Capitulo 4

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Los días habían pasado y Alastor comenzó a seguir los consejos de los inquilinos del hotel, incluso Charlie al enterarse le dio algunos. 

"Mi papá ha estado muy solo estos últimos 7 años, creo que necesita conocer a alguien nuevo y pasar página." Había dicho la princesa del infierno. "Y sé que puedo confiar en ti para cuidarlo, confió mucho en ti Alastor."

El demonio de la radio aún se reía al recordar la ingenua y fácil de manipular que eran todos, pensando que Alastor era un pobre enamorado. ¡Qué tontería! En todos estos años, tanto en vida como muerto, él jamás se había enamorado ni intentado mantener ese tipo de relaciones con alguien (algo que le ha estado jugando en contra). 

-Las cosas que uno hacer por "amor".- Comentó burlonamente mientras preparaba un regalo para el rey del infierno. 

Eran las 4 AM y se encontraba con todo el cuidado del mundo cerro la caja con un listón rojo, mientras tarareaba una viaja canción que su madre solía cantar cuando cocinaba su famosa jambalaya.

-Listo.- Sonrió al ver lo perfecto que quedo el regalo.- Ahora sólo queda entregarlo. 

 Extrañamente en vez de sentirse molesto por tener que gastar su tiempo en regalos para él, se sentía emocionado por ver la reacción que tendría Lucifer... Sus reacciones al ser cortejado (ahora que lo estaba haciendo bien) eran francamente interesantes para Alastor. 

"Me pregunto qué cara pondrá el temible rey de infierno ahora" Pensó.

Se teletransporto hacia la habitación del soberano del infierno, para darle personalmente su regalo y tal vez mirar como duerme unos cuantos minutos. No obstantes, en vez de encontrarlo durmiendo, se encontró con el omega trabajando en su escritorio. Lucifer estaba tan concentrado en su trabajo que ni se dio cuenta de la presencia que se acercaba lentamente hacia él y que descaradamente se acomodaba detrás, acercando su rostro a la oreja del rubio para poder observar mejor en lo que lo tenía tan concentrado; un patito de hule que tenía un cabello extrañamente parecido a él y orejas de ciervo... Hasta sus cuernos estaban ahí. 

Alastor sonrió aún más ampliamente y libero un poco de sus feromonas sólo para molestar al omega. 

-Aww, ¿ese soy yo?- Susurró en su oído. 

A Lucifer le dio unos tres paros cardíacos de golpe, cayendo de su silla e insultando a todo el infierno y el cielo en el proceso. 

-¡¿Qué diablos haces aquí?!- Chilló, colocándose su mano en el pecho buscando calmar sus latidos.- ¿Quieres matarme de un infarto? 

Alastor se mordió la lengua para no responder sarcásticamente.  

-Oh, no, querido.- Levantó al omega del suelo.- Sólo vine para dejarte una grata sorpresa, pero parece que la sorpresa me la lleve yo. 

Tomó con cuidado al patito que lo representaba, pero fue rápidamente arrebatado de sus manos.

-¡No es lo que parece!-Habló con nerviosismos, pero se rindió al ver reírse al alfa.- Como sea, ¿qué clase de loco entra a la habitación de alguien a darle una sorpresa a las 4 de la madrugada?

-Claramente yo, pero no soy el único loco.- Comentó, entregando la caja de chocolates.- ¿Quién hace patos de hule de sus conocidos a las 4 de la madrugada? ¡Cómo sea! Los hice yo, están recién hechos. 

Lucifer alzó una ceja y abrió la caja, encontrándose con los maravillosos patitos de chocolate. Estaba tan emocionado por este gesto que ignoró completamente la carta que había caído al piso cuando abrió la caja y que decía:

"¿Le gustaría ir a cenar conmigo está noche?

ATTE: Alastor." 

 

Plan B [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora