°Capitulo 5°

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Después de limpiar y tomar un buen desayuno que Pavel preparó para ambos, no había mucho más que hacer. Pooh aún estaba atónito porque el lobo le hubiera dado su sangre, evitándole tener que cometer un asesinato y dejándole quedarse junto a él. Si tuviera el poder, caminaría sobre las nubes en ese momento. Se echó a temblar de anhelo y felicidad cuando le vio acercarse a él.
-Estaba pensando en dar un paseo por el bosque. Bueno, ya sé que te has pasado allí la
mayor parte de estos días, pero hay un sitio al que mi padre solía llevarnos en el verano a
nadar, y pensé que te gustaría verlo.
-Oh, sí, sí. Me encantaría, Pavel. Vamos allí!- dijo entusiasmado y le vio sonreír con ganas.

Pavel tenía una sonrisa y una risa hermosa, abierta y franca que le hacía sentir muy a salvo.
La gente en la mansión rara vez se reía con tanta libertad. Bueno, a costa de su torpeza sí
que se reían, al igual que Pavel, pero era con burla, mientras que el lobo parecía de verdad
contento. Le siguió hasta la puerta, y frunció la mirada ante la luz del sol.
-Olvidé que a los vampiros les hace daño el sol en los ojos- oyó su voz preocupada,
guiándole de vuelta al interior. Pooh los restregó con fuerza.
-Yo sí puedo soportar el sol, aunque tengo que esperar un poco para acostumbrarme a la
intensidad de la luz. Y protegerme la piel del contacto directo. Ah, y dormir al medio día.
Eso es algo que no puedo evitar. Mi cuerpo se desactiva solo por 4 o 5 horas.
-Las del sueño promedio y eso- dijo, y le admiró que lo recordara.
-Sí, así es. En ese tiempo nuestro cuerpo se repara. Supongo que para los más guapos
significa algo así como una siesta de belleza- bromeó.
Pavel le miró con una sonrisa.
-Bueno, si aún quieres salir me llevaré la almohada- respondió a su vez, guiñándole un ojo- para hacer más cómoda tu “siesta de belleza”.
-Yo estaré bien en cualquier rincón donde no me de la luz. La verdad es que me gustaría
mucho conocer el sitio donde tu padre te llevaba. Si no es problema para ti, que de pronto caiga dormido...
-Ninguno. Vamos. Espera, tómate unos minutos para acostumbrarte- pidió, abriendo la puerta sin dejarle salir, sosteniéndole con cuidado del brazo. Pooh se sintió contento al
saber que quería cuidarle. Eso le hacía sentir feliz, como cuando su padre estaba vivo.
-Mi padre también soportaba bien la luz del sol, sabes? Decía que era porque su vampiro
quería pintar.
-Tu padre era un buen artista. Me encantaría ver como pinta su hijo- sus palabras le
sorprendieron, mirándole fijamente durante un momento.

Los ojos de Pavel tenían un claro
color azul, igual que el cielo de una tarde de verano. Era un color muy hermoso
- Estás bien ya?
-Sí, ya puedo ver.
-Vamos. Espera!- volvió a detenerle antes de cruzar la puerta y le vio sacarse la chaqueta
para echársela encima, protegiéndole del contacto directo con el sol- Luego buscaremos un camino a la sombra de los árboles.
-De acuerdo, Pavel.

Echaron a andar por el sendero, perdiéndose en medio del bosque, dejando el pueblo atrás.
Pooh estaba encantado. Caminar por el bosque en compañía era mucho mejor que hacerlo solo. Además la sangre que Pavel le había dado le hacía sentirse mucho más fuerte y recuperado; había sido deliciosa, lo más delicioso que nunca había probado, pues como vampiro de baja clase no tenía derecho a beber directamente de un donante, sino de bolsas de plasma que habían sido almacenadas. Él nunca se había quejado, pues le mantenían con fuerzas, y cuando era pequeño su padre le había dejado beber de él.

Pero la sangre de Pavel era dulce y especiada, con un fuerte sabor a vida que se había transmitido por todo su cuerpo, despertando los sentidos en su piel. Los colores que ahora veía entre el bosque, el calor del sol que se filtraba por su ropa, los olores de la naturaleza, parecían más vivos y más despiertos que nunca. Todo gracias a su sangre. Le miró caminar a su lado, su rostro
sereno, su andar confiado y tranquilo, y se sintió completamente a salvo.

Otros vampiros, y otros lobos que había podido atisbar a su llegada al pueblo, le causaban miedo. Pavel era el único que sentía no le haría daño. Y podría quedarse a su lado un par de días más.

El barman y el pintor/ PavelPoohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora