Capítulo 3

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Suguru está recostado en el podio de la sala de ceremonias. 

Tiene los tobillos cruzados, y la cabeza apoyada en su mano. Escucha al hombre suplicar, retorcerse las manos y sudar con una expresión de serenidad propia de un Dios. Cuando esta aquí, rodeado por la rica arquitectura del templo y la multitud adorándolo, podría pasar por uno. 

— En resumidas cuentas. — Dice con su voz suave. — No puedes seguir pagando la cuota.

— S-sí, e-exacto, señor.

El hombre tartamudea, pero cuando Suguru le dedica una sonrisa cálida, él también se contagia.

— Pero ¿puedes pedir un préstamo, no?

La sonrisa del hombre se congela.

— N-no, ya lo pedí hace meses. También usé las cuentas de mis hermanos, incluso la de mi madre. No nos queda nada.

Por Dios, te exclamas interiormente.

El hombre es de mediana edad, por lo que su madre debe ser una anciana. La ha endeudado hasta las cejas para poder seguir formando parte de... esto. Sea lo que sea. Aun no tienes claro qué sacan algunos de los monos de seguir viniendo aquí, gastándose el dinero que no tienen en las cuotas abusivas de Suguru.

El susodicho asiente sin perder su sonrisa.

— Puede que tengamos alguna oferta para ti, eh...

Ni siquiera se acuerda de su nombre.

— Fujisawa.

— Lo que sea. — Suguru desvía la mirada con pereza. — Mimiko y Nanako te acompañarán a la oficina.

Las gemelas comparten una risita traviesa y escoltan al hombre fuera de la sala de ceremonias. Era el último de ese día, y las niñas son los únicos miembros del templo que no estaban ocupadas.

Se escucha un grito corto a la sala de al lado, y cierras los ojos con fuerza de forma inconsciente.

Te habría gustado que las niñas hubieran podido ir al colegio. Deberían estar aprendiendo ciencias naturales o historia. Lo que sea menos esto. Solo tienen quince años, por favor. No deberían tener las manos manchadas de sangre. 

Escuchas tu nombre y levantas la vista. Suguru te está llamando.

— No deberías dejar que se encarguen ellas. — Le dices. — Son niñas.

— ¿Lo harás tú, entonces? — Se pone de pie con un movimiento ágil, y se acerca hacia ti. Sabe que no tienes el estómago para matar humanos, se ha demostrado una vez tras otra. — Exacto.

— Eso no significa que tengan que hacerlo ellas.

— No les importa. — Replica Suguru.

— ¿Y eso no te alarma?

— Mmm, no. — Lo dice como si fuera obvio. — ¿Por qué debería? Ellos no son como nosotros, _____. De la misma forma que un carnicero sacrifica a los animales para poder alimentarnos, ellas sacrifican a los monos cuando dejan de ser útiles. — Se gira hacia la puerta por la que ha salido el hombre. — Ya has visto lo cargado que estaba de energía maldita. Habría soltado una maldición en cualquier momento y el problema sería de todos.

— Ya lo sé, Suguru. — Te aprietas la sien con dos dedos. — Solo digo que ellas deberían estar pensando en otras cosas de su edad, no sé, en famosos, ropa, chicos. No ejecutando a personas.

— No son personas.

— Ejecutando lo que sea.

Suguru está a punto de replicar, pero lo interrumpes.

Where did I go wrong | Gojo x Lectora | Old Beats AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora