IV

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Cuando desperté al día siguiente y vi la hora, me di cuenta de que no había sonado la alarma. Rápido me vestí maldiciendo por no haber puesto también una alarma en el celular. Imaginaba que ibas a gritarme, decirme que era una inútil y una irresponsable, si es que todavía no te habías marchado a Kineros Robotics. Me apresuré en salir de mi cuarto para encontrarte tranquila mirando la ventana.
"Es tarde, muy tarde, lo sé. Disculpa. Es que el despertador no sonó y yo..." Hablé a toda velocidad, probablemente alzando la voz mientras me disculpaba.
"Pero si es temprano aún" Respondiste probablemente sin entender a que se debía mi escándalo. "Son las cinco y media de la mañana."
"¿Cómo?" No entendía, mi reloj marcaba las 10 a.m.
"Son las cinco y media." Repetiste sonriendo.
"¿Y tú que haces despierta?" Sentí curiosidad.
"Es mi horario a veces."
Aquellos días en los que te sentías bien, te gustaba estar levantada en esas horad. Cuando estabas dolorida te quedabas en la cama, trabajabas desde allí.
"Yo me encargo del desayuno esta vez, ¿café o té?"
"Café. Gracias."
Aquella mañana la compartimos hablando de mis tareas para la jornada y comentando sobre la reunión que tú tendrías en la empresa. Un informático importante iba a reunirse con tus jefes, a quienes describías como dos idiotas con muchas adicciones. Creí que era una exageración, pero el tiempo te dio toda la razón. Esos dos eran causas perdidas, pero de alguna forma eran brillantes para la robótica.
En nuestras charlas jamás pude evitar pensar que eras una persona muy interesante. Captabas mi atención con tus ideas de las cosas muy fácilmente. Tu opinión sobre la gente, tu visión de las situaciones... Tal vez era cómo lo expresabas pero solías dejarme fascinada.

Aquel día, en cuanto te fuiste, me metí en la bañera. Mis tareas para el resto del día podían esperar un poco aún. Allí fue que pensé en que sorprendentemente las cosas iban muy bien. En aquel puesto de trabajo, viviendo en un departamento ajeno con solo un pequeño cuarto como mi espacio, sentía que las cosas estaban como debían por más que no sea lo deseable. No sé cómo, pero me hacías sentir bien. Algo curioso, porque no teníamos casi nada en común. Fue entonces que pensé que hay personas con la que simplemente se encaja.
Cuando salí del agua envuelta en mi toalla,con esa conclusión, fui a cambiarme para recibir el escritorio que llegaría en una media hora. El problema de vivir en edificios es que hasta para asomarse a recoger algo, hay que verse decente. Aunque, por obvios motivos, trataba de verme lo mejor posible en el día a día.
La limpieza la inicié ya preparada para cuando sonara el teléfono. El momento en que sucedió la gran parte del suelo estaba mojado. Con cuidado fui a atender, en recepción me avisaron que ya estaba y que se ofrecían a subirlo por mí. Agradecí aceptando eso pero diciendo que yo iría a ayudar.
En el ascensor conversé con Randy. Siempre me pareció simpático además de que era visible que se trataba de una buena persona. No sé si era su forma tranquila de hablar o algunas de sus expresiones que hacían pensar eso. Ambos cargabamos las dos cajas en que venía mi nueva adquisición.
"Tú de la señorita Venable eres...?" Compartió su curiosidad cuando pasábamos, si mal no recuerdo, por el piso cinco.
"Asistente personal."
"Pues buena suerte." Era la primera vez que le oía usar ese tono. No sabía exactamente el motivo por el que la gente tenía esa percepción de ti.
"¿Disculpa?" Creí que había mal interpretado su tono.
"La señorita Venable puede... no ser fácil de tratar." Esas últimas palabras las pensó.
Opté por el silencio y concentrarme en no dejar caer lo que sostenía por más que mis brazos comenzaban a cansarse. En cuanto las puertas se abrieron, caminamos hasta la puerta. Allí agradecí la ayuda. De ahí en adelante me encargué yo.
No sé si sabes lo difícil que puede ser armar un escritorio cuando no tienes ni idea. Moví todo a mi cuarto en principio con el plan de terminar mis tareas. Eran varias, pero las terminé eventualmente. Emocionada, regresé a mi habitación. Con las instrucciones y todo, estaba muy confundida.

Al llegar me encontraste sentada a la mesita de la sala en el sillón comiendo frituras.
"¿Ha llegado tu escritorio?" Fue lo primero que quisiste saber.
Yo asentí.
"Ven a verlo, queda excelente."
Caminamos juntas. Yo abrí la puerta para invitarte a pasar.  Allí viste como poco a poco aquel espacio que habías tenido vacío durante tanto tiempo comenzaba a llenarse con algo nuevo. Sonreíste, recuerdo esa sonrisa. Era la primera vez que te veía hacerlo mostrando los dientes.

Aquella cena inició tranquila. Un poco de charla acompañada de tu música saliendo del televisor. Eso se interrumpió cuando oímos el teléfono. Yo fui a atender mientras tu comías. Un tal Jeff estaba en planta baja pidiendo subir, con esa información tú te levantaste a sacarme el teléfono. Te oí preguntarle qué hacía allí, no sonabas muy complacida con su presencia pero igualmente lo invitaste a subir.
Quien apareció tenía el cabello con corte tazón. En principio te comenzó a contar que no podía quedarse en su casa porque había problemas, pero entonces me vio y luego dirigió la mirada en tu dirección con una mueca.
"No es lo que piensas", te apúrate a aclarar.
"¿No?" Era obvia la incredulidad en su tono. Yo no sabía que estaba asumiendo.
"No. Mi asistente no tiene donde quedarse y como necesito de sus servicios desde la mañana hasta la noche se está quedando aquí."
"Ya me imagino de que servicios hablas."
Entonces entendí y me sonrojé. Quité la mirada de ambos.
"No todas las personas son como tú."
El enfado era perceptible no sólo en tu forma de hablar, sino en el la tensión del ambiente. Aquel comentario te fue muy desagradable.
Acordaron que él se quedaría a pasar la noche y cual niño caprichoso comenzó a decir que no dormiría en el sillón. Insistió tanto que, de alguna forma, te convenció. Ahora creo que fue aquello a lo que hizo referencia, eso que en ese momento yo desconocía. Sabiendo que tú no podías dormir en el sillón por tu columna, te propuse que te quedes en mi habitación. No quería compartir la cama, no me sentía capaz. La intención era dejarte mi cuarto. No sé cómo terminé en él, en mi cama y a tu lado.

Lirios y rosas[Venable]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora