Capítulo 5

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La cara de Shoko es un poema. 

Todavía lleva la bata de ir por casa, con unas pantuflas rosas a juego, y el cabello castaño recogido en un moño. Tiene aspecto de acabar de salir de la cama, pero cuando Gojo se ha materializado con un estruendo en el salón de su apartamento, contigo pataleando sobre su hombro, os la habéis encontrado leyendo en su sofá. Bendito insomnio.

Ya se ha fumado dos cigarros desde que habéis llegado, que no han hecho mucho por ayudarla a recomponerse. 

— Eh, Gojo... — Da una calada, mientras él sigue divagando. — no creo que esto sea... 

— En el código deontológico de la medicina dice claramente que tienes el deber de socorro. — Argumenta él. — Además... 

— Eso es en el caso de que una vida corra peligro. Pero no se trata de eso....

— ... sabes que lo haría yo si pudiera. Eres la única que puede hacerlo. 

— Gojo. 

— Además, también era tu amiga. 

— ¡Gojo! — Gritas desde detrás. — ¡Bájame al suelo! ¡Ya!

En lo que Shoko se ha fumado dos cigarros, tu no has dejado de patalear y gritar encima del hombro de Gojo para liberarte. 

No quieres que Shoko te cure. Lo que quieres es que la noche deje de enrevesarse de esta forma caótica en como lo ha hecho hasta ahora. Quieres que todo lo que ha sucedido desde que has salido del Cursed Hog se borre por arte de magia. Deberías haberte montado en tu coche y haber dejado que uno de los médicos del templo te trataran la mano. Bajo ningún concepto querías estar en el salón de Shoko, subida encima de Gojo puto Satoru. 

Porque luego esta lo de su olor. 

Ahí subida, a dos metros del suelo, solo puedes pensar en que Gojo huele igual que entonces. 

— Gojo. — Ahora es Shoko quien lo llama. — Te entiendo. Pero entiéndeme a mi, por favor. Lo estás complicando todo.

Estás segura de que ni siquiera lleva colonia. Ese olor, que si lo envasaran y lo vendieran en perfumerías seria el top ventas para el resto de los días, es suyo. Él huele así. Cada vez que inspiras lo notas como una cuchillada en el cerebro y en el vientre. 

Aun debes estar embriagada, piensas con los ojos entrecerrados, porque de pronto el hueco entre su cuello y el hombro parece muy apetecible. Te imaginas enterrando ahí la nariz, en la curva de su cuello. 

Abres los ojos de golpe. 

— Gojo. — Dices. — Ejecútame, por favor. 

Él se limita a darte unas palmaditas en la espalda, donde te tiene sujeta contra él. 

Que se acabe ya este tormento. 

— No voy a ejecutarte. — En cuanto dice eso, vuelves con una oleada de patadas y golpes que nunca llega a recibir, así que añade: — Voy a bajarte, pero no hagas ninguna tontería. ¿Vale? 

Te agarra con las dos manos cuidadosamente,  te hace descender hasta que tus dos pies tocan al suelo y por fin suspiras tranquilamente. Te arreglas la ropa, que  ha quedado un poco desajustada, también el cabello, y das un paso para separarte del hombre, que se vuelve a cruzar de brazos. 

Le das la espalda. 

— Ey, Shoko. —Intentas sonar normal. La saludas con la mano herida de forma inconsciente, y te muerdes un gemido de dolor. — Haces buena cara. 

Where did I go wrong | Gojo x Lectora | Old Beats AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora