Capítulo 4

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—No has cambiado ni un ápice, ¿eh? —te pregunta Mei Mei, apoyando la mejilla en el dorso de su mano.

Pensabas que a lo mejor era un espejismo, una invención de tu cerebro, pero Mei Mei está ahí. Sentada en la barra del Cursed Hog, con una bebida en la mano.

Aprietas los labios hasta que se convierten en una línea fina.

—¿Te trae malos recuerdos o qué? —levantas la daga de forma que pueda verla y limpias la sangre de la hoja en una servilleta.

—Uy, tranquila. —Vuelve a reírse.— No quiero meterme en problemas.

La forma en que lo dice no deja espacio para dudas, se está burlando de ti. Buscas con la mirada a Martin y le haces un gesto con la cabeza hacia Mei Mei. Él solo se encoge de hombros.

—¿Qué haces aquí? —No puedes evitar preguntarle.— No es lugar para uno de los tuyos.

Es de dominio público que la moralidad de Mei Mei es una escala de grises. Está del lado de la ley, pero juega con ella como una niña saltando a la comba. Se la salta cuando le conviene, vive buscando su propio beneficio, pero no deja de ser una hechicera. Mei Mei está al servicio de los peces gordos, captura a usuarios malditos. Ejecuta si es necesario. Estás bastante segura de que ella misma podría cumplir tu orden de ejecución, si le apeteciera.

—Negocios. —Te dedica una sonrisa gélida y toma un trago de su martini. Deja que el silencio se infiltre entre las dos y te dedica una mirada maliciosa antes de decir:— Así que te acostaste con Masaru.

—Métete en tus asuntos. —Le espetas.

—Es guapo. —Añade, y vuelve el silencio. Le das un trago largo a tu bebida, maldiciendo a Suguru, al templo y a todas las decisiones que te han llevado hasta ahí.— ¿Lo sabe Geto que tienes aventuras?

Un escalofrío te recorre desde la base de la columna hasta la cabeza, y aprietas el vaso de cristal con tanta fuerza que estalla entre tus dedos.

—¡Oh! —Exclama Mei Mei, llevándose una mano a los labios.

Estás acostumbrada a que la gente asuma que tienes una relación con Suguru, y normalmente no te afecta. Lo que la gente opine sobre tu vida personal te trae sin cuidado. Pero algo en el tono de Mei Mei te desquicia y hace que pierdas la última hebra de cordura.

—No quería ser indiscreta. —Susurra Mei Mei, inclinándose hacia adelante para hablarte con confianza.— Pero no he podido evitar escuchar a Masaru cuando hablaba de que...

—Mei Mei. Necesito que te calles ahora mismo, o tendré que matarte. —La interrumpes, apretando el cristal roto entre tus manos hasta que tu sangre se mezcla con los restos del alcohol. No sabes de dónde sacas la fuerza, pero consigues que tu voz suene monótona y calmada.— Te aseguro que aquí nadie hará nada para impedirlo.

Escuchas una risita ahogada que viene de su dirección.

—No te preocupes por eso, tengo mis refuerzos. No soy tan estúpida como para meterme aquí sola. 

Levantas la cabeza de golpe y peinas el local con la mirada. Mei Mei detecta el pánico en tus ojos y vuelve a reírse.

— ¿Alguna cara conocida?

No, solo usuarios malditos. Está jugando con tu mente.

Intentas extender los dedos de la mano herida, pero un dolor punzante te detiene. Los cortes son profundos y hay mucha sangre. Puede que te hayas cortado alguna parte importante. 

Te gustaría envolverla con algo y detener la hemorragia, pero no quieres exponerla a la mugre de una servilleta. La sacudes en el aire, quitando el exceso de sangre, y te pones en pie.

Where did I go wrong | Gojo x Lectora | Old Beats AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora