2. Daño colateral.

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‼️ Advertencia: contenido explícito, mención de muertes, violencia y sangre. ‼️
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El momento que más habían temido había llegado, la comida estaba totalmente agotada, Rubius, Shadoune y Spreen se preparaban para ir a uno de los drops más cercanos, iban rápido y bien equipados para llegar antes que cualquiera y poder defenderse en caso de que hayan muchos mobs.
Después de un rato van con más cuidado y más prisa, están a tan solo unos metros de las coordenadas donde cayó el drop. Al notar el lugar vacío, se separan para abarcar más terreno, recogieron los items con éxito y regresaron al refugio con nuevos recursos que les alcanzaría al menos para unas dos semanas más.

La imagen del castaño llega de pronto a la mente de Spreen, si no suele salir mucho ¿cómo conseguirá comida?
Sacude la cabeza para eliminar el pensamiento, no es problema suyo.

Los días pasan y pasan, Spreen aún conserva sus 3 vidas, al igual que Shadoune y Rubius. Quackity perdió una durante la última semana, teniendo que cuidarse más pero no al extremo como protegen a Missa, quien solo tiene una vida.

Spreen no ha vuelto a saber del castaño, para bien o para mal. Hasta ahora.

Llega a casa después de conseguir materiales para nuevas armaduras, escucha voces dentro y cuando abre lo recibe la grata sorpresa de que hay visitas.

Missa habla animadamente con Roier, otro de los mexicanos de la isla, Spreen lo ignora hasta que lo ve robando,

—¿Qué crees que haces pelotudito? Soltá. —ordena con firmeza, acorralándolo.

—Yo… ya me iba, perdón wey —Intenta irse el de bandana azul, pero el oso le niega el paso.

—No salís de acá hasta que devolvás lo que agarraste.

—Spreen, no… —trata de calmar Missa, pero es interrumpido por una voz que el pelinegro reconoce a la perfección.

—¡Hola! ¡Venimos por Roier, ¿puede salir a jugar?! —bromea, asomándose por el vidrio para ver mejor.

—¡Juan!, ¡ayúdame! —grita Roier, retorciéndose para que Spreen lo suelte.

—¡Roier! déjenlo salir por favor.

—¿Para qué querés hablar con él? —cuestiona el híbrido, llamando la atención del de bandana roja, que se sorprende al verlo.

—Solo queremos hablar con él… ¿No van a matarlo, no?
—Si. —responde Spreen, Juan traga saliva y Roier lo mira asustado. El chico detrás de Juan tiene un gesto tenso y jala del brazo de Juan. El oso observa con detenimiento ese toque.

El pvp se activa de pronto, Juan y el tipo que venía con él salen corriendo y Roier lloriquea para que lo suelten, Missa intenta tranquilizarlo y Spreen solo tiene la mente en hacer memoria para recordar quién era aquel que venía con el castaño.

—¡Por favor Spreen! Ya devolví lo que me robé, déjame ir —pide el mexicano, Spreen sale de su trance y asiente, abre la puerta para salir y escucha los pasos apresurados de Roier detrás de él, que luego lo rebasan.

—¡Spreen! ¿A dónde vas? —grita Missa desde la puerta.

—Ahora vuelvo, tirá pa dentro.

Sigue los pasos del mexicano, a lo lejos puede ver a tres hombres; uno de ellos es Roier, lo sabe por la sudadera, el otro es Juan, por la estatura. Y el otro… ¿quién carajos es el otro?

Se acerca sigilosamente, sacándoles un susto cuando lo ven detrás de ellos.

—¡Por favor no me mates! —Grita Roier por instinto, escondiéndose detrás del de bata, pero el oso ni siquiera lo mira, está ocupado analizando a Juan.

El chico del pantano | Spruan | Mc Extremo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora