Capítulo 1

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Otro día, otro dilema existencial.

Miró hacia la ventana de su departamento, se veía el cielo rojo y los gritos mañaneros estaban empezando a sonar. Rodó los ojos, decidida a volver a dormir, hasta que su teléfono vibró por una llamada.

Bufó..

Respondió con el mejor ánimo que pudo.

— "¿Diga?"— talló sus ojos y cubrió su boca para bostezar.

"¡Ara! Sé que es tu día libre y que no deberías, pero, ¿puedes venir? Tenemos un problema y eres la única que lo puede resolver". Se trataba de Clara, una hija de su jefa.

Suspiró pesado.

— "¿De verdad es muy urgente?"

"Mi mamá te pidió específicamente a ti".

... Ok, eso era importante, sin duda.

— "Estaré allá en media hora".

"Perfecto, gracias". Colgó.

Bostezó una vez más y se levantó de la cama mientras estiraba los brazos. Tronó su cuello y abrió su armario para buscar ropa adecuada para ir a trabajar.

— Bueno... A enseñarle a todos cómo se brilla— sonrió para animarse y tomó un conjunto formal.

Arregló su cabello después de colocarse la ropa de forma correcta. Cepilló su cabello negro, se echó perfume y salió de su departamento con prisa hacia su trabajo.

— Hola, nena, ¿por qué tan-...?— el demonio que siempre le coqueteaba se interpuso.

— Ahora no— lo apartó y siguió su camino.

— Eres dura de roer, preciosa, pero ¡vas a ser mía!— amenazó con una sonrisa.

Nuestra protagonista se tensó y apresuró el paso para alejarse y llegar a una cafetería.

.

Llegó ante Carmilla con serenidad (cortesía de su café mañanero acompañado de una dona glaseada) y una sonrisa.

— ¿En qué le puedo ayudar, mi señora?

— Tengo que ver a unos clientes importantes en persona, pero uno de los proveedores llamó para avisar que vendría a las nueve.

— Eso es muy inusual.

— Por eso necesito que me ayudes con el proveedor. Es bastante rígido y poco amigable, pero sé que puedes hacerlo sola.

— No quiero cuestionarla, pero, ¿por qué no le pidió el favor a sus hijas?

— Ellas no tratan con la gente igual que tú, sólo entregan y obtienen firmas. Sin mencionar que tienen que hacer una entrega en menos de una hora y el proveedor llegará en cualquier momento. Además, con la reciente exterminación, no tenemos suficiente personal para cosas así. No me falles— se enserió.

—... No lo haré, mi señora— sujetó su cabello en una coleta alta mientras salía de la oficina para dirigirse a la sala de juntas.

Sacudió su uniforme y tomó los papeles que Odette le entregó. Se sentó en una silla de la sala de juntas y soltó aire con pesadez. Unos minutos bastaron para que el supuesto proveedor apareciera por las puertas.

— Buenos días, señor Golden— usó una voz formal.

— Buen día, señorita. ¿Me puede decir por qué la señorita Carmine no me puede recibir?— se sentó frente a ella con un gesto molesto.

— Lamento mucho este inconveniente, mi señor, pero la señorita Carmine está muy ocupada hoy y me pidió que yo tomara su lugar en esta reunión. ¿Le gustaría comenzar?— lo miró con neutralidad.

Cadena tras cadena (Husk y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora