ¡Solo nos llevamos doce años!

- ¿Te parece poco?

- ¿Dónde vas, tía _____? - Pregunta Mimiko desde más atrás.

Parece mentira que sean gemelas. No se parecen ni en físico ni en personalidad, y aunque su deporte favorito sea meterse contigo, estar con ellas es uno de los mejores regalos que te ha traído la vida. Antes de que las gemelas llegaran a tu vida, había demasiada testosterona a tu alrededor.

Sacudes un pensamiento desagradable de tu cabeza y guardas con disimulo el cigarrillo en el bolsillo del pantalón.

- Voy a tomar un poco el aire. - Dices con naturalidad. - Está siendo un día intenso ahí dentro. Vosotras también deberíais salir fuera y disfrutar del buen tiempo.

Nanako alza una sola ceja, y por un momento te recuerda a Suguru. ¿Los genes pueden contagiarse por el aire?

- No somos tontas. Sabemos que vas a fumar.

- ¿Cómo va a ser eso? - Intentas disimular. Se te da fatal. - Si lo dejé hace años.

- Sí, sí, claro.

Ya no te está prestando atención, está tecleando algo en el teléfono. Adolescentes, uf. Tú no eras así con esa edad, estás segura.

- Tía _____ - Te giras hacia Mimiko. - ¿Puedes llevarnos al cine esta noche?

Where did I go wrong | Gojo x Lectora | Old Beats AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora