El Llanto del Norte

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El viento frío de Invernalia azotaba los alrededores mientras los estandartes de las casas Tyrell y Stark se mecían al unísono en la brisa, entre medias de ambos se encontraba el estandarte de la casa Targaryen, por supuesto. La Gran Sala resonaba con la conversación animada de los invitados que habían llegado hace semanas para discutir el destino del reino del Norte.

En el centro de la habitación, sentada en un trono de piedra, se encontraba Sansa Stark, la reina del Norte, con la mirada firme y decidida. A su lado, Daenerys Targaryen, la Madre de Dragones, irradiaba un aura de poder y gracia, su mano entrelazada con la de Sansa en un gesto de complicidad.

Entre los invitados se encontraba Margaery Tyrell, la flor más hermosa del sur, cuyo corazón latía con la esperanza y el temor de lo que estaba por venir. Observaba a Sansa con admiración desde la distancia, su amor por la reina del Norte ardiendo como una llama en su pecho. Y más ahora que había vuelto de la muerte, había renacido y sabía perfectamente lo que su corazón y mente querían, a Sansa Stark. 

Con valentía, Margaery se acercó al estrado, su paso firme a pesar de los latidos frenéticos de su corazón. Sabía que su amor por Sansa era un secreto que debía ocultar, un anhelo que no podía permitirse mostrar en público, sobre todo ahora que Sansa estaba en una relación con Daenerys.

Su Majestad.- Comenzó Margaery con voz clara y decidida, inclinándose con respeto ante Sansa y Daenerys.- Os agradezco la oportunidad de estar presente en esta reunión crucial. La amenaza del Rey de la Noche se cierne sobre todos nosotros, y la casa Tyrell está lista para ofrecer su apoyo en esta época oscura.

Sansa asintió con gratitud, pero Margaery notó que la mirada de la reina del Norte parecía distante, perdida en pensamientos que ella no podía alcanzar. Era como si Sansa estuviera atrapada en un mundo aparte, lejos de su alcance, y eso le desgarraba el corazón.

Decidida a hacer todo lo posible por acercarse a Sansa, Margaery continuó hablando con una determinación renovada.- Pero más allá de las alianzas políticas, hay algo que deseo expresar personalmente.- dijo con voz suave pero firme.- Mi lealtad hacia vos, Sansa, va más allá de las fronteras de los reinos. Os admiro y respeto profundamente, y estaré a vuestro lado en cualquier desafío que enfrentéis.

Los ojos de Sansa se encontraron con los de Margaery, y por un breve instante, la Tyrell vio un destello de emoción en ellos. Pero antes de que pudiera decir algo más, Daenerys intervino, su voz fría y cortante como el acero.

Las palabras son bonitas, Lady Tyrell, pero en tiempos de guerra necesitamos acciones, no promesas vacías.- dijo, su tono dejando claro que no había lugar para la debilidad.

Margaery tragó saliva, sintiendo el peso de la mirada de Daenerys sobre ella. Sabía que la Madre de Dragones no era una rival a tomar a la ligera, pero su amor por Sansa la impulsaba a seguir adelante, a pesar de las adversidades.

Con determinación, Margaery se inclinó una vez más ante Sansa y Daenerys, ocultando el dolor que amenazaba con desbordarse en su interior. Sabía que su camino hacia el corazón de Sansa estaría lleno de obstáculos, pero estaba dispuesta a enfrentarlos todos si eso significaba tener una oportunidad de ganarse el amor de la reina del Norte. Aunque ahora, lo único que quería era pensar y apartarse de la feliz pareja que se encontraba en el trono, por lo que Margaery no dudó en emprender su camino fuera de la oscura fortaleza. 

El viento gélido de Invernalia susurraba entre los árboles, llevando consigo recuerdos de un tiempo pasado. Margaery Tyrell caminaba por los jardines del castillo, su mente perdida en los recuerdos de Desembarco del Rey, donde había conocido a Sansa Stark por primera vez.

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