Capítulo 13.

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La navidad siempre ha sido uno de los eventos más esperado por la mitad de los niños y todos aquellos que aún tienen esperanza en la vida y las buenas tradiciones, mientras tanto están esas personas que a pesar de odiar lo horriblemente caro de los precios en la temporada, están felices porque no estarán solos en navidad y víspera de año. Aunque no todos tengan la misma suerte, sin duda pasar las fiestas solo no es algo que desearía a nadie. Incluso si la propia compañía es grata, estar junto a esas personas que nos hacen bien es especial. Nos recuerda el cariño que podemos tener.

Tal vez no suene tan mal pasar navidad y año nuevo solo, podrías disfrutar de tu soledad y el ambiente, pero sabemos que estas fechas solo se hicieron para tener una excusa más para ver a la familia y amigos. Pero, ¿Qué pasa con aquellos seres queridos que ya no tenemos? ¿Por qué se siente diferente?

Desde que era una niña pequeña Lilly amaba la navidad, cada parte de ella. Desde la cena hasta las doce para abrir los regalos, porque sí, Lilly disfrutaba del chocolate caliente que su madre les preparaba a ella y sus hermanos, amaba cuando abrían los regalos y siempre había un juguete.

Aunque está vez era diferente, Lilly quería amar la navidad como ya lo hacía. Lo hizo el año pasado y fue la mejor noche que pudo tener, pero aún así, algo dentro ella no la dejaba descansar y disfrutar de las fiestas. Lilly lo sabía, porque no era un sueño, ni una mentira. La razón por la que Lilly no se sentía plena, era la gran ausencia de su hermano.

Cuando Lilly nació a los cinco minutos después llegaba su compañero de vientre, Daniel. Nacieron juntos y crecieron, eran inseparables, su relación siempre fue cuidarse y protegerse, como todos los hermanos lo harían. Si, era obvio que también discutían, pero eso era normal en ellos, porque eran hermanos. Y en navidad, Lilly amaba poder hacer angeles de nieve junto a Daniel, quién siempre se ponía al lado de ella para después comparar sus angeles de nieve, siendo siempre el chico quien argumentaba tener el mejor. Aunque no fuera cierto.

En estas fechas Lilly y Daniel planeaban una gran noche de juegos, siempre siendo tan cuidadosos de no dejar a ninguno de sus hermanos fuera, ¡Y tampoco a sus padres!

Pero, ya no era así, el veintitrés de diciembre su padre le habría dicho algo que la dejaría congelada. Ni siquiera quiso salir de su habitación lo que restaba del día. Tal vez las palabras de su padre la habrían afectado más de lo que ya se encontraba.

¿Pasar navidad sin su hermano? ¡Qué estúpido! Ni siquiera pensaba estar en la cena, ¿Cómo podría cenar y ver la comida favorita de su hermano sin sentirse miserable?

Y lo peor de todo, ¡¿Por qué habían invitado a los Hardwood!? Lilly realmente odiaba al hijo mayor de ellos, Noah Hardwood. Aunque Lilly no tenía nada en contra de la familia, ¡Vamos! Sus mejores amigos eran los hermanos menores, pero su odio a Noah la cegaba tanto que ignoró completamente que también estarían sus amigos.

Lilly abrió los ojos con cansancio, había escuchado el auto de sus padres llegar, avisando la nueva presencia al hogar; la familia Hardwood. Reprimió un suspiro profundo, junto a las ganas de salir de la habitación, "ellos vendrán de todos modos, no tiene sentido salir". Y era cierto, la puerta de su cuarto fue abierta por su madre, quién la veía con una pequeña sonrisa.

—Derek y Mel están aquí, ¿No quieres ir a saludar? —Preguntó gentilmente, Lilly alzó la vista y miró a su madre, ¿Cómo podría responder sin sonar tan grosera?

—No

Bueno, era fácil. La mujer no respondió, entendía completamente a su hija, también se sentía así, perder un hijo no es fácil, pero Samantha sabía que mostrarse triste afectaría a toda la familia en general. Por ello se mostraba fuerte y alegre ante sus hijos. Intentando mantener su sonrisa asintió y habló.—Si quieres bajar ahí estaremos esperándote...—Y dicho aquello se marchó cerrando la puerta.

Cuentos De Hadas|| Mary Anne SpierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora