Reviviendo en fotografías...

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El viernes pasado tuvimos un día de "tradición", como les gusta a nuestros cachorros llamar al día en que nos juntamos a almorzar solo ellos con tataiaia. Es un día solo nuestro, sin padres, regla impuesta por ellos.
Cuando llegaron les dije de abrir una valija donde había muchas fotos. Días atrás habíamos descubierto con Luli, ese tesoro.
¡Les encantó la idea!
Mi idea era, aparte de que las disfrutaran, de que las pusieran en álbumes, para tenerlas bien a mano. Por suerte a ellos siempre les ha gustado mirar fotos, desde chiquitos. Casi sin querer, conocieron a sus ancestros a través de las fotos y de las historias que las acompañan. Es común que hablen de sus bisabuelos y tatarabuelos como si los hubieran conocido, y eso a mí ¡me encanta!
Pasamos un lindísimo día, acorde a las posibilidades de estos días, un poquitín complicados.
¡Hubo tantas preguntas como historias contadas!
Pasaron unos días, concretamente cuatro, hasta que hoy, que se me dio por revolver y arreglar dos cajones de la cómoda, y eso que no está lloviendo, encontré unas fotos. Largué los cajones, me senté en la cama y me puse a disfrutarlas. ¡La mayoría de ellas muy mal sacadas! Algunas muy claras, muchas borrosas, otras muy lejos. Debo confesar que en más de una ocasión me vi tratando de agrandarlas, tratando de estirarlas con el pulgar y el índice.
Miles de imágenes desfilaron frente a mí, acariciando mi corazón. ¡Qué de historias cuentan las fotos! En ese pequeño montoncito de cartulinas, algunas con colores, otras en blanco y negro, pude volver a caminar por el sendero de mi vida. Creo haber tenido la sensación de haber apoyado mis pies en las huellas que dejamos hace tanto tiempo atrás. En ese montoncito de papeles estaba plasmada una vida entera. ¡Es muy fuerte! Pero es real.
Me reí al verme de bebé. ¡Qué gurisita fea! Mamá siempre me lo dijo y yo no le creía. Papá  me decía que me había recortado de una revista pues me había visto y desde ese momento había comenzado a amarme. A mí me encantaba esa historia, aunque ahora que lo pienso nunca hizo referencia esa primera foto de bebé. ¿Será que la escondieron?
Luego esas fotos de mi niñez con Jorge y Daniel , y esa otra con mamá y abuelo Timoteo, me llevaron a disfrutar de los paseos y juegos que hacíamos con abuelo. Siempre me llevaba al circo y a la biblioteca. Con él se despertó mi gusto por la lectura. Recuerdo el altillo que había en su escritorio, tan lleno de libros, tan lleno de historias, y al cual yo accedía trepándome a una silla, me colgaba de la puerta y me sentaba en un improvisado banco de libros, a devorar historias. Mi primer libro leído fue Corazón, de Edmundo D'Amicis y el segundo, Chico Carlo, de Juana de Ibarbourou. Los tengo conmigo como lo que son: un verdadero tesoro. Tengo otros como Escuela para nuevos ricos, el libro de Matemática de Pedro Martín, Mujercitas y varios más. ¡Todos de abuelo!
¡Y cuando me vi de pelo cortito! ¡Qué risa me dio! Se ve que todos los días me mandaba alguna cagada. No quedé rapada a cero gracias a Julia, la peluquera. Era una morocha preciosa que se enamoró de uno de mis tíos. Muchas cosas se contaron, otras muchas se inventaron, pero nunca dejamos de ir a peluquearnos con ella. ¡A mí me encantaba!
Y esos cartoncitos que para muchos no tienen vida, a mí me transportaron a mi adolescencia,  época dorada donde las miradas se vuelven más profundas, más directas, o indirectas a veces, donde empezás a descubrir el amor. Época de risas cómplices con las amigas, secretos compartidos entre la barra de amigos, quizás alguna pitada a escondidas de aquellos La Paz suave o Republicana negro. Alguna rabona al liceo para ir a recorrer las tiendas, o andar en el único ascensor que había en Las Tres Cruces, o a sentarnos a tomar una malta en el Café del Centro.
Época de quinceañeras, novios, bailes, juntadas a bailar en casa de amigos. ¿Y cómo olvidar aquel baile en el Democrático? Habíamos ido Jorge, Elena, Jorge y yo. ¡Estaba lleno de gente! No había lugar para sentarse. De pronto, Jorge Ferrari se fue re caliente y puteando fuerte, para que todos lo escucharan. Nosotros tres nos quedamos paraditos donde nos hubiera gustado estar, cerca de todo, obviamente. Por allá vemos aparecer a Jorge con una mesa sobre la cabeza seguido por unos gurises con cuatro sillas. ¡Parecía un toro embistiendo todo lo que se interponía! ¡Todo el mundo lo dejaba pasar! Llegó furioso, pero con su mejor y triunfal sonrisa, apoyó la mesa y dijo:
-¡De acá no nos saca nadie!
¡Y nadie nos sacó!
Los primeros maquillajes a escondidas de papá. Creo que me convenció de que era mejor no maquillarme. ¡Era tan salamero!
-¿Para qué te vas a pintar? ¡Dejá que se pinten las feas! ¡Vos no precisás, mi amor!
Y sigo encontrando cartones llenos de vida en los que veo claramente ese pasaje sutil entre la niña y la mujer, entre la divertida irresponsabilidad, propia de la adolescencia, y la maravillosa responsabilidad de ser madre. También vuelvo a viajar y a reír con las anécdotas que vienen a mi mente.
Hoy, al tener tanta vida entre mis manos, hoy me decidí. Ya no más todas las fotos en pendrive, o en computadoras o celulares. Mañana mismo empiezo a imprimir fotos y a armar álbumes.
A la vida hay que vivirla con todos los sentidos; tenemos que mirarla, tenemos que escucharla, tenemos que olfatearla, tenemos que saborearla y tenemos que tocarla.
Hoy no solo toqué mi propia vida a través de las fotografías, sino que con cada recuerdo la volví a mirar, y sentí las voces y las risas que hace mucho dejé de escuchar, volví a sentir esos olores que están guardados en mí y volví a relamerme con los sabores de la felicidad.
Hoy decidí imprimir momentos imborrables de nuestras vidas. Sería muy egoísta si no lo hiciera porque le estaría negando a las próximas generaciones, sangre de mi sangre, la posibilidad de conocernos, por un lado, y por  otro lado, les estaría quitando el poder vibrar con este cúmulo de sentimientos que se agolpan en uno cuando toma una foto entre sus manos.
Sí, mañana mismo empiezo a imprimir fotos y con mis cachorros armaremos álbumes que estén siempre al alcance de la mano.

ilargiluna
20/2/2024

Rebobinando la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora