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PASÉ EL DÍA PENSANDO BAJO MI ÁRBOL FAVORITO, en el bosque. Con Newt que no quería hablarme, Minho que aún no volvía del laberinto, Alby que siempre estaba ocupado supervisando todo, y con ningún herido que tratar, no tenía mucho que hacer.
Necesitaba más amigos.
Aunque en un lugar lleno de adolescentes varones, que no habían visto una chica antes que yo o al menos no recordaban haberlo hecho, esa era una tarea bastante difícil.
Caminé por todo el Área, ignorando las miradas que caían sobre mí, y después de vagar sin rumbo, decidí adentrarme en la Finca.
Me acerqué a la puerta y la jalé hacia afuera. Esta se abrió e ingresé en el lugar. Cerré la puerta detrás de mí y comencé a avanzar hasta que llegué al pie de una escalera.
Vacilé un poco pero finalmente decidí hacerlo.
Comencé a subir los escalones y llegué al segundo piso. Había un largo pasillo con habitaciones...y entonces recordé aquella vez que Newt mencionó que a Alby no le gustaría la idea de que yo esté aquí.
Presa de la curiosidad, caminé hacia la primera puerta, tomé la perilla y jalé hacia afuera.
Pero me arrepentí al instante que ví a un muchacho amarrado a la cama, moviéndose mientras intentaba liberarse. Emitía gemidos de dolor y respiraba agitadamente. Estaba con los ojos cerrados.
Era como si estuviera tuviendo una pesadilla espantosa o algo así. No. Era algo peor. Mucho peor.
Cerré la puerta asustada. El miedo recorría mi cuerpo como una poderosa corriente eléctrica. Un escalofrío en mi espalda me hizo estremecer, y mis manos no dejaban de temblar.
Respiré profundo tratando de quitar esa imagen horrible de mi cabeza y caminé de vuelta a la escalera, iba a pedir ayuda. Ni bien llegué a esta, escuché que alguien acababa de entrar.
—¿Qué haces aquí? —era Newt. Me miró desde el primer escalón, de brazos cruzados.
—Tienes que ayudarlo. —exclamé alarmada ignorando su pregunta.
—¿Qué sucede?
—Hay un chico...No sé qué le pasa.
—¿Entraste a esa habitación? —luego pareció procesarlo y subió rápidamente, pasando por mi lado. Caminó hacia la habitación, abrió la puerta y apenas se asomó unos segundos hasta que volvió a salir.
—Sólo es la Transformación. —cerró la puerta y suspiró.
—¿Qué?
—Es lo que pasa cuando te pica un Penitente. —pasó por mi costado una vez más y se dirigió a las escaleras.
Me quedé quieta, pensando. ¿La picadura de un Penitente hacía que tuvieras pesadillas?
Me giré hacia Newt, quien ya había bajado unos cinco escalones.
—Oye Newt. —se detuvo y me miró. —¿Qué es lo que hace exactamente una picadura de Penitente?
Se rascó la cabeza y luego se sentó en el escalón. Bajé y me senté a su lado, manteniendo la distancia.
—Le llamamos la Transformación.
—¿Qué es eso?
—Recuerdas algunas cosas. —respondió. —Cosas desagradables. Quienes pasan por eso cambian mucho.
—¿Y qué es lo que recuerdan?
—Algo sobre...CRUEL es bueno o algo así. No sabemos qué es pero ya que es la misma palabra que está en los muros del laberinto y en las cajas que nos envían, suponemos que son los Creadores. Los que nos pusieron aquí.
Entonces recordé que había visto esa misma palabra en el laberinto.
—¿Por qué serían buenos? —fruncí el ceño confundida. Esas personas eran de todo menos «buenos»
—No tengo idea. —se encogió de hombros. —En fin, tengo que irme.
CRUEL. Eran las siglas de algo, pero ¿de qué? Esa era la cuestión. Mordí mi uña mientras trataba de pensar en palabras que tuvieran que ver entre sí.
—¿Qué crees que...? —alcé la mirada y noté que ya no estaba. Bajé rápidamente las escaleras y lo encontré a unos dos metros de la Finca.
—¡Newt! —exclamé mientras corría para alcanzarlo. Giró a verme y me detuve cuando lo logré.
—Quería...Hablar contigo.
—Novata, si quieres saber más sobre la Transformación...
—No es eso. —interrumpí y él frunció el ceño.
—¿Entonces?
Tomé aire y mordí mi labio inferior, dubitativa.
—¿Sigues enojado conmigo? —solté.
Él ladeó la cabeza y enarcó una ceja.
—¿Enojado? ¿De qué hablas?
Lo miré totalmente incrédula.
—¿Quizás que estuviste siendo cortante todo el día y apenas intercambiaste miradas conmigo hasta hace un rato?
—Ah...—suavizó el rostro y se rascó la nuca. —Escucha, no estoy enojado.
—¿Ah no? —alcé las cejas asombrada y él negó. —¿Entonces?
Suspiró y apartó la mirada.
—Ayer, cuando preguntaste sobre...eso —se aclaró la garganta. — ,el recuerdo de ese día volvió a mí...Y estuvo atormentándome durante todo el día.
—¿En serio? —murmuré y él asintió.
—Cuando eso pasa trato de no interactuar con mis amigos porque termino siendo grosero o irritante.
Ahora todo tenía sentido. Había revivido un recuerdo traumático...Y al parecer no era la primera vez que le pasaba eso.
Me sentí terrible y unas ganas intensas de abrazarlo me invadieron, pero me contuve.
—Perdón si te hice sentir mal. —continuó y negué de inmediato.
—Perdoname tú por haber hecho que recordaras eso, en serio no sabía...
—Está bien, Daki. —me tomó por los hombros y sonreí. —Sé que no lo hiciste con mala intención, no es tu culpa ser tan curiosa. —sonrió ligeramente. —Eventualmente el recuerdo se irá, sólo debo mantener mi mente distraída.
—En serio lo siento. —asintió y me soltó.
—Sólo te pido que no vuelvas a preguntar.
—De acuerdo.
Vacilé un poco pero finalmente cedí y lo abracé. Él tardó unos segundos, por lo que estuve a punto de apartarme, no quería incomodarlo. Pero finalmente me rodeó con sus brazos. Sonreí con los ojos cerrados, era un sentimiento muy cálido.
—¿Te veo en el mirador después de la cena? —preguntó cuando nos separamos.
Sonreí y asentí.
—Claro.
Me devolvió la sonrisa y se marchó. Suspiré feliz, se sentía tan bien haber arreglado las cosas con él.
