El barman y el pintor/ PavelPooh

°Capitulo 9°

Pavel miró a Pooh, quien se había quedado sonrojado en silencio sentado a la mesa. El
lobo gruñó y refunfuñó en protesta. Apretó los puños para mantener la cordura. Ese
Marcus... Por qué tenía que meterse donde no le llamaban?
-Maldita sea- masculló, raspando la sartén y dejándola caer dentro del fregadero con fuerza.

Se volvió al oír la exclamación ahogada del vampiro, viendo sus ojos abiertos con miedo
-lo siento, se me ha escapado de las manos.
-No importa. A mí me pasaba todo el tiempo en la mansión- dijo con una suave sonrisa
comprensiva. Pavel se pasó la mano por la cara. Esa sonrisa, todas ellas, todas sus
expresiones...
- Tu... tu hermano es muy agradable- le oyó decir. Le miró y vio sus ojos mirarle preocupados. El color en ellos cambiaba con la luz, como un bote de miel en la
ventana. Eran hermosos...
-Míos. No son de nadie más, solo míos- reclamó el lobo herido. Pavel suspiró. Cuántas más locuras le quedaban por hacer? Nunca se había sentido tan perdido, y al mismo tiempo tan... Tan vivo...
-Bueno. Veremos lo que pase esta tarde- pensó y vio su ceño fruncirse, dándose cuenta de
que lo había dicho en voz alta
- Quiero decir... De qué estábamos hablando?
-De que tu hermano es agradable.
-Bueno, tiene sus momentos. No es un mal tipo- admitió acercándose al fregadero para lavar la sartén, cuando sintió el calor de su presencia a su espalda. Su cuerpo explotó de
sensaciones, recordando los brazos en su cintura, el latido de su corazón contra su piel, el aliento en su cuello.
-Es muy amable de buscar a alguien para mí. Quizás, quizás esta tarde pueda conocer a
alguien especial.
-No... no! Mío! Es mío!- gritó su lobo, arañándole desesperado.
-Déjale ir. Es lo mejor. Qué haríamos con un vampiro en nuestras vidas?- le detuvo Pavel,
pero su dolor también le hirió.

Se quedó en silencio mientras limpiaban, dejando a Pooh terminar de lavar mientras él subía a cambiarse y bajaba para limpiar el bar.
Después de acabar, Pavel le propuso dar una vuelta. Evitó el camino principal, sabiendo lo
nervioso que le ponía la presencia de otros lobos, y le llevó otra vez por la senda del bosque hacia el lago. Al menos allí se sentía más en paz. Cuando llegó la hora de su sueño
vampírico, Pooh se recostó a su lado, ya no en su regazo como antes, y si bien lamentó
que no lo hiciera, no dijo nada al respecto.

Mejor acostumbrarse antes de que se marchara oyó claro el aullido de su lobo, diciéndole que no le dejara partir de su lado. Se quedó mirando su rostro largamente, tratando de grabar en su retina su imagen. Sus dedos acariciaron los castaños rizos del dormido vampiro, disfrutando de su suavidad. Bajó por sus ojos, tocando sus pestañas, sus párpados, el puente de su nariz, sus labios. Lanzó un suspiro, soltándole y apartándose para ponerse de pie y acercarse a la laguna.
-Qué quieres que haga con un vampiro? Además, le gusta pintar y yo de pintura no sé nada.
Además... además...

Se le acababan las razones. Qué más razones había para no tenerle a su lado? La única y la
más poderosa de todas. Perderle, como había perdido a su padre, a su hermano, aún cuando éste seguía cerca. No quería estar solo de nuevo, pero sabía que todos acababan al final dejándole, marchándose a hacer sus vidas y no tenía ganas de volver a tener que lamerse las heridas, solo y abandonado. Era mejor si ponía sus fuerzas en lo único que valía la pena, que estaba allí y allí estaría hasta el final: su negocio. Se volvió y el dolor aguijoneó su pecho cuando miró al vampiro dormido en la hierba.

Era un lobo solitario, había decidido serlo,
pero en el fondo, muy en el fondo, aún quería encontrar a alguien especial.
Pooh despertó y pensó que se había quedado solo. Se alzó de un salto y miró alrededor
presa del pánico. Pavel le había abandonado? Buscó con la mirada y no le vio. Aquella
mañana se había llevado un susto de muerte, Quizás estaba enojado con él por asustarse de
su hermano? Sus ojos se llenaron de súbitas lágrimas.
-Hey, ya te has despertado. Qué pasa?- oyó su voz preocupada, girándose para verle de pie.
-Pavel!- sollozó, acercándose a él.
-Qué pasa? Has tenido un mal sueño? Te ha picado un bicho mientras dormías?- consultó
con voz inquieta, mirándole alarmado.
Pooh se secó las lágrimas y sorbió. Siempre había sido un vampiro muy llorón.
-Pensé.. creí que te habías marchado. Qué estarías enojado conmigo por lo de esta mañana- admitió. Cuando le miró, le vio sonreír con ganas.
-No seas bobo. Por qué iba a enojarme? Mi hermano es un buen tipo, pero créeme, si no
fuera mi hermano, también me daría miedo su aspecto- sus palabras le hicieron sonreír.
Sintió una mano cálida tocar su mejilla, secando las lágrimas
- Mi padre también era un hombre grande. Yo soy el único que ha heredado el físico de nuestra madre. Pero no te
engañes. Soy mucho más peligroso que Marcus.
-Yo creo que eres genial- aseguró, mirándole con orgullo.

Pavel tenía un pelo oscuro y espeso, una piel de suave tinte dorado en la que resaltaban muy bien sus ojos azules. Era masculino y hermoso. Pooh deseó tener a mano papel y lápiz para dibujarle
- Me gustaría pintarte- se le escapó decir y se sonrojó al ver su mirada sorprendida.
-Pensé que no pintabas retratos. Quiero decir, ayer todo lo que pintaste fueron paisajes. Creí
que harías el retrato de tu padre- sus palabras despertaron el sentimiento en él.

Bajó la mirada, dando un suspiro profundo que sintió le desgarraba el alma.
-No puedo pintar a mi padre... Aún... duele demasiado- admitió, más para sí mismo que
para él. Oyó la suave exclamación de Pavel.
-Lo siento. Lo siento mucho Pooh, no quería...
-No, está bien. Es solo que aún no he superado su pérdida.
-Bueno, es normal. La verdad es que no sé si es algo que pueda superarse. Yo también
extraño al mío. Yo no pinto, pero bueno, tengo su local- sus palabras le dijeron que intentaba consolarle. Sonrió pensando en su propio dolor, en las razones y pensamientos que llevaba tanto tiempo escondidos en su corazón.
-A veces creo que es una maldición ser un vampiro- admitió y vio su ceño fruncirse.
Regresó al árbol frente al que había dormido y se sentó. Pavel se sentó junto a él.
-Por qué dices eso? No te gusta ser vampiro por lo de tener que morder animales?
-No. No me gusta saber que aún tengo un largo tiempo por vivir. Antes no me importaba, porque mi padre estaba conmigo. El mundo tenía el brillo y el color que sus ojos me  mostraban. Estaba vivo porque él lo estaba. Pero ahora... todo es tan oscuro y tan sombrío- admitió y sus ojos se llenaron de lágrimas, evocando el pasado
- Creí que estaba prisionero en la mansión, que sus paredes me tenían atrapado en su gris oscuridad, en su soledad, por eso quería escapar. Pero no sirvió de nada... el pozo, el vacío sigue aquí- dijo apretando la
mano sobre su corazón
- El mundo es bello y luminoso, mis ojos lo pueden ver... Pero no me hace feliz. No puedo ser feliz Pavel, Por qué ya no puedo ser feliz?- consultó con desesperación, mirando los ojos que le observaban tan cerca, tan preocupados

- Quiero ver el mundo como él me lo mostró, como lo sentía cuando estaba a su lado, pero no puedo... he perdido la luz. Estoy ciego. En un mundo lleno de belleza, yo estoy ciego y camino entre las sombras- logró decir antes de que los sollozos cortaran su voz. Sintió los brazos de Pavel rodearle y el calor de su cuerpo apretarse al suyo.
-No estás ciego. Solo dolido. Es tu pena la que habla. Ayer, cuando miré tus pinturas pude
verte de verdad, la luz que desprendes, el amor en tus recuerdos. Eso no es obra de un
hombre ciego.
-Yo no quiero vivir en este mundo, Pavel. Ya no quiero vivir más- sollozó contra él y sintió
como le apretaba con más fuerza.

Se sostuvo de él y dejó que la pena que lo inundaba desde hacía tanto fluyera de él. Qué más podía hacer? Cuántas noches oscuras había pasado mirando la luna, solitario desde su ventana, añorando el pasado que no volvería, el calor del amor que ya no estaba a su lado. Si la vida era esto, soledad y sombras, ya no quería vivir.